Aproximadamente a las 16 semanas, se utilizan imágenes ecográficas para situar con exactitud al bebé no nacido y así poder guiar una larga aguja hasta su corazón. El abortista inyecta cloruro de potasio o algún otro líquido que inmediatamente cause un paro cardiaco al bebé no nacido.

Después de unos días, la madre da a luz al bebé ya muerto o se acelera el proceso con una dilatación cervical seguida de inyecciones de prostaglandinas.

Este método es muy común en los abortos de “reducción de embarazo”, que abordamos también en el tema “Experimentación con embriones y reproducción artificial”.

Fuente: Brian Clowes, PhD, Facts of Life. Human Life International: Front Royal, 2014, capítulo 15: Técnicas de reproducción asistida, pág. 5.