El Papa Francisco preocupado por la actual “cultura” de la despoblación

 

Padre Shenan J. Boquet

Presidente

Vida Humana Internacional

 

Publicado originalmente en inglés el 29 de enero del 2024 en: https://www.hli.org/2024/01/pope-francis-depopulation/

 

Vida Humana Internacional agradece a José A. Zunino la traducción de este artículo.

 

Aquí está el titular de un artículo reciente en la revista America Magazine: “¿Porqué al Papa Francisco le preocupa la disminución de las tasas de natalidad?”.

El artículo fue escrito en respuesta a los recientes comentarios del Papa Francisco a la Asociación para la Subsidiariedad y la Modernización de las Autoridades Locales (ASMEL), en los que el Santo Padre expresó su preocupación por la disminución de la tasa de natalidad en muchas naciones.

En estos comentarios, el Papa hizo referencia a una “cultura de despoblación”. Como lo ha hecho en el pasado, el Papa Francisco vinculó esta cultura a la creciente tendencia en la que los matrimonios eligen una mascota en lugar de formar una familia. “La gente no tiene hijos; es más fácil tener un perro”, dijo a los asistentes a la reunión. Sin embargo, “necesitamos niños. En Italia, España hay necesidad de niños”.

“Debemos tomarnos en serio el problema de la natalidad, debemos tomárnoslo en serio porque ahí está en juego el futuro del país, ¿no es así?” añadió. “El futuro está en juego. Tener hijos es un deber para sobrevivir, para seguir adelante. Piensa sobre esto. Este no es un anuncio de una agencia de maternidad, no, no; pero quiero subrayar esto: el drama de la falta de natalidad. Esto debe considerarse muy seriamente”.

 

La población de Italia se está reduciendo rápidamente

 

En cuanto a la pregunta que plantea el titular del medio escrito de Estados Unidos: es decir, ¿por qué está tan preocupado el Papa?  La respuesta no podría ser más obvia: porque las tendencias demográficas son profundamente preocupantes. En sus comentarios sobre el tema, el Papa Francisco a menudo critica a Italia, señalando las realidades demográficas en ese país como un aviso para una crisis demográfica más amplia. No es difícil ver el porqué. La tasa de natalidad de Italia se ha desplomado en las últimas décadas. La tasa general de natalidad está actualmente muy por debajo del nivel de reemplazo: 1.24 niños nacidos por mujer. El nivel de reemplazo demográfico es aproximadamente de 2.1 hijos por mujer.)

El resultado es que hay 12 muertes por cada siete nacimientos, lo que significa que la población ya se está reduciendo rápidamente.

Al vivir en Italia, el Papa Francisco debe ver señales de esta caída libre demográfica en todas partes. Atrás quedaron las grandes y revoltosas familias italianas de antaño. Mientras que las iglesias italianas solían ser no sólo centros espirituales, sino también culturales y familiares, la mayoría de ellas ahora están inquietantemente vacías. Las iglesias parroquiales de Italia ya no ven la corriente de matrimonios y bautismos, seguidos de fiestas gigantescas con numerosas familias extendidas, como se ve en películas de antaño. Esto no se debe sólo a que los italianos hayan perdido la fe (aunque muchos de ellos la han perdido) sino a que muchas parejas simplemente no se casan y no dan la bienvenida a sus hijos.

 

 

La bomba de la implosión demográfica mundial ocupa los titulares

 

Sin embargo, en realidad Italia es sólo uno más entre una multitud de naciones en las que la visión de un bebé, o de un grupo de niños, es algo extraordinario. Consideremos sólo algunos titulares de los últimos meses: “Mandatos natalistas: Macron provoca revuelo con su llamamiento a reactivar la tasa de natalidad en Francia”, informa France 24. El artículo señala que el presidente francés pidió recientemente un “rearme demográfico”, en respuesta a la tasa de natalidad de Francia, la cual ha disminuido su nivel más bajo desde la Segunda Guerra Mundial. El Presidente sugirió que el país explore formas de aumentar los nacimientos.

Sin embargo, en respuesta a los comentarios de Macron, una serie de organizaciones y políticos de izquierda criticaron al presidente por intentar “controlar” los cuerpos de las mujeres. El artículo concluye señalando que poco después de los comentarios de Macron, los políticos franceses tomaron medidas para insertar el “derecho” al aborto en la constitución del país.

¿Hay palabras para describir una locura suicida como esa?

Mientras tanto, hace unas semanas la revista Time publicó el siguiente artículo: “Corea del Sur espera que su tasa de fertilidad, que ya es la más baja del mundo, siga cayendo”. Los problemas de natalidad de Corea del Sur hacen que, en comparación, los de Italia parezcan leves. Como es bien sabido, la tasa media de natalidad de reemplazo es de aproximadamente 2.1 niños nacidos por mujer. ¡En Corea del Sur la tasa de natalidad se ha desplomado a sólo 0.72 niños nacidos por mujer! Y los funcionarios surcoreanos esperan que la tasa de natalidad siga cayendo, hasta llegar a 0.65 en los próximos años. “A principios de este mes”, se lee en el artículo de Time, “el candidato a ministro de Finanzas, Choi Sang-mok, comparó los peligros de la demografía de Corea del Sur con el iceberg que hundió el Titanic, diciendo que ya es demasiado tarde para revertir la tendencia simplemente a través de las tasas de fertilidad”.

Se podría seguir y seguir: “La caída de las tasas de fertilidad está creando problemas para América Latina”, se lee en un artículo publicado en The Economist el 18 de enero. “La población de China cae por segundo año, con una tasa de natalidad récord”, se lee en otro publicado lo siguiente “La caída de la tasa de natalidad de Taiwán no se debe sólo al dinero, sino también a las expectativas de género”, se lee en otro, informando que la tasa de natalidad de Taiwán se encuentra ahora en el punto más bajo: 0.87 niños nacidos por mujer.

 

Los jóvenes adultos eligen no tener hijos

 

Todos estos artículos se publicaron apenas el mes pasado. El cuadro compuesto que pintan es sorprendente. Parece que después de décadas de catastrofismo demográfico en forma de terribles advertencias sobre la falsa “superpoblación”, el mundo está a punto de verse (y en algunos casos ya está) convulsionado por shocks sociales y económicos debido a una despoblación endémica y catastrófica.

Si bien la demografía de Estados Unidos parece positiva en comparación con naciones como Japón, Corea del Sur, Italia y Taiwán, en realidad nuestro país está avanzando rápidamente por el mismo camino que estas naciones. La tasa de natalidad de Estados Unidos ha disminuido un 30% en 15 años y ahora asciende a sólo 1.64 niños nacidos por mujer, muy por debajo del nivel de reemplazo.

Como en otras naciones que han visto tendencias antinatalistas, la tendencia no muestra signos de revertirse, en parte porque la falta de hijos parece estar convirtiéndose en parte de la cultura.

Una encuesta reciente entre jóvenes residentes en el Reino Unido es típica y revela que un porcentaje sorprendentemente pequeño de ellos tiene alguna intención de acoger a niños. La encuesta realizada a 7.000 personas de entre 18 y 59 años en el Reino Unido encontró que menos de una quinta parte de ellas dicen estar seguras de querer tener hijos. Es cierto que otro 30% indicó que “probablemente” acogería a niños. Pero, aun así, la balanza del deseo está claramente inclinada hacia la falta de querer tener hijos.

En otras palabras, parece que la reducción de la tasa de natalidad en el Reino Unido (y en otros lugares) no se debe necesaria y principalmente (como a veces especulan los demógrafos) a alguna confluencia de desafíos económicos o prácticos actuales, sino más bien a un deseo profundamente arraigado de evitar a los niños.

Comentario del Editor: Muchos jóvenes adultos del primer mundo han sido engañados por los globalistas mentirosos que alegan falsamente que el tener más hijos va a dañar el medio ambiente.

 

Esto no quiere decir que estos factores prácticos no desempeñen ningún papel. Sin embargo, las generaciones anteriores también enfrentaron importantes incertidumbres económicas, a menudo mucho peores que las generaciones actuales, y aun así expresaron, como mínimo, un deseo de dar la bienvenida a los niños: un deseo que a menudo llevaría a las parejas a acoger a los niños a pesar de los desafíos a menudo inevitables.

 

 

La falta de hijos: “degeneración cultural”

 

De hecho, una de las grandes ironías es que la tasa de natalidad suele ser más baja en muchas de las naciones más ricas del mundo. Y no sólo las más ricos, sino también los más estables socialmente, de maneras que muchos de nuestros antepasados habrían encontrado insondablemente envidiosas.

Es con amarga ironía que uno lee periódicos que informan, por ejemplo, que la tasa de natalidad de Italia se desplomó después de la crisis de 2008. La implicación es que los futuros padres simplemente no pueden decidirse a darle la bienvenida a sus hijos debido al temor a la incertidumbre económica.

Pero si bien esto puede ser una verdadera evaluación del pensamiento consciente de muchas personas, no se puede evitar comparar el poder de este miedo paralizante con la valentía de los padres en muchos países en desarrollo, en los que las condiciones económicas son mucho, mucho peores que cualquier cosa experimentada por italianos comunes y corrientes, y que, sin embargo, están experimentando tasas de natalidad mucho más altas. En muchas de estas naciones, uno encuentra una alegría positiva al traer familias numerosas al mundo, incluso en medio de la incertidumbre, en la conciencia de que hay pocas cosas más preciosas y satisfactorias que la vida familiar.

Ésta es, sin duda, la razón por la que el Papa Francisco ha sido tan “duro” con los italianos, con sus mascotas y su elección de no tener hijos. “No nos resignemos a un aburrimiento y un pesimismo estériles”, dijo el Santo Padre en una reunión de organizaciones a favor de la familia en 2023. “No creamos que la historia ya está marcada, que no se puede hacer nada para revertir la tendencia”. Algunos años antes, en 2014, el Papa Francisco habló de la decisión de sustituir la formación de una familia por la adopción de la tenencia de una mascota como un signo de “degeneración cultural”. “Una relación emocional con los animales es más fácil, más programable”, dijo en ese momento. “Tener un hijo es algo complejo”.

De hecho, si bien el Santo Padre ha sido criticado por grupos y periódicos liberales por “juzgar” o ser “insensible” con los dueños de mascotas, está bastante claro que en los comentarios anteriores ha puesto el dedo en el pulso del problema. El problema no es tener una mascota. El problema es la esterilidad. No, por supuesto, la esterilidad no elegida, la cual es profundamente dolorosa, pero que puede servir incluso para abrir aún más los corazones de un matrimonio, para elegir el amor radical de la adopción, sino una esterilidad elegida por el miedo: el miedo a lo impredecible, el miedo a perder ciertos modos de vida y, sobre todo, de la vida humana.

 

 

Un mundo sin niños, un mundo silencioso y aburrido

 

No hay nada más impredecible que una nueva vida humana, dotada de un alma inmortal y el don del libre albedrío. Para traer una vida así a nuestra vida se requiere una valentía fundamental, una confianza, un coraje, una vitalidad, que es lo opuesto a los “estériles embotamiento y pesimismo” criticados por el Santo Padre. Una de las características centrales de la vida es su imprevisibilidad y a menudo peligrosa, y no menos que en el caso de la vida humana.

Pero ¿quién querría un mundo sin vida, un mundo poblado únicamente por materia inanimada? ¡Qué aburrido! ¡Qué estéril!

Estas sociedades que han elegido el suicidio demográfico se caracterizan por el inquietante vacío del patio de la escuela y la monótona previsibilidad de gran parte de la vida humana adulta. En tales sociedades no hay juegos bulliciosos, ni risas ni hilaridad inesperadas. En cambio, hay trabajo, impuestos y una vida perfectamente planificada que apunta a una jubilación cómoda y predecible, y todo a costa de un silencio profundo en el corazón del hogar, donde deberían estar la risa y la vida.

No vale la pena. Pero si no prestamos atención a las advertencias del Papa Francisco, muchas naciones desarrolladas, incluido Estados Unidos, se enterarán demasiado tarde para hacer algo al respecto.

____________________________________