Cómo romper las cadenas de la pornografía

 

Padre Shenan J. Boquet

Presidente

Vida Humana Internacional

 

Publicado originalmente en inglés el 30 de Junio del 2025 en: https://www.hli.org/2025/06/breaking-the-chains-of-pornography/

 

Vida Humana Internacional agradece a José A. Zunino la traducción de este artículo.

 

 

Padres y tutores, ¡protejan su hogar! Estén atentos a la tecnología que permite entrar en su hogar contenidos sexuales, incluso en la televisión y el cine convencionales, y a la facilidad con la que se transmite a través de internet y dispositivos móviles. Infórmense sobre el software de filtrado que puede ayudar a proteger su hogar. Fomenten la apertura y la confianza con sus hijos, para que sepan que pueden acudir a ustedes si ven una imagen sexual.

 

– Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, “Crea en mí un corazón limpio”. –

 

 

La historia humana a veces se presenta como una serie de vaivenes. Una generación emprende una nueva y audaz dirección y pronto va demasiado lejos. La siguiente generación reacciona contra los excesos de la generación anterior e intenta desesperadamente restablecer el equilibrio.

 

Sin embargo, pocas generaciones han llevado las cosas tan lejos como los llamados “babyboomers” que iniciaron la revolución sexual.

 

En cada etapa de la historia, los seres humanos han comprendido que la sexualidad humana es una fuerza poderosa que requiere restricciones, tanto individuales como sociales. Los hippies del mal llamado “amor libre”, sin embargo, buscaron “liberar” la sexualidad por completo, denunciando todo tabú o precepto moral como una camisa de fuerza que debe eliminarse para que reine la verdadera “libertad” y se permitiera todo lo que cada uno quisiera hacer.

 

El único requisito que pedían era que las parejas sexuales obtuvieran un mutuo “consentimiento”.

 

Los revolucionarios sexuales ganaron. Vivimos en su mundo.

 

Tras la década de los 60, la promiscuidad se disparó, el divorcio express fue legalizado y se convirtió en la norma, la anticoncepción inundó los mercados y el aborto fue legalizado para “solucionar” el inconveniente problema del inevitable aumento de embarazos no deseados cuando la anticoncepción fallara.

 

Y la pornografía, antes restringida a tiendas de mala muerte en callejones, inundó las pantallas de nuestros televisores y computadoras.

 

De la revolución a la ruina

 

De hecho, ahora, la pornografía está en todas partes.

 

Las estadísticas son impactantes. El promedio edad de exposición a la pornografía es de 12 años. El tráfico a sitios web pornográficos representa un porcentaje impresionante del tráfico web total. Los usuarios de pornografía se están volviendo tan insensibles al flujo interminable de novedades en alta definición que los productores pornográficos han tenido que crear material cada vez más cruel, violento, degradante y perturbador, solo para mantener la atención de sus consumidores.

 

La pornografía está tan normalizada que se ha convertido en el centro de atención del entretenimiento popular. Las escenas que muestran actos sexuales en las películas, antes considerada atrevida, es omnipresente en muchos de los programas de televisión más populares. Muchas de estas escenas son mucho más gráficas y perturbadoras que cualquier cosa en las películas subidas de tono, incluso de los revolucionarios años de la década de los 1980.

 

Muchos jóvenes han presenciado a miles o incluso decenas de miles de personas teniendo relaciones sexuales, incluso antes de darse su primer beso. Muchos chicos de secundaria o preparatoria intercambian fotos o vídeos de desnudos, en muchos casos porque se considera prácticamente obligatorio, según las nuevas reglas de las citas románticas.

 

El mundo de las citas románticas es tenso. La mayoría de los jóvenes no solo presume que su primera cita terminará en la habitación, sino que también creen que el intercambio sexual posterior puede incluir prácticas violentas, pero normalizadas, como la asfixia. Incluso a mí me parece increíble. Pero la investigación es inequívoca. Un estudio reciente con jóvenes reveló que el 57% había sido estrangulado durante sus relaciones sexuales. Uno ni siquiera sabe dónde archivar una estadística así. Es alucinante.

 

 

Una llamada de atención moral

 

Pero la buena noticia es que la oscilación del péndulo solo puede llegar hasta cierto punto, antes de que comience la reacción. Y no se equivoquen, ya ha comenzado.

 

Uno de los artículos más alentadores que he leído en mucho tiempo apareció recientemente en NBC News. Se titula: “Los extraños compañeros de cama que impulsan —y ganan— la guerra contra la pornografía”.

 

El artículo comienza con este párrafo alentador:

 

En casi todos los frentes, quienes argumentan que la pornografía es una lacra social están cosechando éxitos. Los estados están implementando leyes de verificación de edad en línea, y algunos políticos están impulsando prohibiciones enérgicas del contenido [sexual] explícito. Culturalmente, la perspectiva de que la pornografía no solo es perjudicial para las mujeres, sino cada vez más para los hombres y para el desarrollo sexual de los jóvenes ha avanzado significativamente.

La tesis del artículo se resume en el subtítulo: “Feministas, activistas religiosos e influencers ‘machos alfa’ han cambiado el rumbo de la batalla de décadas contra el contenido para adultos”.

 

En otras palabras, luchar contra la obscenidad ya no es cosa de mujeres canosas a las que se puede ver protestando frente a un teatro que proyecta una obra lasciva, mientras sus hijos pasan y ponen los ojos en blanco, avergonzados. Ya nadie pone los ojos en blanco. Cada vez más personas, de todas las tendencias políticas e ideológicas, se dan cuenta de que ellas y sus hijos se han estado ahogando en un pantano de inmundicia que haría que lo que las generaciones anteriores consideraban “obscenidad” pareciera una película de Disney.

 

 

La indignación de las generaciones pornificadas

 

Al observar a las personalidades que lideran la lucha contra la pornografía hoy en día, a menudo nos impacta su juventud. Y también su indignación.

 

Muchos jóvenes están indignados porque los adultos en su vida no solo no los protegieron de la prematura pérdida de su inocencia, sino que en muchos casos lucharon a favor de las compañías pornográficas en una campaña equivocada por una mayor “libertad”. Esta idea de “libertad” es una mentira diabólica. En su búsqueda de un “derecho” irrestricto a hacer lo que quisieran, los revolucionarios sexuales no se dieron cuenta de que habían creado un mundo que robó a sus hijos la libertad de vivir su infancia, libres de las fantasías más oscuras y perturbadoras de hombres y mujeres depravados.

 

Hay generaciones enteras de chicas que nunca tuvieron la oportunidad de sentir la emoción de que un chico les tomara la mano o de recibir una dulce tarjeta de San Valentín de un tímido admirador. Hay generaciones enteras de chicos que solo han conocido el deseo voraz y devorador por las mujeres que la insaciable industria del porno incita deliberadamente en ellos.

 

 

Las innumerables víctimas

 

A esto se suma la creciente indignación de las víctimas de abuso sexual y trata. En este caso, la trata no la cometen cárteles sudamericanos ni proxenetas clandestinos, sino algunas de las empresas más ricas y poderosas del planeta. Estas empresas, propietarias de algunos de los sitios web pornográficos más populares del mundo, crearon deliberadamente un sistema mediante el cual los depredadores sexuales podían subir y distribuir fácilmente fotos y vídeos de sus delitos sexuales, prácticamente sin ninguna protección para las víctimas.

 

Miles de jóvenes, principalmente chicas, han contado historias de cómo intentaron durante días, semanas, meses o incluso años que sitios web como Pornhub eliminaran vídeos que las mostraban siendo agredidas o violadas sexualmente, sin éxito. Incluso si se eliminaba una copia del vídeo, aparecían docenas de otras copias en el mismo sitio o en otros. Esta realidad es descrita con gran detalle por Laila Mickelwait, defensora de la lucha contra la trata de personas, en un podcast reciente titulado “Cómo Pornhub se convirtió en la mayor escena del crimen en internet”. Mickelwait describe cómo miles de vídeos que mostraban violaciones infantiles o agresiones sexuales violentas se subieron sin esfuerzo a Pornhub y a los muchos otros sitios web hermanos de la compañía, y cómo los esfuerzos de las víctimas para que se eliminaran esos vídeos fueron ignorados o sufrieron una feroz oposición.

 

 

Victoria obtenida en la denuncia de la industria pornográfica

 

Pero también aquí hay buenas noticias. En los últimos años, Pornhub ha tenido que eliminar casi el 90% de su contenido, ante demandas que los obligaron a admitir que no tenían políticas de revisión significativas de la edad de los usuarios y que casi cualquiera podía subir cualquier tipo de contenido a su sitio. Las principales compañías de tarjetas de crédito retiraron sus servicios de estos sitios pornográficos, lo que les afectó gravemente el bolsillo. Y proliferan las demandas que podrían obligarlos a cerrar por completo.

 

Mientras tanto, estados y naciones aprueban cada vez más leyes de restricción de edad que obligan a estas empresas a implementar filtros de edad significativos (cf. La Corte Suprema de EEUU ratifica la ley de Texas). En algunos casos, los sitios pornográficos responden simplemente bloqueando el acceso por completo en esas jurisdicciones: un acto de protesta que denuncia más la maldad de estas empresas (prefieren no ofrecer pornografía antes que asegurarse de que los niños no puedan acceder a ella) que cualquier argumento de un activista que lucha contra la pornografía.

 

 

La Iglesia se pronuncia contra la pornografía

 

Recientemente, los obispos estadounidenses reeditaron una carta publicada por primera vez hace diez años. Titulada “Crea en mí un corazón limpio”, la carta lanza una severa advertencia contra el auge de la pornografía. También ofrece una profunda reflexión sobre la dignidad de la persona humana, así como consejos prácticos para todos aquellos que se ven afectados por ella. Vale la pena leerla completa. Los animo a dedicarle media hora. Si tienen hijos adolescentes, ¿por qué no imprimir algunas copias y leerla con ellos?

 

Los obispos señalan que en las últimas décadas el problema de la soledad ha aumentado. Este problema, ya agudo en los años transcurridos desde la llegada de internet, las redes sociales y los teléfonos inteligentes, se agravó aún más tras la pandemia, que desgarró comunidades y relaciones. “Este aislamiento amenaza uno de los deseos más profundos del corazón humano”, escriben los obispos. El deseo de una relación genuina es intrínseco a la naturaleza humana y su bondad es revelada por Dios: “No es bueno que el hombre esté solo” (Genesis 2:18). Los obispos añaden: “La falta de oportunidades para conectar con los demás y el deterioro de las instituciones sociales pueden frustrar este deseo, incluso hasta el punto de llevar a la persona a refugiarse voluntariamente en el aislamiento como aparente consuelo. En ese aislamiento, la pornografía ofrece un engañoso sustituto de una relación verdadera”.

 

De hecho, los obispos señalan que, en muchos casos, los consumidores de pornografía no son tanto perpetradores como víctimas. “A menudo, esos usuarios no buscan material ilícito; el material ilícito los busca a ellos. La omnipresencia de las plataformas de redes sociales basadas en vídeos deja pocas posibilidades de que las personas se desistan”, señalan los obispos.

 

Y continúan: “Algunas plataformas también incitan a los usuarios, mediante la presión social y falsas promesas de dinero fácil, a compartir material pornográfico de producción propia. Los modelos de negocio de los principales sitios de pornografía dependen de la adicción de los jóvenes, por lo que algunos han optado por cerrar sus operaciones por completo en lugar de verificar la edad de los usuarios cuando la ley lo exige”.

 

 

El tesoro de preservar la dignidad humana

 

Quizás la parte más importante de la carta se cita al principio de este artículo. Incluye una serie de consejos prácticos para padres sobre cómo gestionar el acceso a internet en sus hogares. Los obispos lo dicen claramente: los padres tienen la responsabilidad crucial de filtrar y supervisar el acceso a internet. Deben proteger la inocencia de sus hijos. Y deben enseñarles la verdad sobre la persona humana.

 

“Es su gran y crucial responsabilidad enseñar a sus hijos el verdadero significado de la sexualidad humana, permitiéndoles ver su belleza como expresión de amor total”, escriben los obispos a los padres. “Incluso desde pequeños, sus hijos pueden aprender autocontrol, modestia y respeto por los demás a partir de sus palabras y acciones. La educación en la castidad también incluye hacer todo lo posible para proteger a sus hijos de la pornografía y ayudarlos a rechazarla, así como otros pecados sexuales, a medida que maduran”.

 

En definitiva, la lucha contra la pornografía incluye no solo la eliminación de materiales obscenos, sino también la creación de un mundo donde los niños tengan la oportunidad de vivir vidas plenas, donde sus corazones estén entrenados para dar amor auténtico a quienes los rodean, en lugar de simplemente apropiarse de lo que les queda por placeres miopes y peligrosos.

 

Es alentador ver que cada vez más personas se unen a la lucha contra la pornografía. Los animo a reflexionar sobre la carta de los obispos y a preguntarse si hay algo que puedan hacer en su familia o comunidad para concienciar y poner fin a la dominación de los gigantes de la pornografía.

 

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