Stefano Gennarini, J.D.
NUEVA YORK, 1 de agosto (C-FAM) El Secretario General de la ONU se metió en terreno peligroso el mes pasado al solicitar al personal de la ONU en contextos de posconflicto que ejercieran presión para conseguir cambios en leyes de aborto.
Las mujeres deberían tener la «opción de un aborto seguro y legal» conforme a una nota orientativa publicada por el Secretario General. Esta nota sobre las reparaciones para las víctimas de violación en situaciones de conflicto dice que se «necesita» el aborto para prevenir la violencia sexual en el futuro, entre otras políticas menos controvertidas. El objetivo declarado del documento es brindar «orientación normativa y operativa para la participación de las Naciones Unidas» en situaciones de posconflicto y fue preparado por la Oficina de Derechos Humanos de la ONU y ONU Mujeres.
Aunque la nota orientativa no llega a decir que el aborto es un “derecho de reparación” o que los países tienen la “obligación legal” conforme al “derecho humanitario” de permitir que los niños por nacer concebidos en violaciones sean abortados, animará a las agrupaciones proabortistas a utilizar las situaciones de posconflicto para defender cambios en las leyes de aborto con el respaldo de los funcionarios de la ONU.
El documento es breve y deja muchos detalles sin abordar. No se explica la “relación” entre legalizar el aborto y prevenir la violencia sexual, por ejemplo. Esto es preocupante a la luz de informes que indican que el aborto se utiliza para esconder el abuso sexual y la trata de personas con fines de explotación sexual, incluso en los Estados Unidos. Es más, desatiende los riesgos de llevar el aborto farmacológico o quirúrgico a áreas de posconflicto, donde la infraestructura está ausente, la atención médica es deficiente y la falta de acceso a servicios básicos de agua y saneamiento expondría a las mujeres a infecciones y otras complicaciones.
La idea del aborto como “derecho” es polémica. Implica que un ser humano tiene “derecho” a destruir la vida de otro. Esta es la tensión inherente en la nota orientativa, que condena el aborto forzado y enumera a los niños concebidos y nacidos como consecuencia de violaciones entre las víctimas afectadas por la violencia sexual.
El Secretario General no hace mención a ningún tratado internacional o resolución de la ONU en respaldo de su postura sobre el aborto. Tanto las leyes de derechos humanos como el derecho humanitario guardan silencio sobre el aborto y no pueden ser interpretados con justicia diciendo que incluyen “derecho” alguno al aborto. El único respaldo que se menciona en la nota orientativa es la opinión no vinculante de expertos de la ONU pertenecientes al comité de la CEDAW, cuya “credibilidad” se encuentra comprometida.
La orientación tiene poca jerarquía en cuanto a autoridad en las Naciones Unidas y no genera normas. No fue elaborada a raíz de un mandato específico y no fue solicitada por los estados miembros. Pero será influyente para los funcionarios de gobierno y de la ONU en situaciones de posconflicto (cuando no hay instituciones sociales y políticas estables, la dependencia en la orientación de la ONU [lamentablemente] se encuentra en su punto máximo).
Es solo un “premio de consuelo” para las agrupaciones proabortistas y sigue inmediatamente a una campaña de tres años para hacer que se reconozca el aborto como “derecho de reparación” conforme al “derecho humanitario”, la cual ha sido, en su mayor parte, un fracaso.
El Consejo de Seguridad de la ONU estuvo a punto de afirmar que el aborto debería estar disponible para las víctimas de violación en dos resoluciones sobre las mujeres, la paz y la seguridad el año pasado. El Secretario General se encontraba entre quienes hicieron campaña por el aborto. A la larga, las resoluciones no fueron precisas y se evitó del todo la polémica este año. El Reino Unido, que normalmente es un fuerte promotor del aborto, rechazó los proyectos para incluirlo como parte de la mayor iniciativa mundial para hacer frente a la violencia sexual durante los conflictos.
Los estados miembros de la ONU han sido invitados a una presentación de la “guía” el viernes 1 de agosto en las Naciones Unidas.
Traducido por Luciana María Palazzo de Castellano.
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