Susan Yoshihara, Ph.D.
NUEVA YORK, 22 de enero de 2016 (C-Fam) El terrorismo, los desastres naturales y la crisis de refugiados en Siria han dejado a 125 millones de personas viviendo en el desastre y en zonas de conflicto y condujeron a un déficit de $15 mil millones en ayuda humanitaria, pese a un récord en donaciones. Así lo dice un panel de nueve expertos que esperan convencer a las naciones de que replanteen radicalmente el modo en el que ofrecen y distribuyen la ayuda.
«Nunca antes el mundo ha sido tan generoso para con las necesidades de las personas afectadas por los conflictos y los desastres, y nunca antes la generosidad ha sido tan insuficiente», dijo el panel en un informe publicado la semana pasada, que traduce dos años de intercambios con agrupaciones de ayuda de todo el mundo. El informe presenta tres objetivos que se espera que las naciones acepten en una cumbre de dos días en Estambul, en mayo.
Con $25 mil millones anuales, las naciones están donando más que nunca para la ayuda humanitaria (en comparación con los dos mil millones del año 2000). Incluso ese generoso total constituye solo el 0.031% de un PIB mundial anual sin precedentes de $78 mil millones, señala el informe.
En 2014, la ayuda humanitaria superó al mantenimiento de la paz como la actividad más costosa de la ONU. No obstante, el 80% de la ayuda se destina a entornos en conflicto (en su mayor parte, a guerras que duran más de siete años).
El primer objetivo es reducir la necesidad de ayuda humanitaria acortando la distancia entre el humanitarismo dirigido a la ayuda en contextos inestables y al desarrollo destinado a necesidades programáticas a largo plazo. El informe insta a las agrupaciones de ayuda humanitaria a basar sus pedidos de financiación en la demanda y no en sus propios ciclos de financiación, y quiere que los países que albergan refugiados obtengan ayuda y préstamos con bajo interés.
El segundo objetivo es cambiar el modo en el que se recauda dinero. El panel espera convencer a los capitales para que vean la ayuda humanitaria como un «bien público mundial» que requiere financiamiento flexible que pueda cruzar las fronteras fácilmente. Quiere que las naciones se inscriban voluntariamente en «gravámenes de solidaridad» a los billetes de avión y el combustible y que consideren la viabilidad de un impuesto a las transacciones financieras o Tasa Tobin, que calculan que podría recaudar entre $23 y $34 mil millones anuales en Europa.
El informe reconoce que el objetivo fijado por la ONU en 1970, que consiste en donar el 0.7% del ingreso nacional bruto a la ayuda, excluye otras formas en las que las naciones donan. Entre ellas, se encuentran remesas, donaciones de particulares y de fundaciones, y el costo de operaciones militares para preservar y garantizar la paz, o para albergar refugiados.
De acuerdo con las referencias del informe, EEUU suministró el 33% del total de la ayuda financiada por los gobiernos durante la última década, cuatro veces más que el mayor donante que le sigue, el Reino Unido. Elogió a los grandes donantes por sus contribuciones pese a que hubo un incremento en las cargas en sus propios países. La deuda estadounidense es de más del 100% del PIB; en 2000, era menos del 40%.
El panel espera diversificar el financiamiento haciendo que se involucren más las compañías de seguros, de dinero electrónico, de logística y de telecomunicaciones. Escribió a varios directores ejecutivos de empresas solicitando que establecieran voluntariamente «microimpuestos».
El informe exhorta a las naciones a que reduzcan los costos de transacción, que ahora ascienden a casi el 10% en el África subsahariana, para fomentar el envío de más remesas. Recomienda facultar a una institución financiera internacional para que eluda restricciones que apuntan al lavado de dinero y al financiamiento del terrorismo.
El panel recomienda acceder a las Finanzas Sociales Islámicas, con sus $560 mil millones anuales en limosnas obligatorias, y aprovechar la economía del mundo islámico que asciende a $15,9 mil millones (tercera solo después de la de EEUU y la Unión Europea). El 90% de las crisis ocurren en estados islámicos y 31 de 33 conflictos suceden en países de mayoría musulmana.
El tercer objetivo es mejorar la eficiencia. La mitad del total de la ayuda se canalizó a través de solo seis organismos de la ONU en 2013. Solo dos de ellos monitorean sistemáticamente sus gastos o los de sus socios, dice el informe.
El informe del panel propone una «Gran Acuerdo» por el que los donantes acepten un financiamiento plurianual y relajen los fines específicos de las donaciones (que se incrementaron del 15 al 81% en diez años) mientras que los beneficiarios mejoran la transparencia y la rendición de cuentas mediante herramientas como la tecnología digital.
Solo el 0.2% de la ayuda fue directamente a organizaciones locales en 2014. Estos grupos indicaron claramente en los procesos de consulta que quieren más control, y desde entonces han manifestado el temor de no ser representados en la Cumbre de Estambul. Fuentes de información dijeron a Friday Fax que la Secretaría de la ONU ha reducido a la mitad la participación de ONG en la cumbre, aparentemente debido a cuestiones de seguridad.
Delegados de la ONU dijeron a Friday Fax que están perplejos ante la falta de un proceso intergubernamental hasta el momento, dado que la Secretaría quiere que las naciones acepten sus términos. Dijeron que puede que haya un procedimiento de ese tipo después de la cumbre para resolver detalles sobre el financiamiento.
Traducido por Luciana María Palazzo de Castellano.
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