El mito de la “sobrepoblación” y el crimen de la eutanasia

 

Padre Shenan J. Boquet

Presidente

Vida Humana Internacional

 

Publicado originalmente en inglés el 13 de Marzo de 2023 en: https://www.hli.org/2023/03/demography-and-euthanasia/.

 

Publicado en español en el Boletín Electrónico “Espíritu y Vida” de Vida Humana Internacional, el

16 de marzo de 2023.

Vol. 07.

No. 13.

 

Y también en www.vidahumana.org en Temas/Eutanasia y suicidio asistido\La ideología de la eutanasia

 

Vida Humana Internacional agradece a José A. Zunino la traducción de este artículo.

 

Después de décadas en las que el mito de la “sobrepoblación” ejerció un dominio absoluto en la imaginación popular, debido a su ubicuidad en los principales medios de difusión, gobiernos y organizaciones no gubernamentales (ONGs), una perspectiva diferente finalmente está comenzando a ganar audiencia.

 

En los últimos meses, un número creciente de artículos en los principales periódicos ha llamado la atención sobre el hecho de que, en muchas naciones desarrolladas, décadas de tasas de natalidad decrecientes nos han llevado al borde de un precipicio: las poblaciones en algunas naciones (como Japón) ya se están desplomando, y muchos otros países pronto le seguirán.

 

Es tentador para aquellos de nosotros que hemos advertido sobre el riesgo de un invierno demográfico que se avecina decir: “¡Se lo dijimos!”

 

Durante años se han burlado de nosotros simplemente por señalar realidades obvias, por ejemplo, que, contrariamente a todas las predicciones histéricas de personas como Paul Ehrlich y otros agoreros de la población, la pobreza y el hambre han disminuido significativamente a medida que la población mundial ha aumentado, y que la manía u obsesión por reducir la población mundial tendría terribles consecuencias a largo plazo.

 

Sin embargo, hay mucho en juego como para perder el tiempo con tal autocomplacencia. En este momento, existe una necesidad urgente de diálogos serios sobre cómo responder al problema de la despoblación de una manera que respete la dignidad de la persona y la ley moral. Si no tenemos estos diálogos ahora y comenzamos a encontrar soluciones creativas, corremos el riesgo de dejar el problema en manos de personas que no son aptas para la tarea.

Personas como Yusuke Narita, profesor auxiliar de economía en la Universidad de Yale. Como informó el New York Times, en varios comentarios recientes, Narita ha impulsado una criminal “solución” inquietante al problema de la población en su país de origen, Japón, es decir, el suicidio masivo de ancianos.

 

“Creo que la única solución es bastante clara”, dijo en un evento en 2021. “Al final, ¿no es un suicidio masivo y un ‘seppuku’ masivo de ancianos?”. Como explica el Times, “Seppuku es un acto de destripamiento ritual que era un código entre los samuráis deshonrados en el siglo XIX”.

 

Narita ha sido extrañamente franco sobre sus sentimientos al respecto, respondiendo a una pregunta de un niño sobre su propuesta de suicidio masivo señalando la película “Midsommar”, en la que un anciano miembro de un culto se ve obligado a suicidarse.

 

Hablando sobre el tema de la eutanasia en una entrevista, Narita declaró: “La posibilidad de hacerla obligatoria en el futuro surgirá del diálogo [sobre el tema]”.

 

 

Japón: un vistazo al futuro

 

Que esta sugerencia venga de un profesor japonés, sobre Japón, no es casualidad. Como escribí hace unas semanas, Japón nos está dando una idea de lo que les espera a muchas otras naciones, a menos que encuentren alguna manera de aumentar las tasas de natalidad.

 

Después de décadas de una tasa de natalidad muy baja, la desproporción de ancianos en Japón está creciendo rápidamente. Esto, a su vez, está creando un círculo vicioso. Con el número cada vez menor de jóvenes a los que se les asigna la tarea de apoyar económicamente al creciente número de ancianos, es cada vez menos probable que los jóvenes tengan hijos, que temen no poder sostener.

 

En una sociedad sana, la familia es el núcleo compacto que proporciona una red de apoyo que garantiza la seguridad y el florecimiento de cada miembro de la familia desde el nacimiento hasta la muerte. Sin embargo, dado que las familias japonesas son tan pequeñas o inexistentes, muchos ancianos se encuentran completamente solos en su vejez y, a menudo, tienen que trabajar mucho más allá de la edad de jubilación para poder mantenerse. Unos 30.000 japoneses mueren solos cada año, y sus cuerpos a veces no son descubiertos durante días o semanas.

 

También hay indicios de que los jóvenes están siendo víctimas de sentimientos de resentimiento hacia los ancianos, a quienes ven como un mal llamado “obstáculo” para su progreso económico. Este creciente resentimiento es a lo que el profesor Narita estaba dando voz. También es el sentimiento expresado en la entrada oficial de Japón para la categoría de entrada extranjera de los Premios de la Academia. La película Plan 75 imagina una sociedad en la que Japón no solo legaliza la eutanasia para cualquier persona mayor de 75 años, sino que también la incentiva activamente para aliviar la “carga” que el creciente número de ancianos constituye para la economía.

 

Según esta reseña, la película comienza con un tiroteo masivo en una casa de retiro, una señal de cómo el sentimiento público se ha vuelto en contra de un grupo demográfico que la gente considera un “parásito”. La película no pretende promover esta inquietante solución a los problemas demográficos de la nación. Todo lo contrario. Como señala la reseña de la publicación Variety, la película se caracteriza por una “especie de realismo melancólico, ya que Hiyakawa (el director) se centra en lo mal que ya están siendo tratados muchos ancianos: abandonados por familiares, ignorados por los servicios sociales, abandonados a su suerte.”

 

Como tal, la película es un referente inquietante, lo que sugiere cómo el discurso público sobre la demografía y el envejecimiento se está moviendo en una dirección muy preocupante.

 

 

Los ancianos son considerados “indeseables”

 

“No hay nada nuevo bajo el sol”, dijo el autor de Eclesiastés. “Lo que ha sido volverá a ser, lo que se ha hecho se volverá a hacer”.

 

Desafortunadamente, este principio parece aplicarse a los mayores males perpetrados por los seres humanos. Hace menos de 100 años que los eugenistas (los que buscan favorecer una raza “superior” y eliminar a los “inferiores”) lograron su mayor “triunfo” en el Tercer Reich, en el que Adolfo Hitler aplicó sistemáticamente sus principios para “eliminar” a los seres humanos considerados “indeseables”. En esta categoría, Hitler colocó no solo a los judíos, sino también a personas pertenecientes a una variedad de otras categorías, incluidos los discapacitados y los enfermos. Esas personas eran consideradas una “drenaje” para el estado y debían ser liquidadas en aras del “bien común”.

 

Como escribió recientemente el activista contra la eutanasia James Schadenberg:

 

Las predicciones del Dr. Narita sobre la eutanasia obligatoria son impactantes, pero no sin precedentes históricos. Las sociedades nunca han sido inmunes a la reducción de grupos vulnerables a “indeseables”. Como se vio en los programas de eugenesia y eutanasia del siglo XX, a veces se ignoran los derechos humanos para “lidiar” con las tensiones financieras atribuidas a estos grupos. El Dr. Narita no es la primera persona en sugerir la eutanasia como método para reducir el gasto en atención médica, ni será la última.

 

La “cultura” de la muerte es una bestia devoradora que se alimenta de vidas humanas. Desde hace muchas décadas en Occidente, el principal ámbito en el que se ha manifestado la “cultura” de la muerte es en el comienzo de la vida. El recuento de cuerpos es asombroso para considerar: cientos de millones de niños no nacidos abortados. Además, están los innumerables niños que nunca fueron concebidos en primer lugar, debido al despliegue generalizado de tecnologías anticonceptivas contra la vida.

 

Y al decir esto no estamos condenando a nadie que se haya involucrado en el aborto, en la anticoncepción o en el crimen de la eutanasia. Condenamos estos males, no a las personas. Sin embargo, a estas personas respetuosamente las urgimos al arrepentimiento y al cambio de vida. La Iglesia Católica está lista para brindarles el perdón misericordioso de Dios y Su sanación interior. Solo exige un sincero arrepentimiento.

 

Habiendo tenido tanto éxito en prevenir y matar la vida humana al comienzo de la vida, la “cultura” de la muerte ahora está dirigiendo su atención al final de la vida, habiendo creado las mismas condiciones que hacen que más muertes parezcan para algunos la única “razonable” solución al problema que creó en primer lugar. Ver lo que está pasando en Japón, y que está empezando a ocurrir en muchas otras naciones, es desgarrador. Las condiciones sociales emergentes, caracterizadas por una creciente soledad, división y resentimiento mutuo, tienen poco en común con los ideales de solidaridad, respeto y compasión expresados en la enseñanza social católica.

 

Considere la visión de las personas mayores esbozada en el documento del Pontificio Consejo para los Laicos (PCL): “La dignidad de las personas mayores y su misión en la Iglesia y en el mundo”. Ese documento afirma que la familia será el aglutinante que mantenga unida a la sociedad, poniendo a jóvenes y ancianos en una relación mutuamente beneficiosa y enriquecedora.

 

“Las personas mayores tienen derecho a un lugar en la sociedad y más aún a un lugar de honor dentro de la familia”, escribe el PCL. “La familia está llamada a ser una comunión de personas. Es necesario recordarle su misión especial de fomentar, manifestar y comunicar el amor, y su deber de brindar asistencia a sus miembros más débiles, en particular a los ancianos, y rodearlos de afecto”.

 

Dentro del contexto de la familia, los ancianos pueden beneficiarse del cuidado de los jóvenes, mientras que los jóvenes pueden beneficiarse de la sabiduría y experiencia de los ancianos. Ambos se benefician de estar inmersos en una relación de amor abnegado que les abre los ojos a la dimensión trascendental de la vida humana, en la que se entiende que cada vida humana tiene un valor infinitamente mayor que cualquier contribución práctica que una persona pueda hacer a la economía.

 

Sin embargo, con la familia diezmada por una “cultura” de la muerte que ha promovido el divorcio, la falta de hijos y el hedonismo egoísta, los vulnerables ahora se encuentran expuestos a los duros vientos de cálculos económicos y sociales brutalmente impersonales. Como advierte el PCL: “La exclusión o ceguera de la dimensión trascendental, propia de nuestro tiempo, está fomentando cada vez más una tendencia a apreciar la vida sólo en la medida en que produce placer y bienestar, y a considerar el sufrimiento como una carga intolerable que debe eliminarse a toda costa”.

 

El resultado es que los ancianos se encuentran cada vez más categorizados como “indeseables”.

 

 

La vida que salves puede ser tu propia vida

 

La visión diabólica del profesor Narita y el futuro asesino alegre y blanqueado previsto en el Plan 75 son mundos diferentes de la visión de la Iglesia de una “civilización del amor” predicada en el contexto de la solidaridad. Sin embargo, como señaló acertadamente James Schadenberg anteriormente, Narita no será el último en plantear la eutanasia masiva como una “solución” deseable para nuestro invierno demográfico.

 

De hecho, ya en 1980, el Padre Paul Marx, OSB, el fundador de Human Life International, previó que el barco de nuestra cultura se dirigía hacia este iceberg. Con el tiempo, advirtió en un artículo sobre la eutanasia, no sólo su legalización, sino que bien podría volverse obligatoria:

 

“Estamos siendo testigos de la acumulación multinacional de una de esas ‘estructuras de pecado’ de las que habla el Papa Juan Pablo II”, escribió el Padre Marx, después de describir los crecientes esfuerzos por romper el tabú contra la legalización de la eutanasia. “Nuestra tarea es obstaculizar en la medida de lo posible la finalización de esta estructura, detenerla, si es posible, desmantelarla y, sobre todo, reemplazarla por algo más humano. Requerirá todo el esfuerzo y toda la creatividad que podamos aportar. Si fracasamos, la probabilidad de la eutanasia en todo el mundo se convertirá en una certeza”.

 

Escalofriantemente, el Padre Marx advirtió que nuestros esfuerzos por evitar la eutanasia legal podrían tener profundas consecuencias personales. El imperativo de luchar contra los esfuerzos para legalizar la eutanasia no es simplemente una cuestión de evitar que otros hagan algo profundamente inmoral y destructivo del orden social (es decir, acabar con sus vidas). También se trata de protegernos de ser asesinados nosotros mismos, señaló:

 

“Ya sea que lo deseemos o no, es probable que nosotros mismos muramos por la mano de otra persona como de cualquier otra manera, y cuanto más jóvenes somos en este momento, mayor es la probabilidad”, escribió el Padre Marx en ese artículo. “Como dice el dicho estadounidense, ‘La vida que salves puede ser tu propia vida’”.

 

Palabras escalofriantes. Pero vale la pena prestar atención cuando vemos a un profesor de una de las universidades más prestigiosas del planeta que sugiere que los ancianos pueden tener la responsabilidad moral de terminar con sus vidas, y cuando vemos a naciones como Canadá, que han legalizado el suicidio asistido y la eutanasia, arrojándose de cabeza por la pendiente resbaladiza que lleva hacia la muerte y, en muchos casos,  hacia su propia aniquilación.