Un panel de la ONU sobre ayuda humanitaria ha pedido un impuesto mundial para subvencionar las actividades de las Naciones Unidas. Esto es tremendamente peligroso para todos. Como están las cosas ahora, la ONU debe valerse de contribuciones voluntarias de los gobiernos. Jamás ha tenido una fuente independiente de ingresos, lo cual ha sido al menos un pequeño freno para el radicalismo de la ONU. Esto muy bien podría cambiar con el pretexto de la ayuda humanitaria. Esta fuente de financiamiento irrestricta, obtenida de personas comunes de todo el mundo, sería una fuente incontrolada de fondos para el aborto libre y la difusión de la agenda homosexual. Susan Yoshihara informa y yo opino al respecto.

Austin Ruse

Presidente de C-FAM

WASHINGTON D.C., 22 de enero de 2016 (C-Fam) Susan Yoshihara, de C-Fam, informa hoy que un panel oficial de la ONU ha publicado un informe final y parte de sus propuestas incluyen un impuesto mundial que sería una fuente independiente de ingresos para organismos y funcionarios de la ONU. Pocas propuestas de las Naciones Unidas son tan peligrosas como ésta.

Desde su fundación, la ONU ha estado financiada por contribuciones voluntarias de los Estados Miembros, lo cual garantiza al menos un mínimo de control por parte de ellos. Las naciones donantes tienen la libertad de retirar sus subvenciones, como lo hizo EEUU durante varios años a raíz del escándalo del Petróleo por Alimentos. La retención de sus importantes contribuciones causó verdaderos problemas a la burocracia de la ONU.

Los organismos y funcionarios de la ONU ciertamente quieren mantener las contribuciones voluntarias de los Estados Miembros, pero desde hace mucho tiempo están sedientos de tener su propio dinero y de no rendir cuentas a nadie más que a ellos mismos.

El peligro es que si la Secretaría de la ONU y los organismos tienen su propia fuente independiente de ingresos, quedarán completamente libres para ser todo lo radicales que desean. La desconexión entre la Asamblea General y los organismos y la burocracia existe desde hace mucho tiempo. La Asamblea General decide un asunto y la burocracia lo ignora y hace lo que quiere.

La Asamblea General, por ejemplo, ha definido «género» dos veces: en la Plataforma de Acción de Beijing y en el Estatuto de Roma que crea la Corte Penal Internacional, y las delegaciones tradicionales consideran aceptables ambas definiciones. No obstante, los funcionarios siguen definiendo esa palabra como una construcción social y han aceptado la noción de «transgenerismo» que la Asamblea General ha rechazado sistemáticamente.

El hecho de contar con una fuente independiente de ingresos provenientes de grandes instituciones financieras así como de gente común y corriente solo ampliará esta brecha entre los Estados Miembros, que tienden a ser conservadores, y la burocracia, que tiende a ser radical.

El panel que hizo la recomendación dice que es para la ayuda humanitaria. Tenga presente que esa ayuda se ha vuelto extraordinariamente elástica. El Secretario General, por ejemplo, ha sostenido que la mujer en situación de conflicto tiene [un mal llamado] “derecho” al aborto, incluso si este es ilegal en su país.

Hay muy poca duda de que una fuente de ingresos independiente, un impuesto mundial, implicará una rápida expansión no de la ayuda humanitaria, sino de la defensa de asuntos radicales, especialmente en el campo de la agenda homosexual.

La Asamblea General rechaza sistemática y contundentemente la inclusión de la «orientación sexual e identidad de género» en documentos de la ONU y por ende como parte de nuevas normas internacionales. La burocracia, conducida por el Secretario General, no obstante, está llevando a cabo una campaña local para imponer esta agenda en la ONU y en el mundo. Lo último que necesitamos es que ellos tengan su propio dinero, del cual no rendirán cuentas a nadie más que a ellos mismos, para llevar a cabo una agenda antivida y antifamilia de esta clase.

Lo preocupante es que ningún Estado Miembro de la ONU es tan poderoso como cualquiera de las agencias de la Organización. Ni siquiera EEUU, por ejemplo, puede dirigir a su voluntad el Fondo de Población (UNFPA, por sus siglas en inglés) con sus mil millones de dólares. Aunque EEUU básicamente designa al director de UNICEF, tiene poco poder para combatir el radicalismo cada vez más mayor de ese organismo.

Una fuente independiente de ingresos será un desastre para las familias en todo el mundo. Se advierte a los gobiernos: un impuesto mundial agotará el poco poder que tienen. Este tema será debatido en la próxima Cumbre Humanitaria Mundial en Estambul el próximo mes de mayo. Las propuestas deberían detenerse allí mismo.

Traducido por Luciana María Palazzo de Castellano.

Fuente: https://c-fam.org/friday_fax/editorial-mundo-cuidado-con-el-impuesto-universal-de-la-onu/.