Susan Yoshihara, Ph.D.
(NUEVA YORK – C-FAM, Volumen 13, Número 3, 1
de enero del 2010). El ex representante estadounidense ante las Naciones
Unidas John Bolton, recientemente advirtió que el fracaso en el intento de
alcanzar un acuerdo climático legalmente vinculante en Copenhague podría
conllevar que el documento resultante sea más peligroso para los intereses
nacionales a largo plazo.
«Precisamente debido a que muchos Estados considerarán que un documento
político más que otro legalmente vinculante es de menor importancia, mantendrán
baja la guardia», dijo el ex diplomático en un artículo recientemente publicado
por el Spectator UK en la Internet. «Estarán más inclinados a sumar puntos del
lado de la multitud que combate el cambio climático, aceptando un lenguaje al
que, en otras circunstancias, se hubieran opuesto, creyendo así que pueden
evitar compromisos ‘legales’ en el tratado ‘real’», sostuvo Bolton.
La cumbre sobre el cambio climático, que se extendió durante dos semanas, llegó
a su término la semana pasada [la última semana del 2009] con un documento
decepcionante compuesto por doce párrafos que, al parecer, dejó insatisfechas a
las dos facciones del debate. La meta de Copenhague era elaborar un tratado
legalmente vinculante en reemplazo del malogrado Protocolo de Kyoto, que debía
regular y controlar las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por
las naciones desarrolladas y suministrar dinero a las naciones pobres, para
ayudarlas a reducir sus emisiones.
Quienes defienden los valores de la vida y la familia y cuentan con experiencia
en debates de políticas de la ONU, observan que el hecho de que la cumbre haya
sido polémica y el documento final sea no vinculante, no significa que los
activistas no vayan a hacer uso de ella para promover los mismos objetivos que
las naciones aparentemente rechazaron. Las organizaciones internacionales
provida y a favor de la familia han advertido durante largo tiempo que los
proponentes del mal llamado “derecho” al aborto, han aprovechado siempre el
descuido o la ingenuidad de los gobiernos durante las negociaciones de los
documentos no vinculantes, para promocionar el debate en pos de nuevos
“derechos”.
Bolton predijo que es una posibilidad real que también se tergiverse el
documento no vinculante de Copenhague: «Las ONG [organizaciones no
gubernamentales] internacionales que persiguen una causa, son pacientes y
tienen buena memoria, y sus gobiernos aliados basados en el dirigismo, a menudo
hacen resucitar compromisos políticos ocasionales y luego coaccionan a los
desprevenidos para que los hagan legalmente vinculantes».
El ejemplo más conocido de esto es el intento
de elevar la categoría de los documentos no vinculantes emitidos en 1994
durante la polémica conferencia de El Cairo sobre población y en la reunión de
Beijing sobre los derechos de las mujeres celebrada en 1995. Durante dichas
conferencias hubo una campaña dirigida por los Estados Unidos cuyo objetivo era
lograr que el aborto fuera reconocido como un “derecho humano internacional”.
El contragolpe fue tan contundente que el vicepresidente Al Gore declaró en El
Cairo que el aborto estaba «fuera de la mesa de negociación» y los documentos
resultantes, asimismo, lo descartaron como método de “planificación familiar”
(= anticonceptivos, incluyendo los que son abortivos), dejando cualquier
modificación en las leyes de aborto en manos de las legislaturas nacionales.
Esto no detuvo a ciertos miembros de la ONU y a los abogados activistas en su
afán de promover los documentos como «leyes blandas» que incluyen el derecho al
aborto.
De modo similar, los activistas sostienen que el aborto está implícito en la
expresión «salud reproductiva», la cual figura en un gran número de documentos
no vinculantes, así como también en la Convención sobre los Derechos de las
Personas con Discapacidad. Cuando ese tratado fue negociado, sin embargo, los
partidarios del aborto no afirmaron abiertamente que el término incluyera
el “derecho” al aborto y muchas naciones provida lo aceptaron entendiéndolo
así.
Los activistas, además, continúan afirmando
que el vocablo «género», presente en documentos de la ONU, incluye más de dos
sexos, a pesar de que la Asamblea General de las Naciones Unidas jamás aceptó
esa interpretación. Si bien los temas de la cumbre de Copenhague son distintos
a los suyos, los defensores de la vida y la familia sostienen que estarán
atentos por si el documento es usado indebidamente.
Traducción: Luciana María Palazzo de Castellano
Puede encontrar este artículo en línea en: http://www.c-fam.org/publications/id.1546/pub_detail.asp
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