Beatriz contra El Salvador: Manipulación, Parte 2

 

Luis Martínez, Director de HLI ante la OEA

Lunes, 4 de diciembre de 2023

 

En próximas fechas, está por decidirse en gran parte el futuro jurídico del status de los no nacidos en América, con la resolución de la Corte Interamericana de Derechos Humanos respecto al caso Beatriz y familia v. El Salvador. Se trata de un caso sobre una joven cuyo embarazo presentaba una acumulación de complicaciones sin precedentes, casi inverosímiles, y no obstante el sistema de Salud de El Salvador velo y protegió la vida y la salud tanto de la madre como de su bebé.

 

Fruto de la protección que las leyes de El Salvador dan a la vida de los no nacidos, Beatriz dio a luz a una pequeña a quien se nombró Leilani, y que vivió cinco horas después de nacida, pudiendo su madre verla y abrazarla. La vida de Beatriz continuó, contra los dudosos pronósticos médicos que afirmaban que la prosecución del embarazo la mataría. Ella posteriormente visitaba a su hija en el camposanto, hasta que 4 años después falleciera en un lamentable accidente de motocicleta.

 

 

Contexto

 

Era el año 2009, cuando una joven de 22 años de El Salvador, Beatriz, era diagnosticada con lupus, y daño renal derivado del lupus, así como artritis. Dos años después, en julio de 2011, tuvo un embarazo de alto riesgo. Este terminó en cesárea, en medio de un cuadro de anemia, lupus exacerbado junto con neumonía, hipertensión arterial y preeclampsia. No obstante, nace su primer hijo, pre-término, con problemas propios de la condición, particularmente pulmonares y digestivos. Finalmente, el bebé es dado de alta, y ambos, mamá e hijo pueden regresar a su casa, libres de este dramático episodio. Antes de dejar el hospital, Beatriz es abordada por el personal médico, quienes le propusieron esterilizarse. La respuesta fue clara y significativa: no, pues eso la dejaría sin posibilidades de intentar tener otro hijo, y ella en ese momento temía por la vida del primero.

 

 

Segundo Embarazo

 

En Febrero de 2013, menos de un año después de su primer embarazo, Beatriz llevaba ya 11 semanas de lo que fue su segundo embarazo. Se trataba de un embarazo considerado de riesgo, debido a la lupus y el daño renal. Además, se diagnosticó a la bebé anencefálica. El Comité de Bioética del Hospital Nacional de Maternidad, formado por filósofos, incluso un matemático y una activista del aborto, ninguno de ellos ginecólogo, determinaron que se trataba de un embarazo de alto riesgo. Sentenciaron que la solución era el aborto. Reforzaron además su desatinada resolución, argumentando la inviabilidad de la vida extrauterina de la no nacida, quien para ellos no merecía la pena el riesgo.

 

En este punto de la historia se encuentra el meollo de la polémica y el litigio ante el principal Tribunal Interamericano.

 

La controversia legal

 

Durante la Audiencia del 23 de marzo de 2023, mientras la abogada representante del Estado de El Salvador, realizaba un interrogatorio al médico tratante de Beatriz, el núcleo de la polémica se ponía de manifiesto en toda su falta de sustento, pues las mentiras que formaban su arco de punto salían a la luz en boca del Doctor.

 

  • Ortiz, -cuestionaba la abogada- según le entiendo, de su testimonio, ustedes en el caso de Beatriz, tenían que pedir autorización legal para proceder con una terminación del embarazo que era el tratamiento médico que usted consideraba viable, para la salud de ella. Sin embargo, el Director de Hospital de Maternidad, en la audiencia a la que ya hacía referencia la representante, dijo expresamente, y cito, en esa audiencia ante el Tribunal Nacional, que cuando al hospital se presenta un cuadro complicado, en el que existe riesgo para la madre, o para el producto, no se suele buscar autorización de sus superiores, sino que la decisión la toma el Comité Médico. Usted también mecionó que se han realizado procedimientos de este tipo, sin autorización legal previamente. Según le entiendo bien, ¿entonces es sólo para el caso de Beatriz el que se requería solicitar estas autorizaciones?

 

  • Vea, lo que se hace y se hacía en ese momento, – respondió el Dr. Ortiz- es que se esperaba y creo que se sigue esperando hasta que exista un riesgo inminente de muerte, para actuar. Es una línea muy delgada que, algunas mujeres sobreviven y otras no.

 

  • Osea Doctor, si le entiendo bien, – reconvenía la representante de El Salvador- en el caso de Beatriz, pidieron autorización porque la vida de Beatriz no estaba en riesgo.

 

  • Tenía los riesgos identificados, – respondió el Doctor- el peligro identificado y existía una alta probabilidad de fallecer si no se hacía una intervención…

 

Como bien se puede leer en la conversación, claramente la actuación e interacción de protocolo entre el equipo médico y la autoridad, era de un caso en donde no había un riesgo inminente de muerte para Beatriz; y sin embargo, al mismo tiempo, el Doctor Ortiz afirmaba que la situación de Beatriz era altamente y peligrosamente letal. Lo definitivo y definitorio es que ambas conclusiones procedían del mismo testimonio, de la misma persona, y en un lapso de tiempo de conversación de un minuto. Sin duda la abogada fue indulgente, pues no hubo una rendición de cuentas ni énfasis en dicho interrogatorio por esta contradicción. Pero lo cierto es que ahí estaba.

 

 

Manuela y Beatriz; dos actos, la misma obra de teatro

 

Hoy, tras 4 años del fallecimiento de Beatriz, por causas ajenas a su situación médica -un accidente vial-, los abortistas siguen repitiendo la historia de manipulación de tragedias superlativas, como la de Manuela -ese caso de hace dos años, Manuela v. El Salvador – y ahora la de Beatriz, para usarlas, siempre tras su muerte, para tergiversar la historia y lucrar con las leyes penales y sanitarias. Es inverosímil, como uno de los socios jurídicos de la familia de Beatriz en este caso es la empresa que fabrica y vende las aspiradoras abortivas a los gobiernos cuando despenalizan el aborto, la empresa IPAS. Los abogados de dicha empresa fueron abogados del caso Manuela, y ahora del caso Beatriz. IPAS es la misma empresa -aunque afirman ser organización sin fines de lucro- que produce el IPAS AMEU Plus [1], y que lo ha vendido ya a los gobiernos de Estados Unidos, Kenia, Nigeria, India, Nepal, República Democrática del Congo, Sudáfrica, México, Colombia, Perú, entre otros, obteniendo millones de dólares en ganancias.

 

Beatriz sufrió una lamentable enfermedad, que por naturaleza suele complicarse, debido al ataque que el propio sistema inmunológico va haciendo a los órganos. Tuvo un primer embarazo en el que sí se encontraba en serio riesgo su vida. Aún así decidió no esterilizarse, pues quería al menos otro hijo. Tuvo un segundo embarazo que, a decir de diversos peritajes – y como lo comprobó la realidad misma- no ponía en riesgo su vida, si bien la bebé no viviría mucho tiempo tras el nacimiento. Gracias al papel esencial que jugó el gobierno de El Salvador, protegiendo su salud y su vida, y la de su hija, pudo protegerse la vida de las dos, llegando a estar juntas las cinco horas que duró la vida extrauterina de Lailani, y no poniéndose en ningún momento en riesgo la vida de Beatriz. Esa es la realidad.

 

Pero así como en cualquier fábula o cuento, existen varias versiones, en esta historia desde hace varios años han salido oportunistas que han visto en esta dramática historia la oportunidad para promover el aborto. Las mentiras y frases célebres que se han afirmado bien podrían conformar una antología, desde la afirmación de que Beatriz fue internada 6 meses en el hospital, descuidando a su primer hijo, de 13 meses -siendo que en ese momento un simple cálculo matemático nos dirá que en realidad el hijo tenía 7 y no 13 meses, pero que además jamás estuvo ella internada sino que era ambulante-, hasta la mentira de afirmar que la muerte de Beatriz fue debida a consecuencias de la cesárea de 4 años antes de su accidente y que murió porque no le permitieron abortar. Y en medio de esas dos mentiras nos encontraremos otras tantas, que bien podrían hacer también una abultada colección de viñetas con el encabezado “perjurios proabortistas.” Han afirmado que el aborto es penado en El Salvador con 50 años de cárcel [2], y sin vergüenza alguna han afirmado también que a Beatriz se le negó la atención adecuada, siendo que en un video que existe de Beatriz misma, ella afirma que los doctores eran excelentes en sus atenciones y cuidados [3].

 

En fin, la historia de Manuela v. El Salvador se repite. Lo cierto es que, además de todos los vicios y manipulación de la historia que se dieron en el primero, en esta segunda ocasión además, queda en entredicho la credibilidad de la Corte Interamericana, al admitir un caso que ya ha sido objeto de análisis por al menos otras cuatro instancias internacionales, violando con ello el principio de no duplicidad de los procedimientos internacionales, implícito en los artículos 46 y 47 de la Convención Interamericana de Derechos Humanos y en la práctica o costumbre internacional.

 

 

El Salvador bien vale la Corte

 

Este caso es la segunda demanda contra El Salvador que llega a la Corte Interamericana, pero no en el marco de los Derechos Humanos, sino claramente en el marco de la lucha por la despenalización del aborto en dicho país, que por cierto tiene una de las legislaciones más pro-vida del continente, junto con Guatemala, República Dominicana, Nicaragua y Honduras.  Es sin duda lamentable ver a mujeres, que en nombre de las mujeres usan a otras mujeres, para sentenciar a muerte a las no nacidas. A esto añádase la tremenda discriminación e incongruencia de considerar que una mujer no merece vivir, por el hecho de padecer anencefalia, como si por ello valiera menos, y peor aún, defender esta postura en nombre de los derechos de la mujer.

 

Es definitivamente una tragedia, comparable a la que sufrió Beatriz durante su corta vida, ver a una Corte Interamericana de Derechos Humanos, arrastrándose en el cumplimiento de directrices, de empresas que para obtener unos cuántos dólares, mueven los hijos de la justicia para lograr las leyes que les abran el mercado. En medio de todo, es conmovedor y esperanzador, ver a un Estado, El Salvador, y a sus instituciones, mantenerse firmes, habiendo ofrecido a Beatriz y a Leilani, todas las atenciones y cuidados, que hicieron posible, contra todas las presiones, proteger su salud y su vida, haciendo posible el abrazo de madre-hija que parecía imposible, y permitiendo a Beatriz, lo que desde su primer embarazo anhelaba, aunque fuera tan solo por cinco horas.

 

El caso de Beatriz fue, al igual que el de Manuela una tremenda tragedia. Ya hemos visto como la memoria de ambas es manipulada por el lobby pro-abortista. No obstante Leilani, en este caso, vivió, y recibió el abrazo de su madre. Las falsas declaraciones y argucias argumentales de los despachos -juez y parte algunos- seguirán, y la Corte seguirá sosteniendo, como castillo de naipes, la mentira del caso Beatriz, arriba de la mentira del caso Manuela, y ambas sobre la mentira del caso Artavia Murillo. Tarde o temprano se desplomará lo insostenible. Mientras tanto, nos queda hacer lo que hizo en sus últimos años Beatriz, ante la tumba de Leilani, orar al Señor de la Vida, y por supuesto, luchar por la vida de nuestros pequeños en todo el Continente.

 

Así como para Enrique IV París bien valía una Misa, así también, para todos los que en El Salvador y en América valoramos la vida de los no nacidos, la Vida en El Salvador bien vale una Corte.

 

Notas:

[1]. Video “AMEU, ¿qué es? Manual de Procedimiento, obtenido del link https://www.youtube.com/watch?v=JOzVIc8G1T0 , IPAS México, 2019.

[2]. BBC News Mundo. (2014, septiembre 26). El drama de las mujeres que van a prisión por abortar en El Salvador. BBC. https://www.bbc.com/mundo/noticias/2014/09/140925_el_salvador_aborto_amnistia_internacional_jcps.

[3]. Corte Interamericana de Derechos Humanos. (2023, marzo). Audiencia Pública del Caso Beatriz y otros Vs. El Salvador. (Jueves). https://www.youtube.com/watch?v=K-6PIAov2fc.

 

________________________________________