Rechacemos la mentalidad antivida y antifamilia de las élites mundiales del Foro Económico Mundial

 

Padre Shenan J. Boquet

Presidente

Vida Humana Internacional

 

Publicado originalmente en inglés el 30 de enero de 2023 en: https://www.hli.org/2023/01/rejecting-the-anti-life-anti-family-mindset-of-world-elites/.

 

Publicado en español en el Boletín Electrónico “Espíritu y Vida” de Vida Humana Internacional el 3 de febrero de 2023.

Vol. 07.

No. 06.

https://www.mediafire.com/file/hgvh6hfe43txca4/No._06_-_02-03-23.pdf/file.

 

Publicado también en español en la página web de Vida Humana Internacional www.vidahumana.org en Cultura de la muerte\04 – Quiénes forman parte de la cultura de la muerte\13.

 

Vida Humana Internacional agradece a José A. Zunino la traducción de este artículo.

 

 

“La vida es el primer bien recibido de Dios y es fundamental para todos los demás; garantizar el derecho a la vida para todos y de manera igualitaria es el deber del que depende el futuro de la humanidad”. ― Papa Benedicto XVI, Academia Pontificia para la Vida, 2007.

 

Hace poco más de una semana, muchas de las personas más ricas y poderosas del mundo se reunieron en Davos, Suiza, para la reunión anual del Foro Económico Mundial (FEM). Entre los invitados se encontraban muchos jefes de estado, líderes financieros mundiales y multimillonarios. ¿Su meta? Resolver los problemas del mundo.

 

El primer día de la reunión, dos altos ejecutivos del FEM publicaron un artículo en la revista Forbes, describiendo lo que ven como las prioridades que enfrenta la organización. “Fortalecer la resiliencia y encontrar cooperación en un mundo fragmentado es fundamental para la Reunión Anual del Foro Económico Mundial de este año de 2023 en Davos”, escribieron.

 

Aparentemente, sin embargo, esta búsqueda de cooperación no se extiende a los no nacidos o a aquellos que no comparten la agenda social “progresista” del FEM.

 

Los dos ejecutivos del FEM, David Sangokoya y Louise Thompson, escribieron que una de las tres prioridades para el foro de este año 2023 es “defender las libertades civiles y los derechos humanos”. A primera vista, eso suena bastante admirable. Sin embargo, la pareja continúa señalando que ha habido algunos avances y algunos contratiempos en el último año. En el lado del “progreso”, escriben, “los movimientos de mujeres han impulsado cambios significativos en las políticas sobre derechos sexuales y reproductivos en San Marino, El Salvador, Colombia y México, en marcado contraste con los desarrollos en los Estados Unidos y Polonia”.

 

Al mencionar “derechos sexuales y reproductivos”, al parecer, la pareja quiere decir principalmente el “aborto”. El año pasado, Colombia extendió la legalización del aborto hasta las 24 semanas. San Marino legalizó el aborto hasta las 12 semanas. Hace más de 10 años, Ciudad México legalizó el aborto hasta las 12 semanas.

 

Como alguien que acaba de regresar de la Marcha por la Vida en Washington, D.C, es sorprendente leer las palabras de Sangokoya y Thompson sobre los Estados Unidos. Apenas la semana pasada, marché con las decenas de miles de alegres estadounidenses provida que están encantados de que la ley federal de Estados Unidos ya no discrimine el derecho a la vida de los no nacidos. ¡Eso no es un contratiempo! ¡Eso es verdadero progreso!

 

Mientras tanto, mis colegas provida en América del Sur me dicen cuán angustiados están porque los globalistas antivida se han infiltrado en su continente, convenciendo a varias naciones católicas de abrir sus puertas a la matanza legal de los no nacidos y a la destrucción del matrimonio, la vida y la familia. ¡Y el FEM se jacta de que esto es “progreso”! Arriba es abajo, y abajo es arriba. O como dijo Isaías 5:20: “¡Ay de aquellos que llaman al mal bien y al bien mal”.

 

 

La agenda antivida y antifamilia de los globalistas

 

Desafortunadamente, esto es precisamente lo que esperamos de organizaciones como el FEM. Como el Papa San Juan Pablo II, el Papa Benedicto XVI y el Papa Francisco han advertido repetidamente, las organizaciones e individuos ricos y poderosos que carecen de todo respeto por otras culturas están obligando a las naciones en desarrollo a aceptar el aborto, la anticoncepción y la agenda radical LGBT.

 

Como lamentó el Papa Benedicto en Caritas in Veritate,

 

Algunas organizaciones no gubernamentales trabajan activamente para difundir el aborto, a veces promoviendo la práctica de la esterilización [ya de por sí intrínsecamente grave] en países pobres, en algunos casos ni siquiera informando a las mujeres involucradas. Además, hay motivos para sospechar que la ayuda al desarrollo está a veces vinculada a políticas sanitarias específicas que de hecho implican la imposición de fuertes medidas de control de la natalidad (Nro. 28).

 

Mientras tanto, el Papa Francisco ha advertido con frecuencia sobre la “colonización ideológica”, en la que poderosos occidentales buscan imponer sus contravalores ateos, antifamilia y antivida en otras culturas. Esta “colonización ideológica” ciertamente se mostró en la reunión de Davos.

 

Unos días después de que se publicara el artículo en Forbes, la jefa de la “Iniciativa de salud de la mujer” del FEM publicó un artículo con otros dos “expertos” mundiales en atención médica, describiendo el plan del FEM para apoyar el objetivo de la ONU de brindar “acceso universal a la atención médica sexual y reproductiva para 2030”. En particular, destacaron su objetivo de llevar los servicios de “salud reproductiva” a los departamentos de emergencia de los hospitales. Como sabemos, los términos “salud sexual y reproductiva” son interpretados por organizaciones internacionales en el sentido de que incluyen el aborto legal y el acceso a métodos anticonceptivos, muchos de los cuales son dañinos para la salud de la mujer y a veces actúan como abortivos.

 

Mientras tanto, entre las sesiones de la reunión de Davos hubo una titulada “Más allá del arcoíris: avance de los derechos LGBTQI+”. Entre los oradores se encontraban representantes de organizaciones radicales pro-LGBT que buscan destruir las creencias tradicionales y verdaderas sobre la importancia central de la familia y la moralidad sexual tradicional y verdadera.

 

En declaraciones al evento, Tirana Hassan de Human Rights Watch lamentó cómo países conservadores como Polonia y Hungría protegen el matrimonio y se resisten a la agenda radical LGBT. Hassan sugirió que los desarrollos en el “derecho internacional” podrían usarse para generar cambios en países que no han aceptado la agenda LGBT.

 

Como era de esperar, también destacó la importancia de involucrar a los tribunales para lograr un cambio social en muchos países. Como he escrito en el pasado, los activistas “progresistas” utilizan rutinariamente su influencia y su astucia política para identificar a jueces activistas simpatizantes en países en desarrollo, trayendo cambios legales radicales al poner fin a los procedimientos democráticos en las legislaturas.

 

Otra oradora, Sarah Kate Ellis, presidenta y directora ejecutiva de GLAAD (Gay & Lesbian Alliance Against Defamation – “Alianza Gay y Lésbica Contra la Difamación”, traducción libre), instó a los directores ejecutivos de las grandes corporaciones a usar su plataforma y el poder económico y social de su empresa para impulsar una agenda progresista, señalando una variedad de recursos que el FEM ha desarrollado para ayudarlos a hacer precisamente eso. Sharon Marcil, del Boston Consulting Group, estuvo de acuerdo, explicando todas las formas en que su enorme corporación avanza “proactivamente” en la agenda LGBT.

 

 

Una visión verdadera del desarrollo humano

 

Hay algo inquietantemente irónico en el Foro Económico Mundial, es que existe en gran medida para supuestamente promover el progreso económico. Sin embargo, al promover una agenda contra la vida y la familia, esta visión del mundo precisamente amenaza gravemente la salud económica de gran parte del mundo.

 

La semana pasada, supimos que la población de China ya comenzó a reducirse, algo que sucedió varios años antes de lo previsto. Mientras tanto, el primer ministro japonés también advirtió la semana pasada que su nación está “al borde” del colapso social debido a sus muy bajas tasas de natalidad.

 

Cada vez más demógrafos y economistas advierten que, después de décadas de alarmismo sobre el mito de la “superpoblación”, el mundo se enfrenta de hecho a un problema inminente de implosión demográfica, que plantea enormes desafíos políticos, sociales y económicos para los que no estamos preparados para enfrentar. Y, sin embargo, en medio de esta implosión de la población, tenemos a los miembros del FEM y los de su calaña que continúan promoviendo las mismas políticas que nos llevaron a esta situación.

 

Durante décadas, la Iglesia Católica ha emitido advertencia tras advertencia, señalando la necesidad urgente de basar el desarrollo global sobre los cimientos sólidos de una cosmovisión moral correcta que priorice la dignidad intrínseca de cada ser humano y que reconozca la importancia de familias sólidas que surgen del matrimonio entre un hombre y una mujer.

 

Como advirtió el Papa San Juan Pablo II en Centessimus Annus, “el ingenio humano parece estar más dirigido a limitar, suprimir o destruir las fuentes de vida, incluido el recurso al aborto, lamentablemente tan extendido en el mundo, que a defender y abrir las posibilidades de la vida” (Nro. 39).

Por encima y en contra de esta mentalidad antivida, el Papa San Juan Pablo II propuso una visión diferente:

 

Es necesario volver a ver a la familia como un santuario de la vida. La familia es, en efecto, sagrada: es el lugar en el que la vida, don de Dios, puede ser debidamente acogida y protegida contra los numerosos ataques a los que está expuesta, y puede desarrollarse de acuerdo con lo que constituye un auténtico crecimiento humano. Frente a la llamada “cultura” de la muerte, la familia es el corazón de la cultura de la vida (CA, Nro. 39).

 

Quizás uno de los párrafos más importantes sobre este tema aparece en la encíclica Caritas in Veritate del Papa Benedicto. “La apertura a la vida está en el centro del verdadero desarrollo”, escribió el pontífice recientemente fallecido, quien añadió.

 

Cuando una sociedad se mueve hacia la negación o supresión de la vida, termina por no encontrar la motivación y la energía necesarias para luchar por el verdadero bien del hombre. Si se pierde la sensibilidad personal y social hacia la aceptación de una nueva vida, también se marchitan otras formas de aceptación valiosas para la sociedad. La aceptación de la vida fortalece la fibra moral y hace a las personas capaces de ayudarse mutuamente. Al cultivar la apertura a la vida, los pueblos ricos pueden comprender mejor las necesidades de los pobres, pueden evitar emplear enormes recursos económicos e intelectuales para satisfacer los deseos egoístas de sus propios ciudadanos y, en cambio, pueden promover la acción virtuosa dentro de la perspectiva de la producción que sea moralmente sólida y esté marcada por la solidaridad, respetando el derecho fundamental a la vida de todo pueblo y de todo individuo (Nro. 28).

 

 

Cómo establecer una cultura de la vida

 

Es difícil no leer las palabras del Papa Benedicto como proféticas. Las naciones desarrolladas revelan cada vez más una profunda falta de “motivación” y “energía”. Cada vez más, parece que estas sociedades se están rindiendo. En lugar de abrazar los bienes que tradicionalmente se entendían como dando a la vida sus mayores alegrías y su significado más profundo (la familia, la amistad, la comunidad y la fe), los habitantes de las naciones más ricas viven cada vez más vidas de individualismo solitario y autocomplaciente.

 

Cada vez menos jóvenes se casan, y cada vez menos de los que lo hacen dan la bienvenida a los niños. En lugar de trabajar para crear vidas significativas, las personas pasan sus días en la búsqueda resuelta de riqueza y placer. Mientras tanto, las estadísticas muestran aumentos estratosféricos en el número de jóvenes que se identifican como LGBT, con un número asombroso de ellos siguiendo peligrosos procedimientos de la mal llamada “transición de género”.

 

Estos no son signos de una civilización saludable y feliz, en la que las personas posean un fuerte sentido de propósito y significado en sus vidas, que reconozcan el llamado al sacrificio propio y al amor. Este es el mundo que los globalistas antivida han forjado. Esto es lo que siguen promoviendo.

 

Por eso debemos volver una y otra vez a la sabiduría de la Iglesia, leyendo los grandes documentos publicados por los últimos Papas, estudiando el Catecismo y dedicando nuestra propia vida a una vida de amor y servicio a los demás.

 

Las grandes catedrales no se construyen en un instante, sino ladrillo a ladrillo. Es la fuerza de nuestras propias virtudes personales, y la fuerza de nuestras propias familias, las que construirán la catedral de una verdadera Cultura de la Vida. Deje que los ricos y poderosos vuelen sus aviones privados a Davos para charlar unos con otros. Salgamos de nuestro letargo y pongámonos a trabajar para construir vidas virtuosas y de oración, familias sólidas e iglesias, escuelas y comunidades sólidas.