La locura del transgenerismo amenaza a los niños y los derechos de los padres

 

Padre Shenan J. Boquet

Presidente de Vida Humana Internacional

 

Publicado originalmente en inglés el 12 de febrero del 2024: https://www.hli.org/2024/02/transgender-madness-rights/

 

Vida Humana Internacional agradece a José A. Zunino la traducción de este artículo.

 

 

Los activistas transgénero están enojados con el New York Times, otra vez.

 

Hace unos días, el Times publicó un extenso artículo de investigación sobre el número de jóvenes que han pasado por una mal llamada “transición de género” hormonal o quirúrgica, pero que posteriormente se arrepintieron de su decisión.

 

Entre las historias que relata se encuentra la de Grace Powell, quien comenzó a cuestionarse si era “transgénero” cuando era una adolescente. Powell comenzó una mal llamada “terapia” hormonal a la edad de 17 años, antes de someterse a una doble mastectomía.

 

Sin embargo, al recordar sus tumultuosos años de adolescencia, Powell ahora cuenta una historia inquietantemente común. Ahora se da cuenta de que la idea de que podría ser “transgénero” comenzó a atraerla por primera vez, precisamente en el momento en que estaba atravesando los desconcertantes cambios físicos de la pubertad. “Me sentí tan separada de mi cuerpo y la forma en que se estaba desarrollando que me resultaba hostil”, le dijo al Times.

 

En otras palabras, Powell experimentó sentimientos que a menudo afectan a los niños púberes. La diferencia ahora, sin embargo, es que muchos niños se encontrarán con la idea de que, si te sientes incómodo con tu cuerpo, podría ser porque “naciste en el cuerpo equivocado”; que, de hecho, eres del sexo opuesto.

 

Cuando Powell se topó con la idea de ser transgénero, le pareció una posible explicación de sus sentimientos de ansiedad. Sin embargo, en lugar de ayudarla a aprender a aceptar su cuerpo y el sexo que Dios le había dado, los adultos en su entorno sociofamiliar la alentaron con entusiasmo en su exploración del transgenerismo. Como ella cuenta ahora, ninguno de los terapeutas u otros “expertos” con los que habló se molestó en explorar la posible causa fundamental de su “disforia de género” (o mejor dicho, desorden de identidad sexual), incluidos los traumas pasados u otros problemas psicológicos.

 

“Ojalá hubiera habido conversaciones más abiertas”, dijo al Times Powell, quien desde entonces ha “destransicionado” y ha aceptado su sexo biológico. “Pero me dijeron que hay una cura, si este es tu problema, y eso te ayudará”.

 

El New York Times es sorprendentemente crítico del pensamiento único a favor del transgenerismo

 

Como era de esperar, el artículo del New York Times afirma en general el transgenerismo. Sin embargo, el artículo es sorprendentemente franco al criticar los excesos y el pensamiento único que se ha generalizado dentro del mundo del activismo a favor del transgenerismo.

 

La autora, Pamela Paul, señala que la demagogia se ha vuelto tan acalorada que incluso muchos padres, psicólogos y trabajadores sociales extremadamente liberales, que simplemente están preocupados acerca de cómo una “transición de género” prematura puede estar dañando a los niños, han descubierto que las únicas personas que están dispuestas incluso a escuchar sus historias son medios de comunicación conservadores.

 

Dentro de los medios liberales, señala Paul, respirar una pizca de crítica seguramente provocará una avalancha de ira por parte de los activistas transgénero. Paul cita el caso de Stephanie Winn, una terapeuta de Oregón que ha ayudado a muchos jóvenes a convertirse en “transgéneros”. Sin embargo, a medida que más y más niños acudían a su consulta afirmando ser “transgéneros”, pero sin antecedentes de “disforia de género”, Winn empezó a tener dudas. Comenzó a recomendar que esos niños se tomaran las cosas con más calma. Por esto, fue atacada por activistas transgéneros, que la acusaron de ser anti-trans. Al final, simplemente abandonó el negocio de lidiar con casos de “disforia de género”.

 

Teniendo esto en cuenta, es una señal alentadora de estos tiempos que un artículo de este tipo haya sido publicado en el Times.

 

Las estadísticas muestran tendencias alentadoras

 

Aunque los activistas transgéneros en los medios de comunicación son extremadamente hábiles para transmitir el mensaje de que cualquiera que cuestione sus dogmas es ipso facto un intolerante, estamos viendo cada vez más indicios de que este fabricado consenso está comenzando a desintegrarse.

 

Las encuestas muestran que una gran mayoría de la gente común y corriente no está de acuerdo, por ejemplo, con que a los adolescentes se les debería permitir someterse a una “terapia” hormonal o a cirugías transgéneras, o que se les debería permitir una “transición transgénera” en la escuela sin que sus padres se lo digan. Es importante destacar que estos puntos de vista cruzan líneas políticas, y un porcentaje significativo de liberales expresan dudas sobre ideas que los activistas transgéneros quieren que creamos que nunca deberían ser cuestionadas.

 

Lo que hace que la decisión del Times de publicar este último artículo sea tan alentadora es que el periódico ha sido objeto de graves críticas por parte de activistas transgéneros en el pasado. En febrero pasado (2023), más de 1,200 colaboradores del Times firmaron una carta abierta criticando el periódico.

 

Entre varias quejas, la carta criticaba al periódico por dar espacios a las preocupaciones de que a veces los niños son sometidos a procedimientos hormonales y quirúrgicos irreversibles, y por informar con simpatía sobre los padres que temen que las escuelas deliberadamente les mantengan a oscuras sobre el transgenerismo de sus hijos.” Curiosamente, los firmantes también acusaron al periódico liberal de “homofobia institucionalizada”.

 

Los padres pierden la custodia de los niños con “disforia de género”

 

Una de las frases más reveladoras de la carta al Times afirma que “los padres que quieren que las escuelas revelen que sus hijos son trans son parte de una estrategia legal seguida por grupos de odio anti-trans”. ¿Se dan cuenta? Según los activistas transgéneros, el simple hecho de ser un padre que quiere que le sea informado que su hijo es “transgénero” lo coloca como parte de los “grupos de odio anti-trans”. Intente contarle eso a las parejas Todd y Krista Kolstad y Jeremy y Mary Cox, quienes recientemente hicieron públicas sus historias de lo que sucedió cuando sus hijos adolescentes decidieron identificarse como “transgéneros”.

 

Los Kolstad le dijeron al Daily Mail que su hija Jennifer decidió identificarse como “transgénero” cuando tenía 13 años. La pareja se opuso a la idea y se negó a llamar a su hija “Leo”, como ella pidió. Sin embargo, cuando posteriormente Jennifer les dijo a sus amigos en la escuela que tenía tendencias suicidas, los Servicios de Protección Infantil (CPS, por sus siglas en inglés) intervinieron.

 

Más tarde fue llevada a un hospital después de que le dijera a un trabajador social que había intentado suicidarse consumiendo sustancias tóxicas. Aunque las pruebas demostraron que, en realidad, no había consumido nada peligroso, el personal del hospital comenzó a llamar a la niña “Leo”. Persistieron en esto, incluso cuando los padres le dijeron al hospital que no lo hicieran.

 

Puedes ver hacia dónde va esto.

 

El CPS rápidamente tomó la custodia de Jennifer, argumentando que la “transición” era “de su interés terapéutico” y acusó a sus padres de “no seguir la terapia recomendada”. Hasta la fecha, Jennifer permanece bajo custodia de CPS, donde ha comenzado a afeitarse el cabello y a usar una “faja para el pecho”. Sus padres están más que angustiados. “Ha sido horrible”, dijo Krista al Daily Mail. “Nuestra unidad familiar nunca volverá a ser la misma. Incluso si nos devolvieran a nuestra hija ahora, no vamos a tener la misma unidad familiar. Esto ha creado mucha animosidad por parte de Jennifer hacia nosotros, ella no cree que tenga que escucharnos más como sus padres”.

 

Mientras tanto, Jeremy y Mary Cox atraviesan la misma pesadilla. Al igual que los Kolstad, los Cox perdieron la custodia de su hijo, después de que rechazaron sus exigencias de tratarlo como a una niña. Después de perder todas las apelaciones legales para recuperar la custodia de su hijo, la pareja solicitó a la Corte Suprema de Estados Unidos que considere su caso.

 

“Ningún otro padre debería perder la custodia de su hijo o enfrentarse a un bozal gubernamental por sus creencias religiosas profundamente arraigadas y su buen juicio”, se lee en su escrito legal al Tribunal Superior. Añade que los padres “han agotado todos los demás recursos y están gravemente preocupados de que el estado de Indiana venga a buscar a sus otros hijos. Es necesaria la intervención de este Tribunal”.

 

Los denunciantes exponen tendencias preocupantes en el “tratamiento” de las personas transgénero

 

Lo que hace que historias como estas sean especialmente atroces es la creciente cantidad de evidencia de que los llamados “expertos” transgéneros han estado siguiendo un modelo que básicamente no tiene evidencia científica seria que lo respalde.

 

Como vimos anteriormente, a Grace Powell le recetaron potentes hormonas y se sometió a una cirugía permanente que cambió su vida, sin que un solo terapeuta investigara las posibles causas de su “disforia de género” o explorara alternativas a intervenciones tan drásticas.

 

Un número creciente de denunciantes en centros médicos que respaldan el transgenerismo están dando el silbatazo y exponiendo la razón por la que se les ha ordenado explícitamente que nunca cuestionen la afirmación de un niño de ser “transgénero”. En cambio, se les ordena “afirmar” al niño en un camino que conduce ineluctablemente hacia la mal llamada “terapia” hormonal y la cirugía mutiladora del cuerpo.

 

La última denunciante en dar un paso al frente es Tamara Pietzke, quien publicó su devastador testimonio hace apenas unos días en The Free Press. El título de su artículo le dice casi todo lo que necesita saber: “Me dijeron que aprobara todas las transiciones de género en los adolescentes, pero yo las rechacé”.

 

Pietzke explica que trabaja como terapeuta desde hace seis años. “Pero el año pasado noté una nueva tendencia preocupante en mi campo”, escribe. “Recibí el mensaje de mis supervisores de que cuando un joven al que atendía expresaba incomodidad con su género (el término diagnóstico es “disforia de género”, aunque el más correcto es desorden de identidad sexual), debería desechar toda mi capacitación”.

 

“Sin importar el historial del paciente u otras condiciones de salud mental que pudieran estar complicando la situación, simplemente debía afirmar que el paciente era transgénero e incluso aprobar el inicio de una transición de género [el mal llamado ‘cambio de sexo’]”.

 

Uno de los pacientes de Pietzke era una niña de 13 años que había sido abusada sexualmente por varios hombres, tenía una madre bipolar que abusaba de ella y padecía una letanía de problemas psicológicos, entre ellos ansiedad severa, depresión y autismo. Durante la terapia, la niña incluso le mostró al terapeuta pornografía extremadamente gráfica que tenía en su teléfono, con la que parecía estar obsesionada. También padecía “disforia de género”.

 

Claramente, se trata de una niña que necesitaba una terapia psicológica exhaustiva y cuidadosa.

 

Sin embargo, cuando el tutor de la niña le pidió al terapeuta que le recetara hormonas cruzadas, Pietzke se opuso, preocupado de que, dada la gran cantidad de problemas psicológicos complejos en juego, recetar medicamentos tan potentes fuera prematuro. Sin embargo, en respuesta, sus supervisores la reprendieron, acusándola de ser “parcial” contra los niños “transgéneros”.

 

Las leyes de sentido común protegen a los niños vulnerables

 

Claramente, esto es una locura. De hecho, es tan indignante que incluso el New York Times está dispuesto a arriesgar la ira de los activistas transgéneros para señalar la desnudez del emperador. Como el artículo del Times y muchos otros testimonios dejan en claro, esta locura está resultando en un daño severo y de por vida a los jóvenes vulnerables.

 

No es de extrañar que cada vez más jurisdicciones políticas estén buscando detener la marea de daños al aprobar regulaciones que prohíben los “tratamientos” transgéneros para menores o que requieren que las escuelas informen a los padres que sus hijos afirman ser “transgéneros”.

 

La provincia canadiense de Alberta es la más reciente jurisdicción que protege a los niños y los derechos de los padres. La provincia recientemente promulgó una legislación que prohíbe recetar bloqueadores de la pubertad y hormonas cruzadas (del sexo opuesto) a los niños menores de 16 años. La provincia también requiere el consentimiento de los padres para los niños de 16 años o menos para cambiar su nombre o pronombres en la escuela. Esto es bastante notable, dadas las inclinaciones extremadamente liberales de Canadá.

 

Numerosos estados en EEUU también han aprobado leyes de este tipo. También hay una tendencia creciente en países europeos de aprobar regulaciones que instan a la precaución en casos de niños con “disforia de género”, o de prohibir las intervenciones radicales como la cirugía en menores.

 

Todo esto es muy alentador. También no es otra cosa que sentido común.

 

Cuando los niños vulnerables están siendo atacados sistemáticamente por ideólogos depredadores que buscan explícitamente separar a los padres de su custodia, entonces es correcto que el Estado intervenga para reafirmar los derechos de los padres.

 

En esto, por supuesto, el Estado simplemente está poniéndose al día con el sentido común resumido en las firmes e inquebrantables enseñanzas de la Iglesia Católica sobre los derechos de los padres y la naturaleza humana. De hecho, mientras el mundo se ha vuelto loco por esta última moda ideológica, hasta el punto de sacrificar los cuerpos y la vida de los niños, la Iglesia y sus pastores han continuado pacientemente llamándonos de nuevo a la cordura y al a sanidad mental.

 

Recemos y trabajemos para que el artículo del Times sea una señal de que el péndulo está comenzando a girar hacia atrás, y que no se sacrificarán más niños en el altar de esta ideología tan inhumana. Ya han ido demasiados lejos.

 

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