Al hablar de las etapas importantes del desarrollo del embrión humano, debemos aclarar que el término científico de embrión es el que usualmente se utiliza, para referirse al ser humano desde la fertilización hasta el final de la octava semana de la gestación. A partir del comienzo de la novena semana hasta el parto, el término científico que usualmente se usa para referirse al ser humano no nacido es el de feto [1].

 

Sin embargo, también se utilizan otros términos científicos para referirse a ciertas etapas importantes del desarrollo del ser humano durante su fase embrionaria. Como ya hemos señalado, se le llama cigoto al ser humano en la primerísima etapa de su vida, es decir, en su mismo comienzo, cuando está constituido por una sola célula, apenas completada la fertilización y como resultado de ella [2].

 

Una vez que surge el cigoto, éste no se convierte en otra cosa, sino que simplemente continúa creciendo y desarrollándose. De hecho, comienza un proceso que se llama mitosis. Este proceso es el de la división celular. Es decir, el cigoto se divide en dos células, luego en tres y luego en cuatro –y a partir de ahí se divide en múltiplos de dos: seis, ocho, diez, etc. [3]. A los cuatro días de concebido, cuando el embrión ya tiene doce células, se le llama mórula [4].

 

 

De cinco a siete días de concebido, el embrión recibe el nombre científico de blastocisto [4]. Durante esos días, el embrión, que ha estado moviéndose a través de la trompa de Falopio donde fue concebido, llega y se implanta en el útero de su madre, donde permanecerá, creciendo y desarrollándose, hasta que nazca [1]. Es interesante y maravilloso constatar que, antes de su implantación, el embrión le envía señales hormonales al endometrio (que es la membrana que cubre el interior del útero) [5], para indicarle

 

 

que se prepare para la implantación y el endometrio le responde también hormonalmente [6]. Es como si el embrión le dijera a su madre: “¡Ya estoy aquí! ¡Por favor, prepárame una cunita!” Y la madre le responde: “¡Ven, hijito (o hijita), y acomódate aquí!”.

 

Las hormonas son “sustancias químicas naturales del cuerpo que producen o estimulan la actividad de un órgano” [7]. Por ejemplo, la progesterona, que es una hormona segregada por los ovarios de la mujer [8], tiene por finalidad preparar el endometrio para la implantación y luego el sostenimiento del embarazo [9].

 

A los 14 días (dos semanas) de concebido, el período menstrual de la madre es suprimido por medio de señales químicas emitidas por el propio embrión humano. En esta etapa ya se han completado las primeras células del cerebro [10].

 

A los 20 días (3 semanas), el corazón del embrión ya se encuentra en sus etapas avanzadas de desarrollo. Los ojos comienzan a formarse. El cerebro, la espina dorsal y el sistema nervioso están virtualmente completos [10]. A los 24 días (3 semanas y media), el corazón del embrión ya comienza a latir [10].

A los 28 días (4 semanas o 1 mes), los músculos del embrión se están desarrollando. Ya se pueden observar las protuberancias que se desarrollarán en las extremidades. Aparecen las primeras células neocórticas. La neocorteza es la sede del pensamiento y del raciocinio en todas sus complejidades, no se encuentran presentes en ningún otro mamífero. Para esta etapa, el tamaño del embrión ha aumentado 10 mil veces. Ahora mide 6 ó 7 milímetros (= ¼ de pulgada) de largo. La sangre fluye a través de sus venas, separadamente de la de su madre [10].

 

A los 35 días (5 semanas), se está formando la glándula pituitaria [11]. La boca, los orejas y la nariz van tomando forma [10].

 

A los 42 días (6 semanas o mes y medio), el embrión tiene ondas cerebrales, que pueden ser medidas con un electroencefalograma [11].

 

A los 49 días (7 semanas), el embrión “nada libremente en el saco amniótico como un nadador natural” [12].

 

A las 8 semanas, todos los órganos están presentes, completos y funcionando, excepto los pulmones. Responde al estímulo que se le proporcione al saco amniótico [10]. Comienza a tragar el líquido amniótico [13].

 

 

Notas: (para obtener todos los detalles de las fuentes que aparecen a continuación, por favor, consulte las notas de los artículos anteriores en esta misma sub-sección.)

[1]. Cf. O’Rahilly y Müller, p. 55; Carlson, p. 407. Fuentes citadas en Irving.

[2]. Moore y Persaud, p. 2. Fuente citada en Irving.

[3]. Cf. Lejeune, p. 38.

[4]. Cf. Larsen, págs. 19, 33 y 49. Fuente citada en Irving.

[5]. Cf. Herrera McElroy-Grabb, p. 56.

[6]. Cf. H. von Hertzen y P.F. A. Van Look, “Post-Ovulatory Methods of Fertility Regulation,” Annual Technical Report 1995 49, pág. 52, http://www.who.int/reproductive-health/publications/HRP_ATRs/1995/049-071.pdf. El énfasis es nuestro, p. 62.

[7]. Herrera McElroy-Grabb, p. 323.

[8]. Cf. Ibíd., p. 390.

[9]. Cf. Taber’s, p. 1491.

[10]. Cf. Brian Clowes, PhD, The Facts of Life, edición en CD, Front Royal, VA (EEUU): Human Life International, capítulo 12, 2014.

[11]. Cf. Hannibal Hamlin, MD, “Life or Death by EEG”, Journal of American Medical Association (12 de octubre de 1964), p. 113. Fuente citada en ¿Cuándo comienza la vida? Folleto del National Right to Life Education Trust Fund (NRTL), 419 7th st. NW suite 500, Washington, DC., 1993.

[12]. Valman y Pearson, “What the Fetus Feels”, British Medical Journal (26 de enero de 1980), p. 234. Fuente citada en el folleto del NRTL.

[13]. Cf. Albert W. Liley, MD, declaración, US Congress, Senate, Subcommittte on Constitutional Amendments of the Committee on the Judiciary, Ninety-Third Congress, Second Session, “Abortion Part 2”, on S.J. Res. 119, and S.J. Res. 130, p. 224. Fuente citada en el folleto del NRTL.

 

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