Denuncian los horrores del transgenerismo

 

Padre Shenan J. Boquet

Presidente

Vida Humana Internacional

 

Publicado originalmente en inglés el 20 de febrero de 2023 en: https://www.hli.org/2023/02/transgender-whistleblower/.

 

Publicado en español en el Boletín Electrónico “Espíritu y Vida” de Vida Humana Internacional, el 23 de febrero de 2023.

Vol. 07.

No. 10.

 

Y también en la página web www.vidahumana.org en Temas\Cultura de la muerte\07 – Homosexualidad e ideología de género\02 – Avances y ataques de esta ideología\27 –

 

VHI agradece a José A. Zunino la traducción de este artículo.

 

 

“¡Hoy a niños – a niños! – se les enseña en la escuela que todos pueden elegir su sexo. ¿Por qué están enseñando esto?” ― Papa Francisco, Reunión con los obispos polacos.

 

Nuestro Santo Padre, el Papa Francisco, hizo los comentarios anteriores a un grupo de obispos durante una visita a Polonia en 2016. Como señaló el Santo Padre, la ideología de género está siendo exportada a los países en desarrollo por personas que exigen que las escuelas enseñen estas ideas extremistas a cambio de fondos para el desarrollo. “Estas formas de colonización ideológica también son apoyadas por países influyentes. ¡Y esto es terrible! Dijo el Papa Francisco en aquella ocasión.

 

Comparto la consternación del Santo Padre. Tiene toda la razón al denunciar tales esfuerzos por exportar ideas tan dañinas a países que a menudo tienen sólidos valores provida y familia. Sin embargo, en cierto modo, las cosas son aún peores aquí en el mundo supuestamente “desarrollado”, como EEUU, donde los ideólogos no solo colonizan ideológicamente las mentes de los niños, sino que los reclutan para que tomen decisiones médicas irreversibles que les causan un daño enorme y de por vida.

 

Esa es la brutal verdad expuesta en uno de los artículos recientes más importantes sobre el tema del transgenerismo. El artículo es de una denunciante llamada Jamie Reed, quien pasó años trabajando en el Centro Transgénero de la Universidad de Washington en el Hospital de Niños de St. Louis.

 

Durante sus años allí, Reed supervisó los casos de casi 1,000 niños que se sometieron a procedimientos transgéneros, incluido el suministro de hormonas artificiales y cirugías para mutilar el cuerpo. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, se sintió cada vez más incómoda con la rapidez con la que se guiaba a los niños a través del proceso y la total falta de voluntad de los trabajadores de la salud en la mal llamada “clínica” de ni siquiera considerar que podrían estar haciendo daño a los niños.

 

Como explica Reed al comienzo del artículo, ella es extremadamente progresista en sus creencias personales. Se describe a sí misma como “queer” y está en pareja con alguien que dice ser “transgénero”. Sin embargo, dice, dejó la mal llamada “clínica” transgénero en la que trabajaba en noviembre pasado de 2022, convencida de que “estamos dañando permanentemente a los pacientes vulnerables a nuestro cuidado”.

 

 

Sin protocolos, padres marginados, vidas destruidas

 

Como lo describe Reed, incluso desde el principio se sorprendió por la falta de protocolos cuidadosos para evaluar a los niños. Inicialmente, dijo, la mayoría de los niños que llegaban eran niños que querían ser niñas. Sin embargo, las cosas cambiaron drásticamente alrededor de 2015, cuando de repente se disparó la cantidad de niñas que se identificaban como “transgénero” que acudían a la “clínica”. Otras naciones desarrolladas también han sido testigo de este mismo fenómeno. En el Reino Unido, por ejemplo, las alarmas se dispararon en 2018 cuando se reveló que la cantidad de niñas que se identificaban como “transgénero” había aumentado en más del 4000% en menos de diez años.

 

Muchas de estas niñas padecían de otros problemas de salud mental, como depresión, ansiedad, trastornos alimentarios y autismo. Muchas de ellas tampoco tenían antecedentes de disforia de género (la marcada incongruencia que la persona siente entre la identidad sexual que experimenta interiormente y su sexo real biológico). Reed dice que expresó su preocupación de que el transexualismo de algunas de estas niñas podría ser inducido por un efecto de contagio social. Sin embargo, sus preocupaciones fueron dejadas de lado. En lugar de tomarse el tiempo para explorar los problemas de salud mental de las niñas, los trabajadores de la salud las encaminaron rápidamente hacia la “transición de género” (el mal llamado “cambio de sexo”), a menudo después de haberse reunido con un terapeuta solo una o dos veces.

 

El primer paso del mal llamado “tratamiento” fue el suministro de hormonas del sexo cruzado, estrógeno para los niños y testosterona para las niñas. Sin embargo, como señala Reed, muchos de los niños simplemente no entendían la gravedad de los efectos secundarios de estos fármacos, o no estaban preparados para hacerlo. Entre estos efectos estaban las alteraciones permanentes y significativas en sus cuerpos (caída de la voz, crecimiento de los senos, cambios en los genitales, etc.). Entre los riesgos más malos estaban la toxicidad hepática y la esterilidad de por vida.

 

Me pregunto cuántos niños en su adolescencia temprana, que acaban de entrar en la pubertad, tienen la más mínima noción de lo que significa renunciar permanentemente a toda esperanza de tener hijos propios. Reed relata un caso desgarrador en el que una niña se comunicó con la oficina tres meses después de someterse a una mastectomía doble (extirpación de ambos senos). “Quiero recuperar mis senos”, le dijo a la enfermera.

 

Peor aún, sin embargo, Reed notó que los médicos y compañeros de trabajo en la “clínica” tendían a dejar de lado a los padres a propósito. Si uno de los padres estaba entusiasmado con la “transición de género” y el otro padre no, entonces le daban todo el poder de tomar decisiones al padre solidario. Reed relata un caso en el que una madre mostró signos claros de manipular a su hija de 11 años hacia la “transición de género” para vengarse de su exmarido, que se oponía a la “transición”. A pesar de las señales de alerta, a la madre se le otorgó todo el poder de decisión y el padre de la niña quedó fuera de escena.

 

Pero cuando Reed comenzó a hablar y abogar por reducir la rapidez con que se decidía suministrar a los niños estos fármacos, le dijeron que no estaba “apoyando” lo suficiente la nueva “identidad de género” de los niños. En una reunión, dice, le dijeron que tenía que dejar de cuestionar “la medicina y la ciencia” y “subir a bordo o marcharse”.

Ella se fue.

 

 

Sin valor para hablar

 

Estoy profundamente agradecido a Reed por hablar. Aunque no estoy de acuerdo con ella en muchas de sus creencias, su valentía de oponerse al juicio y al odio de su propia tribu ideológica por decir la verdad a quienes tienen la responsabilidad de proteger a niños inocentes es un ejemplo para todos nosotros. Desafortunadamente, hay muy pocos en este momento que estén dispuestos a correr el riesgo y enfrentarse al gigante transgénero.

 

Varios relatos de hechos recientes en las escuelas de Canadá, donde la ideología transgénero incluso ha llegado más lejos que aquí en EEUU, ilustran esto de manera inquietante. Uno de estos relatos involucra a un maestro de taller mentalmente perturbado en una escuela cerca de Toronto que dijo ser transgénero. Como parte de su nueva “identidad”, usó enormes prótesis de senos para ir a la escuela. El atuendo era muy sexualizado y simplemente grotesco.

 

Sin embargo, a pesar de la protesta pública después de que surgieron fotos y videos del maestro, el maestro continuó usándolos en clase y la junta escolar no tomó ninguna medida significativa en contra de él. Solo recientemente, meses después del hecho, la escuela realizó algunas acciones poco entusiastas para introducir una política de código de vestimenta que posiblemente podría usarse para obligar al maestro a abandonar el atuendo provocativo.

 

En épocas más sensatas, los administradores de la escuela habrían echado inmediatamente al maestro, por ser fundamentalmente incapaz de estar cerca de los niños. Mientras tanto, todos los padres de esa escuela habrían amenazado con sacar a su hijo de la escuela hasta que el maestro se fuera. Proteger a los niños de las conductas sexuales inmorales es la mínima responsabilidad de los adultos.

 

En cambio, si bien algunos padres han protestado y han tomado (lentamente) algunas medidas, casi todos están dando vueltas sobre el tema, teniendo mucho cuidado de asegurarse de que todas las críticas afirmen cuidadosamente el mal llamado “sagrado derecho” del maestro a identificarse y vestirse como una mujer. La consecuencia es que el maestro siguió enseñando, burlándose de todos, hasta que por fin se fue.

 

Y una vez más, son los niños, vulnerables, impresionables e inocentes, los que sufren. Son ellos a quienes se les dice con severidad que no tomen fotos de su maestro y que “respeten” su decisión, asegurándose de no mostrar ninguna incomodidad o disgusto por el hecho de que su maestro está realizando algo gravemente malo.

 

El siguiente relato es aún peor. El otoño pasado (2022), un estudiante llamado Josh Alexander, que asiste a la escuela secundaria católica St. Joseph cerca de Toronto, hizo comentarios en clase durante un diálogo afirmando que solo hay dos sexos. Posteriormente organizó una protesta en apoyo de mantener los baños en la escuela segregados por sexo. Por esto, fue suspendido de la escuela por el resto del año.

 

Sin embargo, Josh decidió defender la verdad. A pesar de que le ordenaron no venir a la escuela, hace unos días fue a la escuela y se sentó en una de sus clases. La escuela, increíblemente, llamó a la policía y lo arrestaron. ¡Por decir que solo hay dos sexos, en una escuela católica!

 

Pero en lo que a mí respecta, lo peor de la historia de Josh no es que haya sido suspendido o arrestado. Es que, hasta donde pude averiguar, no hay evidencia de que alguno de los adultos en esa escuela se haya puesto en pie para apoyarlo. Si un estudiante hubiera organizado una protesta para permitir que los estudiantes transgénero usaran los baños o vestuarios del sexo opuesto, habría sido celebrado y agasajado por los medios de difusión y en la escuela como un joven prometedor.

 

 

Una guerra contra El Creador

 

Durante los mismos comentarios dados a los obispos polacos mencionados anteriormente, el Papa Francisco relató una conversación que tuvo con el Papa Benedicto XVI.

 

“Santidad”, el Papa Francisco recordó que Benedicto le dijo, “esta es la era del pecado contra Dios el Creador”. “Él es muy perspicaz”, continuó el Papa Francisco, “Dios creó al hombre y a la mujer; Dios creó al mundo de cierta manera… y nosotros estamos haciendo exactamente lo contrario. La observación de Benedicto debería hacernos pensar. Esta es la era del pecado contra Dios El Creador. Entender eso nos ayudará”.

 

En junio de 2019, el Vaticano publicó el documento “Hombre y mujer los creó: hacia un camino de diálogo sobre la cuestión de la teoría de género en la educación”. Este documento de 31 páginas describe la enseñanza de la Iglesia sobre la complementariedad de los sexos, proporcionando una antropología cristiana al tiempo que afirma la dignidad de todos los seres humanos.

 

Si bien incluye un llamado al amor y al respeto por quienes padecen disforia de género, el documento rechaza la idea de que el género es distinto del sexo biológico. Una identidad transgénero, afirma el documento, busca “aniquilar el concepto de naturaleza”. El documento argumenta que identificarse fuera de un binario de género “no es más que un concepto confuso de libertad en el ámbito de los sentimientos y deseos”. Nuestra respuesta es promover una antropología cristiana, una visión de la persona humana que “vea la sexualidad como un componente fundamental de la naturaleza de persona del ser humano”.

 

Es fundamental que los cristianos se eduquen sobre los problemas más profundos que subyacen a esta locura del transgenerismo. Los papas Benedicto y Francisco tienen toda la razón. El transgenerismo como ideología es, en muchos sentidos, la última forma de rebelión contra la creación. Supone que un ser humano, a través de un puro acto de la voluntad, puede convertirse en cualquier cosa que él o ella quiera. Como han señalado acertadamente algunos activistas a favor de la familia, los proponentes de esta ideología no tienen ningún motivo lógico para detenerse en el punto en el que han llegado hasta hoy. De hecho, ya hemos visto a algunas personas afirmando “identificarse” como personas de otras razas, ¡o incluso animales de diferentes especies!

 

 

La verdadera libertad se encuentra en lo que Dios nos ha dado

 

Sin embargo, lo que enseña la Iglesia Católica es que la verdadera libertad no se encuentra en la rebelión contra todas las reglas y restricciones. Cualquier ser finito, todos excepto Dios, está necesariamente limitado en ciertos aspectos. Hay cosas que la criatura es y cosas que no es. Hay acciones que son buenas para él a la luz de su naturaleza, y acciones que no lo son.

 

La libertad no se encuentra esforzándose inútilmente por convertirse en lo que no se es, o por cambiar el tejido de la realidad. Se encuentra en conformarnos voluntariamente y con gratitud y humildad a lo que Dios nos ha dado. Como está testificando ahora el número rápidamente creciente de “destransicionistas”. Estas personas pensaban que podrían encontrar la felicidad y la libertad al convertirse en transgénero, en cambio, todo lo que encontraron fue tristeza, angustia y sufrimiento. Es solo al volver a abrazar su sexo dado por Dios que han encontrado la libertad para convertirse más plenamente en quienes son.

 

Muchas personas transgénero son almas confundidas, sufrientes y rotas, que a menudo han tenido una infancia problemática o han sufrido acoso o varios problemas de salud mental. Merecen nuestro amor y compasión. El transgenerismo como ideología, sin embargo, tiene un eco de la rebelión de Satanás: non serviam (“¡No serviré!”). “Puedo convertirme en lo que quiera. Y todo lo que quiero debe ser afirmado como bueno, incluso si conduce a mi destrucción y la destrucción de los demás”.

 

No hay excusa para los adultos que defienden esta ideología, especialmente aquellos que incitan a los niños a que acepten la mutilación física y una vida de sufrimiento. Y no hay excusa para que los adultos que se mantienen al margen permitan que esto suceda.

 

La ideología de género se está transversalizando (haciéndose presente en todas las asignaturas y actividades escolares) y los niños están siendo explotados y expuestos a graves daños, especialmente dentro de la cultura escolar, es decir, a través de cursos, actividades extracurriculares, conferencias, organizaciones, etc. Los padres deben dejar de ser pasivos y luchar contra esta corriente radical que está dañando a sus hijos y, en última instancia, a nuestra sociedad.

 

Es comprensible que los padres sientan temor cuan hablan en público en contra del transgenerismo. Ellos o sus hijos sufrirán el ostracismo y el acoso. Pero los padres tienen el “derecho original, primario e inalienable” de educar a sus hijos (Carta de los Derechos de la Familia de la Santa Sede). Por lo tanto, los padres, que tienen la responsabilidad principal por sus hijos, necesitan apoyo para ser protegidos de los burócratas del gobierno y de la educación, y de los activistas radicales que muestran un flagrante desprecio por sus derechos de paternidad. Además, los padres deben unirse y trabajar juntos para que se escuchen sus voces, presentando sus preocupaciones en las reuniones de la junta escolar y en las audiencias públicas.

 

Además, necesitamos más Jamie Reeds y Josh Alexanders. Necesitamos personas valientes que estén dispuestas a oponerse al pensamiento global que se ha infiltrado en tantas de nuestras instituciones y ha derribado un manto de silencio en relación con un problema que está causando tanto sufrimiento. Como ha demostrado Reed, aunque no estoy de acuerdo con ella en muchas de sus creencias, esto no tiene por qué ser un problema “conservador”. Es un tema a favor de los niños. Gracias a Dios por los que han dicho “basta”. Oremos para que más y más personas se opongan a esta locura, defendiendo a nuestros hijos que deben ser protegidos de esta ideología devoradora.