El poder de la oración: Una resolución para el año nuevo

 

Padre Shenan J. Boquet – presidente de Vida Humana Internacional.

 

Publicado originalmente en inglés el 1 de enero del 2024 en: https://www.hli.org/2024/01/prayer-new-years/

 

Vida Humana Internacional agradece a José A. Zunino la traducción de este artículo.

 

 

“Se necesita urgentemente una gran oración por la vida, una oración que se eleve en todo el mundo. Que a través de iniciativas especiales y en la oración diaria, surja una súplica apasionada a Dios, Creador y amante de la vida, de cada comunidad cristiana, de cada grupo y asociación, de cada familia y del corazón de cada creyente”.

─ Papa San Juan Pablo II, Evangelium Vitae. No. 100.

 

La Navidad es un recordatorio de la primacía de la oración en la vida del cristiano. Todo lo relacionado con la historia de la Navidad y la escena de Belén actúa como una llamada a la contemplación. No hay ruido ni bullicio en el establo. En cambio, vemos a José y María contemplando tranquilamente el rostro de Dios, en estado de paz y reposo.

 

Sentarse y contemplar el rostro de un niño no es algo evidentemente útil. No aumenta el PIB de la nación; no paga las cuentas; no lucha contra la injusticia ni mejora la pobreza; no produce nada; ni siquiera cubre las necesidades inmediatas del bebé.

 

Y, sin embargo, toda madre reconoce que este silencioso acto de agradecimiento es uno de los mejores usos posibles de su tiempo y desearía tener más tiempo para dedicarlo de esta manera. Mirar a su hijo llena su corazón de asombro y gratitud. Y de alguna manera inescrutable, sabe que es la única respuesta apropiada al milagro de una nueva vida humana.

 

Es en la contemplación llena de asombro de algo bueno donde la naturaleza humana encuentra su realización más profunda. No somos simplemente animales que vivimos, respiramos y actuamos; Somos seres espirituales, conocedores, hambrientos de la verdad y cuyo propósito más elevado se encuentra en la contemplación extática de lo bueno, lo verdadero, lo bello y, en última instancia, de Dios.

 

Ésta es, en gran medida, la razón por la que la Iglesia ha elevado a la Santísima Madre como modelo ideal del cristiano. María no “hizo” mucho. La obra de su vida consistió en el acto de amar a su Hijo, en ofrecer un “sí” sin reservas al amor que Él le ofrecía.

 

 

Año nuevo: un momento para mirar hacia adelante

 

Es conveniente, por tanto, que la Iglesia celebre la solemnidad de María, Madre de Dios, el primer día del nuevo año. Al hacerlo, la Iglesia eleva ante nuestros ojos el modelo principal que debemos tratar de imitar en el próximo año.

 

Es común comenzar un nuevo año formulando “resoluciones de año nuevo”. Este impulso es encomiable. Hay algo profundamente atractivo en la pizarra en blanco de un nuevo año. Parece fresco, inmaculado, lleno de promesas, como un lienzo en blanco. Mientras tanto, el año saliente parece cansado y desgastado, manchado por las muchas formas en que no hemos cumplido las resoluciones del año anterior. Por lo tanto, al comenzar un nuevo año, nos esforzamos por reunir la energía, el coraje y la convicción para convertirnos en la persona que siempre supimos que deberíamos ser, pero que aún no hemos encontrado la fuerza para ser. Y entonces, sigue adelante y formula tus resoluciones. Sin embargo, no olvidemos que ninguna resolución que hagamos es más importante que la resolución de renovar y profundizar nuestra vida espiritual, nuestra relación con Dios.

 

De hecho, todas las demás resoluciones que uno pueda tomar deberían, en un grado u otro, estar subordinadas (en el sentido de servir) a esta resolución primaria. Es bueno decidirse a comer sano en el nuevo año, perder el exceso de peso, hacer ejercicio con regularidad, moderar el uso de las redes sociales, levantarse temprano y, en general, adoptar una vida más ordenada y disciplinada. Es bueno prometer leer buenos libros, donar más dinero a buenas causas y pasar más tiempo con amigos y familiares. Sin embargo, todas estas cosas, en última instancia, encuentran su valor en la medida en que sirven al único objetivo que importa: desarrollar una relación íntima con nuestro Padre Celestial. Es bueno mantener un horario de sueño disciplinado, para poder reservar tiempo para la oración por la mañana. Es bueno comer sano, para que puedas tener claridad mental y energía para orar bien. Es bueno pasar menos tiempo en las redes sociales, para tener más tiempo para la oración y la contemplación: sobre todo la oración continua, ininterrumpida, “incesante” que San Pablo recomienda en 1 Tesalonicenses 5, 16-18, es decir, el estado habitual de dedicar todo lo que se hace, cada pensamiento que se tiene, al amoroso servicio de Dios.

 

Al final, el fin último de la vida humana es pasar una eternidad en la contemplación amorosa de Dios. Ese es el fin para el cual hemos sido creados; ese es el fin hacia el que deben dirigirse todos nuestros pensamientos y acciones. Toda esta vida, por lo tanto, no es más que una preparación para ese estado del ser, un estado que podemos comenzar, incluso ahora, a disfrutar y vivir.

 

 

La importancia de la oración

 

Sin embargo, no es sólo que estemos hechos para la oración. También es cierto que la oración es poderosa.

 

Quienes formamos parte de los movimientos provida y familia deseamos, con razón, hacer del mundo un lugar mejor. Deseamos marcar la diferencia. Deseamos enfrentarnos valientemente a las fuerzas del mal, detener sus incursiones en nuestra cultura, proteger las vidas y las almas que amenazan. Deseamos cambiar las leyes y las instituciones culturales para que reflejen mejor los principios de la Cultura de la Vida.

 

Sin embargo, como escribió el Papa San Juan Pablo II en Evangelium Vitae, es en la oración donde encontramos la fuerza para hacer todo lo anterior.

 

El mismo Jesús nos ha mostrado con su ejemplo que la oración y el ayuno son las primeras y más eficaces armas contra las fuerzas del mal (cf. Mt 4,1-11). Como enseñó a sus discípulos, algunos demonios no pueden ser expulsados sino de esta manera (cf. Mc 9,29). Descubramos, pues, de nuevo la humildad y el coraje de orar y ayunar para que el poder de lo alto derribe los muros de la mentira y el engaño: los muros que ocultan a la vista de tantos de nuestros hermanos y hermanas la maldad de las prácticas y leyes hostiles a la vida. Que este mismo poder vuelva sus corazones hacia resoluciones y metas inspiradas por la civilización de la vida y el amor. (No. 100).

 

Como insinué la semana pasada, en la gran batalla para crear una Cultura de la Vida y oponernos a las maquinaciones de la cultura de la muerte, es fácil (¡demasiado fácil!) priorizar la acción sobre la oración. Este es un error sutil, pero fatal.

 

No es raro encontrar activistas que se “agotan”, porque han caído presa de la tentación de pensar que su acción es tan valiosa que nunca podrían permitirse el lujo de ceder: buscar la soledad y el refrigerio de la oración tranquila y contemplativa. En muchos casos la elección no es tan explícita: más bien, es simplemente que los activistas provida han permitido que la avalancha de acciones y acontecimientos se los lleven.

 

Irónicamente, a menudo es más fácil simplemente seguir trabajando, haciendo la siguiente tarea de la lista, organizando la próxima conferencia o recaudación de fondos o protesta, que escapar de la inundación y refugiarse en la oración. Este es siempre un resultado trágico. En los casos más trágicos, a veces vemos a estos activistas caer en los mismos males a los que aparentemente dedicaron su vida a combatir: infidelidad, divorcio, adicción, etc.

 

Sin embargo, priorizar la oración es poner las cosas en la perspectiva correcta. Es reconocer, sobre todo, que no somos más que servidores inútiles, y que en la medida en que cualquiera de nuestras acciones bien intencionadas produzca algún fruto digno de tener, es porque Dios ha elegido utilizarnos como sus humildes instrumentos.

 

Ésta es la convicción fundamental tan bien encarnada en la vida de la Madre Teresa. Por muchas personas moribundas y hambrientas que hubiera a las puertas de sus conventos, la Madre Teresa dedicaba horas cada día a la oración silenciosa ante el Santísimo Sacramento. Para los ojos utilitarios, ese tiempo era tiempo “desperdiciado”. Pero la Madre Teresa sabía que esa oración contemplativa era el fundamento de toda buena obra realizada por ella y su orden.

 

Sin beber de la fuente de toda caridad, la Madre Teresa sabía que sus propios recursos internos se agotarían rápidamente. Como escribe el cardenal Robert Sarah en su obra “Se hace tarde y anochece”: “La Madre Teresa afirmó que, sin la presencia intensa y ardiente de Dios en nuestros corazones, sin una vida de intimidad profunda e intensa con Jesús, somos demasiado pobres para cuidar de los pobres.”

 

Por esta razón, el buen Cardenal lanza esta advertencia: “Multiplicar los esfuerzos humanos, creyendo que los métodos y las estrategias tienen alguna eficacia en sí mismos, será siempre una pérdida de tiempo. Sólo Cristo puede dar su vida a las almas; lo da en la medida en que él mismo vive en nosotros y se ha apoderado de nosotros por completo. El valor apostólico de un apóstol se mide únicamente por su santidad y por la intensidad de su vida de oración”.

 

 

Contemplar a la Sagrada Familia

 

Y así, durante esta temporada navideña, y en particular en esta gran Solemnidad de María, la Madre de Dios, busquen en María y la Sagrada Familia la inspiración sobre qué hacer de manera diferente en el próximo año.

 

¿Quieres luchar por la Cultura de la Vida? ¿Quieres oponerte a los males que se han infiltrado en la Iglesia? ¿Quieres oponerte a las maquinaciones de los activistas antivida y antifamilia? ¿Deseas convertirte en un mejor apóstol de Cristo? Comienza con la oración. Termina con la oración.

 

Especialmente si eres padre o madre, haz todo lo que puedas para inculcar un espíritu de oración en tu hogar, buscando el modelo en la Sagrada Familia. Este es el consejo del Papa San Juan Pablo II en Evangelium Vitae:

 

La familia celebra el Evangelio de la vida con la oración cotidiana, individual y familiar: con ella alaba y da gracias al Señor por el don de la vida e implora luz y fuerza para afrontar los momentos de dificultad y de sufrimiento, sin perder nunca la esperanza. Pero la celebración que da significado a cualquier otra forma de oración y de culto es la que se expresa en la vida cotidiana de la familia, si es una vida hecha de amor y entrega. (No. 93).

 

Que nuestros hogares sean lugares de intimidad con Cristo, desde donde el amor de Cristo se difunda por el mundo. Así se cambian las culturas. Así es como finalmente triunfará la Cultura de la Vida.

 

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Cómo hacer feliz y santa tu familia con los valores del Evangelio (V)

 

Adolfo J. Castañeda, MA, STL

Director de Educación

Vida Humana Internacional

www.vidahumana.org

 

En el artículo anterior de esta serie continuamos el tema sobre qué dice el Catecismo sobre la familia. Reiteramos que los números más importantes sobre la familia que se encuentran en el Catecismo son: 1652-1658, 2197-2233. En este artículo reproduciremos los números 2207-2213. Estos números abordan el tema de “La familia y la sociedad”. Como en este caso el texto es tan fácil de entender, no hemos creído necesario aportar ningún comentario. Sin embargo, recomendamos que su lectura sea pausada y atenta, para así poder comprender bien toda su riqueza.

Estamos convencidos de que es importante que todos los católicos y, especialmente en relación con el tema de la familia, los jóvenes y los jóvenes adultos católicos conozcan el Catecismo. Recordemos que para poder defender la vida con eficacia también hay que defender la familia, la cual se funda en el matrimonio verdadero entre un hombre y una mujer, estable, duradero y abierto a la vida, que los hijos necesitan.

Si el Catecismo les parece muy largo y denso, recomendamos el Compendio del Catecismo, el cual es mucho más corto y fácil de entender. Para los jóvenes recomendamos el YOUCAT en español. Es muy bueno. ¡Todos los jóvenes y católicos adultos tienen el grave deber de conocer la doctrina de la Iglesia! ¡Sobre todo los padres de familia!

 

La familia y la sociedad

 

2207 La familia es la célula original de la vida social. Es la sociedad natural en que el hombre y la mujer son llamados al don de sí en el amor y en el don de la vida. La autoridad, la estabilidad y la vida de relación en el seno de la familia constituyen los fundamentos de la libertad, de la seguridad y de la fraternidad en el seno de la sociedad. La familia es la comunidad en la que, desde la infancia, se pueden aprender los valores morales, se comienza a honrar a Dios y a usar bien de la libertad. La vida de familia es iniciación a la vida en sociedad.

 

2208 La familia debe vivir de manera que sus miembros aprendan el cuidado y la responsabilidad respecto de los pequeños y mayores, de los enfermos o disminuidos, y de los pobres. Numerosas son las familias que en ciertos momentos no se hallan en condiciones de prestar esta ayuda. Corresponde entonces a otras personas, a otras familias, y subsidiariamente a la sociedad, proveer a sus necesidades. “La religión pura e intachable ante Dios Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en su tribulación y conservarse incontaminado del mundo” (Santiago 1:27).

 

2209 La familia debe ser ayudada y defendida mediante medidas sociales apropiadas. Cuando las familias no son capaces de realizar sus funciones, los otros cuerpos sociales tienen el deber de ayudarlas y de sostener la institución familiar. En conformidad con el principio de subsidiariedad, las comunidades más numerosas deben abstenerse de privar a las familias de sus propios derechos y de inmiscuirse en sus vidas.

 

2210 La importancia de la familia para la vida y el bienestar de la sociedad entraña una responsabilidad particular de ésta en el apoyo y fortalecimiento del matrimonio y de la familia. La autoridad civil ha de considerar como deber grave el reconocimiento de la auténtica naturaleza del matrimonio y de la familia, protegerla y fomentarla, asegurar la moralidad pública y favorecer la prosperidad doméstica.

 

2211 La comunidad política tiene el deber de honrar a la familia, asistirla y asegurarle especialmente:

 

— la libertad de fundar un hogar, de tener hijos y de educarlos de acuerdo con sus propias convicciones morales y religiosas;

 

— la protección de la estabilidad del vínculo conyugal y de la institución familiar;

 

— la libertad de profesar su fe, transmitirla, educar a sus hijos en ella, con los medios y las instituciones necesarios;

 

— el derecho a la propiedad privada, a la libertad de iniciativa, a tener un trabajo, una vivienda, el derecho a emigrar;

 

— conforme a las instituciones del país, el derecho a la atención médica, a la asistencia de las personas de edad, a los subsidios familiares;

 

— la protección de la seguridad y la higiene, especialmente por lo que se refiere a peligros como la droga, la pornografía, el alcoholismo, etc.;

 

— la libertad para formar asociaciones con otras familias y de estar así representadas ante las autoridades civiles.

 

2212 El cuarto mandamiento ilumina las demás relaciones en la sociedad. En nuestros hermanos y hermanas vemos a los hijos de nuestros padres; en nuestros primos, los descendientes de nuestros antepasados; en nuestros conciudadanos, los hijos de nuestra patria; en los bautizados, los hijos de nuestra madre, la Iglesia; en toda persona humana, un hijo o una hija del que quiere ser llamado “Padre nuestro”. Así, nuestras relaciones con el prójimo se deben reconocer como pertenecientes al orden personal. El prójimo no es un “individuo” de la colectividad humana; es “alguien” que por sus orígenes, siempre “próximos” por una u otra razón, merece una atención y un respeto singulares.

 

2213 Las comunidades humanas están compuestas de personas. Gobernarlas bien no puede limitarse simplemente a garantizar los derechos y el cumplimiento de deberes, como tampoco a la sola fidelidad a los compromisos. Las justas relaciones entre patronos y empleados, gobernantes y ciudadanos, suponen la benevolencia natural conforme a la dignidad de personas humanas deseosas de justicia y fraternidad.

 

Continuará.

 

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Beatriz contra El Salvador: Manipulación, Parte 2

 

Luis Martínez, Director de HLI ante la OEA

Lunes, 4 de diciembre de 2023

 

En próximas fechas, está por decidirse en gran parte el futuro jurídico del status de los no nacidos en América, con la resolución de la Corte Interamericana de Derechos Humanos respecto al caso Beatriz y familia v. El Salvador. Se trata de un caso sobre una joven cuyo embarazo presentaba una acumulación de complicaciones sin precedentes, casi inverosímiles, y no obstante el sistema de Salud de El Salvador velo y protegió la vida y la salud tanto de la madre como de su bebé.

 

Fruto de la protección que las leyes de El Salvador dan a la vida de los no nacidos, Beatriz dio a luz a una pequeña a quien se nombró Leilani, y que vivió cinco horas después de nacida, pudiendo su madre verla y abrazarla. La vida de Beatriz continuó, contra los dudosos pronósticos médicos que afirmaban que la prosecución del embarazo la mataría. Ella posteriormente visitaba a su hija en el camposanto, hasta que 4 años después falleciera en un lamentable accidente de motocicleta.

 

 

Contexto

 

Era el año 2009, cuando una joven de 22 años de El Salvador, Beatriz, era diagnosticada con lupus, y daño renal derivado del lupus, así como artritis. Dos años después, en julio de 2011, tuvo un embarazo de alto riesgo. Este terminó en cesárea, en medio de un cuadro de anemia, lupus exacerbado junto con neumonía, hipertensión arterial y preeclampsia. No obstante, nace su primer hijo, pretérmino, con problemas propios de la condición, particularmente pulmonares y digestivos. Finalmente, el bebé es dado de alta, y ambos, mamá e hijo pueden regresar a su casa, libres de este dramático episodio. Antes de dejar el hospital, Beatriz es abordada por el personal médico, quienes le propusieron esterilizarse. La respuesta fue clara y significativa: no, pues eso la dejaría sin posibilidades de intentar tener otro hijo, y ella en ese momento temía por la vida del primero.

 

 

Segundo Embarazo

 

En Febrero de 2013, menos de un año después de su primer embarazo, Beatriz llevaba ya 11 semanas de lo que fue su segundo embarazo. Se trataba de un embarazo considerado de riesgo, debido a la lupus y el daño renal. Además, se diagnosticó a la bebé anencefálica. El Comité de Bioética del Hospital Nacional de Maternidad, formado por filósofos, incluso un matemático y una activista del aborto, ninguno de ellos ginecólogo, determinaron que se trataba de un embarazo de alto riesgo. Sentenciaron que la solución era el aborto. Reforzaron además su desatinada resolución, argumentando la inviabilidad de la vida extrauterina de la no nacida, quien para ellos no merecía la pena el riesgo.

 

En este punto de la historia se encuentra el meollo de la polémica y el litigio ante el principal Tribunal Interamericano.

 

 

La controversia legal

 

Durante la Audiencia del 23 de marzo de 2023, mientras la abogada representante del Estado de El Salvador, realizaba un interrogatorio al médico tratante de Beatriz, el núcleo de la polémica se ponía de manifiesto en toda su falta de sustento, pues las mentiras que formaban su arco de punto salían a la luz en boca del Doctor.

 

  • Ortiz, -cuestionaba la abogada- según le entiendo, de su testimonio, ustedes en el caso de Beatriz, tenían que pedir autorización legal para proceder con una terminación del embarazo que era el tratamiento médico que usted consideraba viable, para la salud de ella. Sin embargo, el Director de Hospital de Maternidad, en la audiencia a la que ya hacía referencia la representante, dijo expresamente, y cito, en esa audiencia ante el Tribunal Nacional, que cuando al hospital se presenta un cuadro complicado, en el que existe riesgo para la madre, o para el producto, no se suele buscar autorización de sus superiores, sino que la decisión la toma el Comité Médico. Usted también mencionó que se han realizado procedimientos de este tipo, sin autorización legal previamente. Según le entiendo bien, ¿entonces es sólo para el caso de Beatriz el que se requería solicitar estas autorizaciones?

 

  • Vea, lo que se hace y se hacía en ese momento, – respondió el Dr. Ortiz- es que se esperaba y creo que se sigue esperando hasta que exista un riesgo inminente de muerte, para actuar. Es una línea muy delgada que, algunas mujeres sobreviven y otras no.

 

  • Osea Doctor, si le entiendo bien, – reconvenía la representante de El Salvador- en el caso de Beatriz, pidieron autorización porque la vida de Beatriz no estaba en riesgo.

 

  • Tenía los riesgos identificados, – respondió el Doctor- el peligro identificado y existía una alta probabilidad de fallecer si no se hacía una intervención…

 

Como bien se puede leer en la conversación, claramente la actuación e interacción de protocolo entre el equipo médico y la autoridad, era de un caso en donde no había un riesgo inminente de muerte para Beatriz; y sin embargo, al mismo tiempo, el Doctor Ortiz afirmaba que la situación de Beatriz era altamente y peligrosamente letal. Lo definitivo y definitorio es que ambas conclusiones procedían del mismo testimonio, de la misma persona, y en un lapso de tiempo de conversación de un minuto. Sin duda la abogada fue indulgente, pues no hubo una rendición de cuentas ni énfasis en dicho interrogatorio por esta contradicción. Pero lo cierto es que ahí estaba.

 

 

Manuela y Beatriz; dos actos, la misma obra de teatro

 

Hoy, tras 4 años del fallecimiento de Beatriz, por causas ajenas a su situación médica -un accidente vial-, los abortistas siguen repitiendo la historia de manipulación de tragedias superlativas, como la de Manuela -ese caso de hace dos años, Manuela v. El Salvador – y ahora la de Beatriz, para usarlas, siempre tras su muerte, para tergiversar la historia y lucrar con las leyes penales y sanitarias. Es inverosímil, como uno de los socios jurídicos de la familia de Beatriz en este caso es la empresa que fabrica y vende las aspiradoras abortivas a los gobiernos cuando despenalizan el aborto, la empresa IPAS. Los abogados de dicha empresa fueron abogados del caso Manuela, y ahora del caso Beatriz. IPAS es la misma empresa -aunque afirman ser organización sin fines de lucro- que produce el IPAS AMEU Plus [1], y que lo ha vendido ya a los gobiernos de Estados Unidos, Kenia, Nigeria, India, Nepal, República Democrática del Congo, Sudáfrica, México, Colombia, Perú, entre otros, obteniendo millones de dólares en ganancias.

Beatriz sufrió una lamentable enfermedad, que por naturaleza suele complicarse, debido al ataque que el propio sistema inmunológico va haciendo a los órganos. Tuvo un primer embarazo en el que sí se encontraba en serio riesgo su vida. Aun así decidió no esterilizarse, pues quería al menos otro hijo. Tuvo un segundo embarazo que, a decir de diversos peritajes – y como lo comprobó la realidad misma- no ponía en riesgo su vida, si bien la bebé no viviría mucho tiempo tras el nacimiento. Gracias al papel esencial que jugó el gobierno de El Salvador, protegiendo su salud y su vida, y la de su hija, pudo protegerse la vida de las dos, llegando a estar juntas las cinco horas que duró la vida extrauterina de Lailani, y no poniéndose en ningún momento en riesgo la vida de Beatriz. Esa es la realidad.

 

Pero así como en cualquier fábula o cuento, existen varias versiones, en esta historia desde hace varios años han salido oportunistas que han visto en esta dramática historia la oportunidad para promover el aborto. Las mentiras y frases célebres que se han afirmado bien podrían conformar una antología, desde la afirmación de que Beatriz fue internada 6 meses en el hospital, descuidando a su primer hijo, de 13 meses -siendo que en ese momento un simple cálculo matemático nos dirá que en realidad el hijo tenía 7 y no 13 meses, pero que además jamás estuvo ella internada sino que era ambulante-, hasta la mentira de afirmar que la muerte de Beatriz fue debida a consecuencias de la cesárea de 4 años antes de su accidente y que murió porque no le permitieron abortar. Y en medio de esas dos mentiras nos encontraremos otras tantas, que bien podrían hacer también una abultada colección de viñetas con el encabezado “perjurios proabortistas.” Han afirmado que el aborto es penado en El Salvador con 50 años de cárcel [2], y sin vergüenza alguna han afirmado también que a Beatriz se le negó la atención adecuada, siendo que en un video que existe de Beatriz misma, ella afirma que los doctores eran excelentes en sus atenciones y cuidados [3].

 

En fin, la historia de Manuela v. El Salvador se repite. Lo cierto es que, además de todos los vicios y manipulación de la historia que se dieron en el primero, en esta segunda ocasión además, queda en entredicho la credibilidad de la Corte Interamericana, al admitir un caso que ya ha sido objeto de análisis por al menos otras cuatro instancias internacionales, violando con ello el principio de no duplicidad de los procedimientos internacionales, implícito en los artículos 46 y 47 de la Convención Interamericana de Derechos Humanos y en la práctica o costumbre internacional.

 

 

El Salvador bien vale la Corte

 

Este caso es la segunda demanda contra El Salvador que llega a la Corte Interamericana, pero no en el marco de los Derechos Humanos, sino claramente en el marco de la lucha por la despenalización del aborto en dicho país, que por cierto tiene una de las legislaciones más provida del continente, junto con Guatemala, República Dominicana, Nicaragua y Honduras.  Es sin duda lamentable ver a mujeres, que en nombre de las mujeres usan a otras mujeres, para sentenciar a muerte a las no nacidas. A esto añádase la tremenda discriminación e incongruencia de considerar que una mujer no merece vivir, por el hecho de padecer anencefalia, como si por ello valiera menos, y peor aún, defender esta postura en nombre de los derechos de la mujer.

 

Es definitivamente una tragedia, comparable a la que sufrió Beatriz durante su corta vida, ver a una Corte Interamericana de Derechos Humanos, arrastrándose en el cumplimiento de directrices, de empresas que para obtener unos cuántos dólares, mueven los hijos de la justicia para lograr las leyes que les abran el mercado. En medio de todo, es conmovedor y esperanzador, ver a un Estado, El Salvador, y a sus instituciones, mantenerse firmes, habiendo ofrecido a Beatriz y a Leilani, todas las atenciones y cuidados, que hicieron posible, contra todas las presiones, proteger su salud y su vida, haciendo posible el abrazo de madre-hija que parecía imposible, y permitiendo a Beatriz, lo que desde su primer embarazo anhelaba, aunque fuera tan solo por cinco horas.

 

El caso de Beatriz fue, al igual que el de Manuela una tremenda tragedia. Ya hemos visto como la memoria de ambas es manipulada por el lobby proabortista. No obstante Leilani, en este caso, vivió, y recibió el abrazo de su madre. Las falsas declaraciones y argucias argumentales de los despachos -juez y parte algunos- seguirán, y la Corte seguirá sosteniendo, como castillo de naipes, la mentira del caso Beatriz, arriba de la mentira del caso Manuela, y ambas sobre la mentira del caso Artavia Murillo. Tarde o temprano se desplomará lo insostenible. Mientras tanto, nos queda hacer lo que hizo en sus últimos años Beatriz, ante la tumba de Leilani, orar al Señor de la Vida, y por supuesto, luchar por la vida de nuestros pequeños en todo el Continente.

 

Así como para Enrique IV París bien valía una Misa, así también, para todos los que en El Salvador y en América valoramos la vida de los no nacidos, la Vida en El Salvador bien vale una Corte.

 

Notas:

 

[1]. Video “AMEU, ¿qué es? Manual de Procedimiento, obtenido del link https://www.youtube.com/watch?v=JOzVIc8G1T0 , IPAS México, 2019.

[2]. BBC News Mundo. (2014, septiembre 26). El drama de las mujeres que van a prisión por abortar en El Salvador. BBC. https://www.bbc.com/mundo/noticias/2014/09/140925_el_salvador_aborto_amnistia_internacional_jcps.

[3]. Corte Interamericana de Derechos Humanos. (2023, marzo). Audiencia Pública del Caso Beatriz y otros Vs. El Salvador. (Jueves). https://www.youtube.com/watch?v=K-6PIAov2fc.

 

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