Votar por la opción católica en 2024

 

Padre Shenan J. Boquet

Presidente de Vida Humana Internacional.

 

Publicado originalmente en inglés el 4 de noviembre del 2024 en: Voting Catholic in 2024 | Human Life International

 

Vida Humana Internacional agradece a José A. Zunino la traducción de este artículo.

 

“El pueblo está llamado a participar cada vez más en la vida pública de la nación. Esta participación conlleva graves responsabilidades. De ahí la necesidad de que los fieles tengan un conocimiento claro, sólido y preciso de sus deberes en el campo moral y religioso en lo que respecta al ejercicio de los derechos civiles, en particular del derecho de voto.”

 

― Venerable Papa Pío XII, Discurso a la Acción Católica Italiana.

 

 

Mientras emitimos nuestro voto para elegir al 47º presidente de los Estados Unidos y a las personas que ocuparán diversos cargos federales, estatales y locales, es hora de recordarnos una vez más lo mucho que está en juego en estas elecciones y cuáles son nuestros deberes como ciudadanos católicos.

 

Los resultados de las elecciones de hoy martes 5 de noviembre de 2024 afectarán a todos los niveles de nuestra sociedad: desde la legislación hasta los jueces, pasando por el sistema educativo, la política exterior, la atención sanitaria y mucho más. Y aunque nuestro voto es sólo uno entre millones, sigue siendo cierto que el peso acumulado de esos millones de votos determina, de manera crucial, el futuro que tendrá nuestro país. Esto nunca ha sido más cierto que hoy, cuando están en juego graves cuestiones morales y sociales: el estatus del matrimonio, la familia, los derechos de los padres, los derechos de conciencia, la libertad religiosa y el respeto por la vida humana misma.

 

 

Un acto de grave responsabilidad moral

 

El venerable Papa Pío XII, a quien cité al comienzo de esta columna, habló en un discurso a los párrocos de Roma en 1946 del ejercicio del derecho al voto como “un acto de grave responsabilidad moral”, al menos en aquellos casos en que el voto se refiere a la elección de políticos responsables de la constitución y las leyes del país. Tales políticos, observó el Papa, afectarán directamente cuestiones como “la santificación de los días de precepto, el matrimonio, la familia, las escuelas y la regulación justa y equitativa de muchas cuestiones sociales”.

 

Como católicos, nos enfrentamos a una extraordinaria confusión moral en nuestra sociedad, en la que los dos principales partidos políticos adoptan programas que son descaradamente contrarios a los principios más fundamentales de la ley moral. Pero debemos recordar que la ley moral es vinculante para nosotros. Y debemos responder a la pregunta: ¿Cómo podemos ser obedientes a la ley de Dios en este tiempo presente de decadencia moral y de rechazo de los valores judeocristianos que han guiado a la sociedad durante milenios?

 

En primer lugar, debemos ser incansablemente firmes en nuestra oposición a las agendas antivida y antifamilia que están destruyendo a los individuos, las familias y las comunidades, y que están amenazando el bien común.

 

En segundo lugar, guiados por la enseñanza católica y moldeados por las convicciones morales de una conciencia bien formada, nos acercamos a las urnas centrados en: (1) la protección de la vida en todas sus etapas, desde el primer momento de la concepción hasta la muerte natural; (2) la protección de los débiles y vulnerables; (3) el reconocimiento y la promoción de la estructura natural de la familia basada en el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer, defendiendo su papel irreemplazable en la sociedad; (4) la protección de los derechos de los padres a educar a sus hijos; y (5) la búsqueda del bien común y de la libertad religiosa, de conciencia y de expresión de la verdad moral.

 

Teniendo en cuenta lo anterior y habiendo estudiado cuidadosamente la agenda de cada candidato, buscamos apoyar a aquel que defienda y promueva estos bienes. Sin embargo, si nos enfrentamos a dos candidatos que no los defienda ni promueva, debemos determinar cuál de los candidatos limitará más el mal. Y si un candidato limitará más el mal (es decir, si tiene una esperanza razonable de que promoverá la ley moral y ayudará a transformar políticas, programas y leyes), debemos apoyar la limitación, insistiendo en la necesidad de erradicar el mal, al mismo tiempo que enfatizamos al candidato que no confunda su voto con un apoyo a estas agendas inmorales.

 

 

Principios del voto católico

 

La Iglesia católica nos desafía a votar por lo que es moralmente bueno para los individuos y para la sociedad, particularmente por los vulnerables y débiles, por aquellos que no pueden defenderse a sí mismos. El venerable Papa Pío XII insistió en que, si existe un deber de votar, entonces debe ejercerse a la luz de estándares morales objetivos: “dar su voto a los candidatos que ofrecen garantías verdaderamente suficientes para la protección de los derechos de Dios y de las almas, para el verdadero bien de los individuos, las familias y la sociedad, según el amor de Dios y la enseñanza moral cristiana”.

 

Precisamente por esta razón, necesitamos que los católicos, los cristianos creyentes y otras personas de buena voluntad busquen la conversión y la transformación de nuestra nación y su cultura. Por lo tanto, como católicos y ciudadanos, tenemos una voz en la dirección de nuestro país. Y aunque “los católicos pueden elegir diferentes formas de responder a los acuciantes problemas sociales”, dicen los obispos estadounidenses, “no podemos diferir en nuestra obligación moral de ayudar a construir un mundo más justo y pacífico a través de medios moralmente aceptables, de modo que los débiles y vulnerables sean protegidos y los derechos humanos y la dignidad sean defendidos” (Ciudadanos fieles, Nro. 20).

 

Y no todas las cuestiones sociales son moral o éticamente equivalentes, añaden los obispos:

La destrucción directa e intencional de la vida humana inocente desde el momento de la concepción hasta la muerte natural es siempre errónea y no es sólo un problema entre muchos. Siempre debe ser combatida (Nro. 28).

 

Lamentablemente, puede resultar difícil encontrar candidatos que se alineen con nuestros principios y conciencias en todas las cuestiones morales clave. Y debido a situaciones inadecuadas y a plataformas políticas y candidatos imperfectos, podríamos sentirnos tentados a no ejercer nuestro derecho y deber de votar.

 

Si bien la Iglesia no ha enseñado formalmente que no votar sea objetivamente un pecado mortal, recuerdo, sin embargo, otro discurso del venerable papa Pío XII en 1948, quien sostuvo que “en las circunstancias actuales” cualquier católico que no votara cometía “un pecado grave en sí mismo, una falta mortal”. Claramente, Pío XII no consideraba que no votar fuera una falta pequeña y perdonable, al menos en aquellas elecciones que afectaban al país en su conjunto o en las que estaban en juego cuestiones morales graves. Yo sostengo que estas palabras se aplican tanto hoy en 2024 como lo fueron para Italia en 1948.

 

El espíritu de muerte (la “cultura” de la muerte) es un cáncer que, si se deja a su aire, no solo se consumirá a sí mismo, sino que nos consumirá a nosotros con él. Estoy muy preocupado por lo que estoy viendo y por cómo nuestras familias y la vida humana sufrirán aún más si no derrotamos al espíritu de muerte. No sólo estarán en peligro el matrimonio y la familia, el niño en el vientre materno, los enfermos y los ancianos, los pobres y los discapacitados, sino que la vida de cada persona se verá amenazada por esta insidiosa enfermedad. El espíritu de muerte está “reescribiendo” la historia humana. Promueve una falsa comprensión de la persona humana y la idea de la libertad como la capacidad de hacer lo que uno quiera, en lugar de hacer lo que es moral. Esta comprensión se está cimentando en la mente del público y está siendo impuesta por fuerzas coercitivas e ideólogos. Si no se cuestiona, esta mentalidad, esta nueva visión del mundo, inevitablemente socavará todas las estructuras de la sociedad.

 

Si los católicos no entran en el debate público, dejando estas realidades sin cuestionar, ¿qué sucederá?

 

 

Actuar y orar

 

Las elecciones nacionales de hoy son un componente vital en esta historia. ¿Votará esta sociedad por candidatos y plataformas que busquen promover ideologías nefastas contra la vida y la familia, o tendrá el coraje de oponerse a la corriente política extremadamente “progresista”, defendiendo la verdad sobre la dignidad inviolable de la vida humana, el matrimonio natural y la vida familiar, la sexualidad humana, el derecho de conciencia y la libertad religiosa?

 

Recordemos que un católico es católico todo el tiempo, y es primeramente católico, más que miembro de un partido determinado, o incluso ciudadano. Como tal, todos los católicos deben educarse conscientemente no solo sobre los temas en juego en esta elección y las posturas de los políticos individuales sobre cuestiones morales, sino también sobre la enseñanza moral de la Iglesia y cómo aplicar esas enseñanzas en las urnas.  Somos una nación profundamente dividida. Y nuestras heridas tienen su raíz en el pecado: el rechazo de Dios y su diseño para nosotros. La única manera de avanzar y transformar la cultura secular y sus valores es que los católicos, los judeocristianos y todas las personas de creencias religiosas vivan de palabra y de obra la fe auténtica que enseña la Palabra de Dios. Al ser sal y luz, podemos reescribir la historia, y seguir buscando la conversión de las almas y la transformación de nuestra sociedad.

 

Podemos restaurar la santidad de la vida humana, la sacralidad de la sexualidad humana dentro de la alianza del matrimonio, la vida familiar, los derechos de los padres, el derecho de conciencia y la libertad religiosa. Después de todo, Dios ha puesto en cada uno de nuestros corazones el deseo y el anhelo de verdadera felicidad, de vivir en la Verdad. En este sentido, la virtud de la esperanza responde a este deseo más íntimo, da fuerza a nuestras acciones y nos ayuda a depositar nuestra confianza en Dios.

 

La virtud de la esperanza responde a la aspiración a la felicidad que Dios ha puesto en el corazón de cada hombre; recoge las esperanzas que inspiran las actividades de los hombres y las purifica para ordenarlas al Reino de los cielos; preserva al hombre del desaliento; lo sostiene en los momentos de abandono; abre su corazón a la espera de la bienaventuranza eterna. Animado por la esperanza, es preservado del egoísmo y conducido a la felicidad que brota de la caridad (Catecismo de la Iglesia Católica, Nro. 1818).

 

Para ayudarnos a hacer realidad la visión moral que buscamos, existen numerosos recursos para los que los católicos pueden acudir para comenzar a informarse sobre cómo votar como católicos. Human Life International, por ejemplo, ha preparado una guía [en inglés] que puede utilizar cuando se acerque a la cabina de votación hoy (y en futuras elecciones), haciendo su parte para limitar el mal y maximizar el bien en nuestro país: Cast Your Ballot with Confidence | Human Life International. Hoy, prestemos nuestra voz a la proclamación de la verdad objetiva; después de todo, “participar en la formación del carácter moral de la sociedad es una exigencia de nuestra fe. Es una parte fundamental de la misión que hemos recibido de Jesucristo, quien nos ofrece una visión de la vida revelada en la Sagrada Escritura y en la Tradición” (Ciudadanos fieles, Nro. 9).

 

Y, sobre todo, oremos por nuestro país, por su curación y por su retorno a Dios.

 

 

Oración antes de una elección.

 

Señor Dios, al acercarse las elecciones, buscamos entender mejor los problemas y preocupaciones que enfrenta nuestro país, y cómo el Evangelio nos obliga a responder como ciudadanos fieles en nuestra comunidad.

 

Pedimos ojos libres de ceguera para que podamos vernos unos a otros como hermanos y hermanas, uno e igual en dignidad, especialmente a aquellos que son víctimas de abuso y violencia, engaño y pobreza.

 

Pedimos oídos que escuchen los gritos de los niños no nacidos y de los abandonados,

hombres y mujeres oprimidos por su raza o credo, religión o género. Pedimos mentes y corazones que estén abiertos a escuchar la voz de los líderes que nos acercarán a tu Reino.

Oramos por discernimiento para que podamos elegir líderes que escuchen tu Palabra,

vivan tu amor y se mantengan en los caminos de tu verdad mientras siguen los pasos de Jesús y sus Apóstoles y nos guían a tu Reino de justicia y paz.

 

Pedimos esto en el nombre de tu Hijo Jesucristo y por el poder del Espíritu Santo. Amén.

(Conferencia Católica de Obispos de los Estados Unidos)

 

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