Por el Personal de HLI
Cada 22 de enero el movimiento provida recuerda el trágico aniversario de las sentencias Roe v. Wade y Doe v. Bolton del Tribunal Supremo de EEUU, cuyo efecto combinado fue la legalización del aborto en todo el país durante todo el embarazo y por cualquier motivo. Por culpa de estas demenciales sentencias, han muerto más de 60 de millones de bebitos y bebitas que no habían nacido todavía, y número similar de mujeres ha sido heridas profundamente en su alma y en su cuerpo.
Las diócesis católicas de la nación recuerdan este fatídico evento por medio del Día de Oración para la Protección Legal del Niño No Nacido. La Instrucción General del Misal Romano (n. 373) declara que “este día será observado como un día especial de oración por la plena restauración de la garantía legal del derecho a la vida y de penitencia por las violaciones a la dignidad de la persona humana cometidas por medio de actos abortivos”.
Una de las maneras más visibles por medio de la cual expresamos nuestro compromiso con la protección del niño no nacido es la Marcha por la Vida que se lleva a cabo en Washington, DC. Este año de 2018 se cumplió el aniversario no. 45 de las sentencias abortistas mencionadas arriba. En esta ocasión, el 19 de enero, marcharon más de medio millón de personas comprometidas con la defensa de la vida de nuestros hermanitos y hermanitas más indefensos. La mayoría de los marchantes eran jóvenes.
El tema de la Marcha de este año fue “El amor salva vidas”. ¡Cuán cierto es! Cuando reflexionamos sobre el hecho extraordinario de que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, de que a Él le complació traernos a la existencia, de que nos ama con un amor infinito y de que nos ha creado para un propósito, nos damos cuenta de que no podemos agotar este maravilloso misterio. Sentimos que nuestros corazones se llenan de gratitud y también nos sentimos impulsados a compartir esta amor salvífico de Cristo con los demás, para que también ellos sepan que sus vidas tienen sentido, son valiosas y poseen una dignidad infinita. Después de todo, si queremos saber qué es de verdad el amor, sólo necesitamos pasar un poco de tiempo meditando en Cristo crucificado. Él entregó su vida por cada uno de nosotros por amor, y nosotros debemos intentar seguir su ejemplo.
“Cada uno de nosotros es el resultado de un pensamiento de Dios. Cada uno de nosotros ha sido deseado y amado por Él. Para Él cada uno de nosotros es necesario. No hay nada más hermoso que ser gozosamente sorprendido por el Evangelio, por el encuentro con Cristo. No hay nada más bello que conocerlo y compartir con los demás nuestra amistad con Él” (Papa Emérito Benedicto XVI, inauguración de su pontificado, 2005).
Consideremos los muchos héroes anónimos que han trabajado constante e incansablemente a favor de la vida humana durante las últimas décadas. Personas ordinarias que día tras día, durante los últimos 45 años, han estado orando por el fin del aborto. Ya sea que esas súplicas hayan sido elevadas a Dios durante la adoración ante el Santísimo Sacramento, en el propio hogar o estando en pie frente a un centro abortivo, ya sea en medio de un frío helado o un calor agotador, cada una de esas oraciones y sacrificios hace la diferencia.
También ha habido voluntarios dedicados que trabajan en centros de ayuda provida para las mujeres embarazadas tentadas por el aborto, otros que aconsejan a las mujeres que se acercan al centro de abortos para ofrecerles ayuda y para que respeten la vida de sus hijos, y otros que atienden a mujeres y a sus bebé que ya han sido rescatadas del aborto en hogares para madres solteras. Luego, estas mujeres rescatadas han dado testimonio de que el amor realmente salva vidas.
Las personas que participaron en esta Marcha por la Vida tuvieron la posibilidad de recibir una indulgencia plenaria según las condiciones habituales. También los que no participaron debido a que por razones de fuerza mayor estaban confinados en sus hogares también tuvieron esa oportunidad.
Al orar por la protección de los niños y las niñas que no han nacido todavía, no debemos olvidar el pedir por los que sufren debido a un aborto. La angustia y el remordimiento de tantas mujeres que han abortado y de otras personas que de una forma u otra se han involucrado en la comisión de un aborto son reales y muy dolorosos. El ministerio de la Iglesia Católica Proyecto Raquel, en EEUU y otros países (América Latina y España), proporciona reconciliación y sanación con una actitud de compasión y sin juzgar a nadie a las personas que sufren el trauma post aborto y que están arrepentidas del aborto. Hay esperanza para estas personas, porque la misericordia de Dios es infinita y está disponible para todos los que lo buscan con sincero corazón.
Ya sea que hayamos participado físicamente en esta u otras marchas, que la hayamos seguido por la televisión o la Internet, o que hayamos orado de una u otra manera por el fin del aborto, por los bebés no nacidos, por la reconciliación y sanación de las personas que se han involucrado en un aborto y por la conversión de los que apoyan este crimen, nunca olvidemos que cada uno de nosotros ha sido deseado por Dios, que cada uno de nosotros es necesario, que cada uno de nosotros es amado infinitamente por Él, y que el amor sí salva vidas.
Allison LeDoux contribuyó a este artículo.
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