Volvamos a explorar lo que ocurre en la fertilización y en las implicaciones de ello para el desarrollo ulterior del embrión humano. Ya hemos señalado que, una vez completada la fertilización, el cigoto que resulta de ella tiene una composición genética que le es propia y que es distinta del padre y de la madre, aunque proviene de ambos. Hemos dicho también, que en esa estructura genética está programado todo lo que es y desarrollará ese embrión humano. Ahora queremos añadir algo que en realidad ya dijimos, pero que aquí cobra una importancia especial. Dijimos que el embrión dirige su propio crecimiento [1]. Esta dirección está impartida en la programación genética que se encuentra en el cigoto como resultado de la fertilización.

 

Vamos a explicar esto un poquito más. Hemos dicho que en cada célula del cuerpo humano hay 23 pares de cromosomas. Esos 23 pares de cromosomas son como unos hilos enrollados muy apretadamente que juntos forman un hilo grande, que si se desenrrollara mediría como un metro de largo. Ese “hilo grande” es una molécula de ADN (= Ácido Desoxiribo Nucleico). La importancia del ADN es capital, pues contiene la codificación genética que es única para cada persona [2]. Tan así es, que actualmente se utiliza el ADN para identificar, por ejemplo, los restos de personas que han muerto en la guerra [3].

 

El ADN contiene el lenguaje de la vida, o mejor aún, “la sinfonía de la vida”, como ha dicho elocuentemente el eminente especialista en genética y el que descubrió la causa del Síndrome de Down, el ya difunto Dr. Jerome Lejeune [4]. Es decir, en el ADN de esa primera célula (el cigoto) que es ya el ser humano, están contenidos todos los “mensajes”, que luego irán manifestándose e “instruyendo” a ese organismo respecto de qué tiene que desarrollar, etc. Ello implica también que las células que componen al embrión en sus primerísimas etapas de desarrollo se comunican entre sí [5]. Es decir, forman un todo sincronizado. No son simplemente “un puñado de células” ni tampoco son “parte de la madre”, como algunos pretenden hacernos creer.

 

Notas: (para obtener todos los detalles de las fuentes que aparecen a continuación, por favor, consulte las notas de los artículos anteriores en esta misma sub-sección.)

[1]. Cf. Holtzer et al., “Induction-dependent and lineage-dependent models for cell-diversification are mutually exclusive,” Progress in Clinical Biological Research 175:3-11 (1985). Fuente citada en Irving.

[2]. Cf. Irving en su respuesta al “mito 11”.

[3]. Cf. Lejeune, págs. 31-32.

[4]. Cf. Joseph A. Wottering, “EL DNA: Argumento científico para poner fin a los abortos”, Biblioteca Electrónica de Vida Humana Internacional, http://www.vidahumana.org/vidafam/aborto/dna.html, información bajada el 12 de enero del 2007.

[5]. Cf. Lejeune, la cubierta trasera del libro, págs. 39 y 44.

 

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