El globalismo ataca la vida, la familia y la soberanía nacional (I)
Adolfo J. Castañeda, MA, STL
Director de Educación
Vida Humana Internacional
Aviso: Para este artículo nos hemos basado en gran parte en el libro del pensador argentino Agustín Laje, GLOBALISMO. Recomendamos mucho su adquisición y lectura.
Introducción
En general, el globalismo es el intento de establecer un gobierno mundial por parte de ciertas organizaciones supranacionales. Estas organizaciones y los individuos que las dirigen y financian quieren controlar a las personas, sus familias y sus gobiernos. Quieren imponer una ideología antivida y antifamilia. Se trata de una ingeniería social global.
El globalismo no es lo mismo que la globalización, aunque en ciertos casos pudieran coincidir. Pero la globalización es más bien de carácter económico. Diferentes países se ponen de acuerdo en producir juntos ciertos bienes. Por ejemplo, la producción de un lápiz requiere que distintas regiones del mundo produzcan la cubierta de madera, otras el metal que alberga el caucho para borrar, otras ese mismo caucho y otras el grafito que va dentro de la cubierta de madera. Y de manera eficaz y sorprendente, sin ninguna dirección gubernamental, se ponen de acuerdo en juntar estas partes y fabricar el producto final: el lápiz.
La globalización puede ser buena o mala según se lleve a cabo. Si se realiza con justicia económica para todos, entonces es buena. Pero si se utiliza, por ejemplo, la explotación infantil en la labor minera para obtener metales para las baterías entonces es mala.
Pero el globalismo presente es siempre malo porque intenta controlar, en manos de unos pocos poderosos, a personas, sus libres asociaciones y sus gobiernos. Por medio de este control intentan imponerles la ideología del aborto, el género y el transgenerismo, el control demográfico, así como una drástica limitación de sus justas libertades civiles y políticas.
El globalismo está en estado embrionario
Según Agustín Laje, en el momento presente el globalismo se encuentra en estado embrionario. Ello significa que sus actores todavía no han logrado establecer el gobierno mundial antivida y antifamilia que desean.
Mientras tanto, varios grupos supranacionales y sus dirigentes ejercen mucho poder en muchos países. Utilizan sus gobiernos nacionales como Estados proxis o representantes suyos, para llevar a cabo sus agendas globalistas y antivida. Estas agendas abarcan todos los ámbitos de la vida social, política y económica: la educación, la salud, el mundo empresarial, la misma política, etc.
Los globalistas utilizan a la ONU como escenario global para planear sus objetivos. Quieren convertirla eventualmente en un gobierno mundial. Pero controlado por ellos por medio de una ingeniería social global.
Esta ingeniería consiste esencialmente en cambiar la mentalidad de la gente para que se ajuste a sus ideologías. Ello lo llevan a cabo principalmente por medio de la propaganda mediática y la educación a todo nivel, comenzando por los niños y terminando con los universitarios.
¿Quiénes forman parte del globalismo?
Algunas de las organizaciones internacionales globalistas que ejercen cierto poder directo sobre las naciones son: Las Naciones Unidas (ONU) y sus más de 50 agencias, la Organización de Estados Americanos (OEA) y su Corte Interamericana de “Derechos Humanos” (CIDH) y la Unión Europea (EU). En el caso de la ONU, su mayor plan de acción globalista es la Agenda 2030 que ya hemos denunciado en artículos anteriores.
Prácticamente todos los gobiernos ricos liberales de Europa Occidental, Asia y Oceanía, además de Canadá, especialmente sus presidentes y muchos de sus parlamentarios tienen una mentalidad globalista. La única excepción en estos momentos es el presidente Trump y su gabinete. El nuevo presidente de Argentina, Javier Milei, es también un acérrimo anti-globalista.
Entre las ONG (organizaciones no gubernamentales) globalistas que tienen mucho poder e influencia política y económica se encuentran el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), dirigido por el economista alemán Klaus Schwab; y la organización abortista y pervertidora de menores por medio de su “educación” sexual, la Federación Internacional de Planificación de la Familia (IPPF, por sus siglas en inglés), que tiene asociaciones miembro en casi todos los países, incluyendo los de América Latina y España.
También están ciertas empresas financistas muy poderosas, como Black Rock, cuyo CEO es el globalista Larry Fink y The Vanguard Group, cuyo CEO es el también globalista Salim Ramji. Estas empresas tienen mucha influencia mundial y manejan muchos billones de dólares (trillones en inglés).
Hay otras empresas poderosas que tienen fundaciones o asociaciones que ellas controlan y que se dedican a una falsa “filantropía” antivida y antifamilia, como las Open Society Foundations del magnate financista George Soros, la Fundación Bill y Melinda Gates, las Fundaciones de los Rockefeller y la Ford Foundation.
Por último tenemos ciertas organizaciones semi-secretas que influyen en gobiernos, las organizaciones supranacionales y las ONG ya mencionadas, como el Grupo de Bilderberg, la Comisión Trilateral y el Consejo para las Relaciones Internacionales. Estos grupos son poco conocidos debido a su secretismo. Pero actúan detrás de las bambalinas con lamentable eficacia e influencia.
Algunos pensadores buenos consideran, y no les falta razón, que el conjunto de estas organizaciones semi-secretas constituyen una especie de “estado profundo” detrás del “estado profundo”. En el caso de EEUU, por ejemplo, el “estado profundo”, que estas organizaciones semi-secretas tratan de manipular, son algunos de los miles de miembros de las agencias del ejecutivo, a quienes nadie ha elegido, que violan su deber patrio al intentar sigilosamente de imponer sus propias agendas que no benefician al país, sino ideologías globalistas.
Entre esas agencias están el Buró Federal para la Investigación (FBI, por sus siglas en inglés), la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés), el Departamento de Seguridad de la Patria (DHS, por sus siglas en inglés) y la Agencia para el Desarrollo Internacional de EEUU (USAID, por sus siglas en inglés). Gran parte de la labor del Departamento para un Gobierno Eficiente (DOGE, por sus siglas en inglés), establecido por el presidente Trump, es limpiar ideológica y económicamente a estas agencias de su personal globalista y del despilfarro y mal uso del dinero de los contribuyentes.
¿Cómo comenzó el globalismo?
El globalismo comenzó con el establecimiento de la ONU en 1945 al terminar la II Guerra Mundial. Los Estados triunfantes se pusieron al frente del destino del mundo. En 1948 promulgaron la Carta de la ONU y los derechos humanos, los cuales, según la ideología globalista, no provienen de Dios, sino del consenso político de los poderosos. Estos derechos siguen aumentando. Por ejemplo, tenemos los “derechos sexuales y reproductivos”, frase atrayente pero engañosa para encubrir el aborto, en vez de promover una auténtica salud de la reproducción. El globalista John D. Rockefeller, Jr., financió la sede de la ONU en Nueva York, que terminó de construirse en 1950.
Los primeros derechos que fueron redactados en principio son buenos, como el derecho a la vida. Sin embargo e intencionalmente, en la redacción de ese derecho no se definió el comienzo de la vida del ser humano en la concepción. Ello sucedió debido a la influencia de la en aquel entonces Unión Soviética, primera nación en legalizar el aborto en las primeras décadas del siglo XX. También tuvo una poderosa influencia la Primera Dama de EEUU, Eleanor Roosevelt, miembro del comité redactor. La Sra. Roosevelt fue influenciada a su vez por su amiga Margaret Sanger, co-fundadora de la IPPF y activista a favor del aborto, la anticoncepción, el falso amor “libre” y la perversa ideología de la eugenesia.
Pronto la ONU comenzó a adjudicarse funciones más allá de asegurar la paz y el respeto de los derechos humanos. Empezó a pretender tener control sobre la educación, la salud, la política, la cultura, la ciencia y el cuidado del medio ambiente. La ONU exigió que todos los países se rijan por sus principios. Aunque no tiene poder legal vinculante, sí ejerce mucha presión económica y política en países débiles política y económicamente. Con el tiempo no solo los países ricos sino también grupos poderosos, como los mencionados, la dirigen.
¿Cómo intentan legitimarse los globalistas?
Según Agustín Lage, los globalistas intentan legitimarse ante el mundo por medio de la tecnología y la filantropía. Ellos dicen poseer los medios técnicos (el saber) y el dinero, para “resolver” los problemas globales que ellos mismos se inventan y utilizan: pandemias, cambio climático, crisis de población, conflictos, etc.
Los globalistas dicen que todo lo que hacen es en favor de la “Humanidad”. Pero este término es abstracto. No significa nada en concreto. Ya no se trata de ciudadanos nacionales, sino “globales”. Pero un ciudadano “global” no le debe ninguna lealtad a ningún país y los globalistas tampoco quieren que se la deba a su familia, su iglesia o su asociación libre.
Los globalistas hablan de respetar soberanías y democracias. Pero eso es falso. Ellos no representan a ningún ciudadano. Utilizan a los Estados para sus propios fines globalistas. Sin embargo, la supresión del estado nacional es un proceso lento. Por eso por ahora utilizan a los estados, nos los suprimen.
¿Es el globalismo anti democrático?
Por todo ello, el globalismo es anti democrático. Los globalistas intentan imponer sus agendas de arriba para abajo. Desprecian al ciudadano de a pie y a la sociedad civil, ese conjunto de asociaciones libres (como las familias, las iglesias, las empresas y los grupos provida o de beneficencia) que forman un todo orgánico y que protegen a la persona de enfrentarse sola al Estado y ahora a los globalistas.
En los foros globalistas de la ONU, el WEF, etc., participan “representantes” de las naciones. Pero solo representan a sus gobiernos manipulados por los globalistas, no a sus pueblos (demos). Recordemos que la palabra “democracia” viene de los vocablos griegos “demos” (pueblo) y “Kratos” (poder). Es decir, la democracia es un sistema en el cual el poder reside en el pueblo. Y por “pueblo” no entendemos un montón de individuos atomizados sin vínculos significativos entre sí, sino un conjunto orgánico de ciudadanos comprometidos con sus asociaciones de libre iniciativa. El pueblo le concede al Estado su poder eligiendo a sus representantes, pero siempre teniendo el pueblo el control de ese poder. Puede haber otro sistemas justos. Ninguno es perfecto. Su bondad va a depender de los fines que se propongan y de los medios para alcanzarlos. Pero cuando hay buenos ciudadanos y dirigentes, hay mayor posibilidad de que se respeten los verdaderos derechos y deberes de todos, así como un auténtico bien común.
Pero en los foros globalistas, sus principales actores representan sus propios intereses y sus ideologías antivida y anti familia. Algunos ejemplos de estos foros son las conferencias de la ONU o de la OEA. En ellas participan políticos “comprados” por sus dirigentes. No es que los globalistas les paguen dinero por debajo de la mesa. Lo que ocurre es que les prometen ayuda para ser reelegidos o un puesto bien remunerado en sus agencias una vez que se vencen sus períodos en el poder.
Por otro lado, la mayoría de las ONG participantes en esas conferencias son globalistas y antivida, como las filiales de organizaciones internacionales abortistas, como la IPPF, Marie Stopes International o IPAS. De hecho, la ONU les pone trabas a los grupos que defienden la vida y la familia cuando estos grupos intentan participar. Por lo tanto estas ONG antivida no representan a la base, a sus respectivos pueblos, sino sus propios intereses. Pero presentan una pantalla de “sociedad civil”, para que la gente crea que responden a los genuinos intereses de los ciudadanos de los países que dicen estar “representados” en esos foros.
De hecho, estas ONG colaboran estrechamente con las agencias de la ONU, como lo hace la IPPF. Por ejemplo, en la Conferencia de la ONU en El Cairo en 1994, donde los globalistas intentaron imponer un falso “derecho” internacional al aborto, la IPPF dirigió una gran parte de ese foro.
Continuará.
___________________________________
Leave A Comment