Defendamos la dignidad humana ante la ideología transgénero

 

Padre Shenan J. Boquet

Presidente

Vida Humana Internacional

 

Publicado originalmente en inglés el 26 de junio de 2023 en: https://www.hli.org/2023/06/standing-against-transgender-ideology-defending-human-dignity/

 

Publicado en vidahumana.org en la sección de “Boletín” y en Temas/Cultura de la muerte/Homosexualidad e ideología de género/Daños y refutaciones de esta ideología/

 

Vida Humana Internacional agradece a José A. Zunino la traducción de este artículo.

 

 

“El hombre también tiene una naturaleza que debe respetar y que no puede manipular a voluntad”.  – Papa Francisco, Laudato Si.

 

Algo sumamente interesante está pasando ahora mismo con respecto a la ideología de género. En los Estados Unidos, estamos viendo que varios estados aprueban prohibiciones al uso de bloqueadores de la pubertad, hormonas cruzadas o cirugías de mutilación corporal para niños. Sin embargo, estos esfuerzos han sido recibidos con feroces denuncias por parte de activistas LGBT, el gobierno federal y las principales organizaciones médicas.

 

El presidente Biden ha condenado tales leyes de sentido común como “inmorales”, denunciando a los políticos “histéricos” y “prejuiciados” que aprueban esas leyes. En declaraciones recientes, calificó disparatadamente a esas leyes de “odiosas”, afirmando que están “dirigidas a niños transgéneros, aterrorizando a las familias y criminalizando a los médicos”. La administración Biden también ha impulsado regulaciones a nivel nacional que obligan a las escuelas y universidades a permitir que los niños “transgéneros” compitan en deportes y usen los baños y los vestuarios de acuerdo con el “género” con el cual se identifican.

 

Mientras tanto, en una reunión reciente, la Asociación Médica Estadounidense aprobó una resolución que apoya la “atención de afirmación de género” para los niños. La resolución fue apoyada por un conglomerado de las principales organizaciones médicas de Estados Unidos incluida la Academia Estadounidense de Pediatría, el Colegio Estadounidense de Obstetras y Ginecólogos y la Asociación Estadounidense de Urología, entre otras.

 

Numerosos informes recientes han confirmado que muchos hospitales y clínicas en los Estados Unidos están ofreciendo incluso los procedimientos transgéneros más extremos, incluidos poderosos fármacos que bloquean la pubertad y cirugías que mutilan el cuerpo, a adolescentes, algunos de tan solo trece años.

 

 

Europa da un rápido y completo giro a su postura

 

Sin embargo, si uno echa un vistazo al otro lado del Océano Atlántico, las cosas se ven sorprendentemente diferentes. Hace solo unos días, el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido, financiado con fondos públicos, anunció que estaba prohibiendo casi todos los usos de bloqueadores de la pubertad para niños y adolescentes. Esto se produce después de que el Reino Unido anunciara el año pasado que cerraría la Clínica Tavistock, plagada de escándalos, que fue durante años la principal y mal llamada “clínica” transgénero del país.

 

El cierre de la Clínica Tavistock se produjo después de la publicación del testimonio de un denunciante y un informe de la comisión que mostraba que los trabajadores de la clínica recetaban fármacos o cirugías potentes de forma rutinaria después de los exámenes más superficiales de los niños con problemas. El cambio de perspectiva comenzó en 2018, cuando se publicó un informe que mostraba que había habido un asombroso aumento del 4000% en niños y adolescentes que se identificaban como “transgéneros” en tan solo unos pocos años, muchos de los cuales buscaban “tratamiento” en la “clínica” Tavistock. Ese informe encendió las principales alarmas.

 

Muchos otros países y estados de Estados Unidos están reportando fenómenos similares. Una encuesta de 2021 de un distrito escolar encontró que uno de cada diez adolescentes se identificó como “diverso en cuanto al género”. Mientras que los activistas LGBT están trabajando horas extras para asegurarse de que nadie pueda cuestionar por qué tantos niños de repente se sienten incómodos con sus cuerpos, los reguladores y políticos europeos se están dando cuenta claramente de que las cosas han ido demasiado lejos y demasiado rápido.

 

Como informa The Atlantic, al menos cinco países de Europa Occidental han prohibido o restringido los fármacos y las cirugías para niños y adolescentes que sufren de disforia de género en los últimos meses y años, señalando que estas intervenciones carecen de evidencia que las respalde. Esto incluye el Reino Unido, Noruega, Finlandia, Suecia y Francia.

 

La decisión del Reino Unido se produjo después de que el Instituto Nacional para la Excelencia en Salud y Atención (NICE) del país realizara un análisis de los diversos mal llamados “tratamientos” que se ofrecen a los niños para la disforia de género. Descubrieron que la evidencia en apoyo de estas intervenciones tenía una certeza “muy baja”. Un comité sueco que se reunió para responder la misma pregunta concluyó: “La base científica del tratamiento hormonal de niños y adolescentes con disforia de género es limitada y no es posible sacar ninguna conclusión con una confiabilidad moderada o alta. Para la mayoría de los resultados examinados en este informe, la evidencia es insuficiente y no se pueden sacar conclusiones”.

 

Como explica Leor Sapir en City Journal, el enfoque que gana ventaja en Europa está muy lejos de la práctica dominante de “solo afirmación” en los Estados Unidos. “En efecto”, dice Sapir sobre el enfoque estadounidense, “una vez que un niño declara que es trans, el papel de los médicos es ‘afirmar’ médicamente esa declaración. Los padres deben dar su consentimiento para los tratamientos o quitarse de en medio. Los profesionales de la salud mental están allí solo para ayudar al niño a lidiar con el estrés que proviene de estar en una minoría”.

 

Sin embargo, lo que muestra el cambio de dirección europeo, impulsado por análisis rigurosos realizados en la totalidad de la bibliografía científica sobre el tema, es que las afirmaciones de activistas y asociaciones médicas estadounidenses de que varias intervenciones radicales son “seguras” y “eficaces” son tonterías políticamente motivadas.

 

 

Los obispos votan para fortalecer las regulaciones

 

Como era de esperar, por supuesto, la Iglesia Católica ha sido durante mucho tiempo una de las principales organizaciones que ha dado la voz de alarma sobre el rápido avance de la ideología transgénero, que claramente viola los principios más básicos de una antropología sólida.

 

Las afirmaciones radicales, inhumanas y sin evidencia de los activistas transgénero radicales simplemente no resisten el escrutinio de la rica sabiduría acumulada de la Iglesia sobre la cuestión de la naturaleza humana y el género, o mejor dicho, el sexo masculino o femenino.

 

En la enseñanza católica, cuando se habla de la creación de la persona humana, hay que recordar dos cosas: la unidad compuesta de cuerpo y alma por la que existe una persona y, en segundo lugar, que el acto de ser de un individuo en la unidad cuerpo/alma es como hombre o mujer. Como afirma el Catecismo,

 

La unidad del alma y el cuerpo es tan profunda que hay que considerar el alma como la “forma” del cuerpo: es decir, es por su alma espiritual que el cuerpo hecho de materia se convierte en un cuerpo humano vivo; espíritu y materia, en el hombre, no son dos naturalezas unidas, sino que su unión forma una sola naturaleza (Nro. 365).

Y,

 

El hombre y la mujer han sido creados, es decir, queridos por Dios: por un lado, en perfecta igualdad como personas humanas; por el otro, en sus respectivos seres de hombre y mujer. “Ser hombre” o “ser mujer” es una realidad buena y querida por Dios: el hombre y la mujer poseen una dignidad inalienable que les viene inmediatamente de Dios su Creador (Nro. 369).

 

Por lo tanto, la creación de la persona humana, como unidad de cuerpo y alma y el lugar de la identidad sexual en esta unidad, es el primer factor crítico para evaluar la cuestión del cuidado y tratamiento de las personas que sufren de disforia de género. En los Estados Unidos, los hospitales católicos se rigen por las Directrices éticas y religiosas (ERD), un documento que describe una visión católica para el cuidado de la salud.

 

Si bien los obispos de Estados Unidos han dejado claro durante mucho tiempo que los fármacos y los procedimientos “transgénero” no tienen cabida en un hospital católico, sus Directrices Éticas y Religiosas (ERD, por sus siglas en inglés) tienen poco que decir al respecto. Como explicó recientemente el obispo Daniel Flores de Brownsville, Texas, presidente del Comité de Doctrina, las ERD se redactaron originalmente en 1994.

 

“En ese momento, no se previó que podría ser necesario incluir una guía específica sobre modificaciones radicales al cuerpo humano, como los que se defienden ampliamente en la práctica hoy en día para el tratamiento de quienes sufren de disforia de género”, dijo el obispo Flores, según la Agencia Católica de Noticias.

 

Dado esto, los obispos de Estados Unidos votaron recientemente por unanimidad para revisar los ERD para abordar el problema de las intervenciones de “transición de género” en detalle. Los obispos nos dieron una especie de anticipo de lo que probablemente implicarán estas actualizaciones en marzo de este año de 2023 cuando publicaron una “nota doctrinal” que aclara que en ninguna circunstancia se deben realizar procedimientos de “transición de género” en los hospitales católicos.

 

“El cuerpo no es un objeto, un mero instrumento a disposición del alma, del que cada uno puede disponer según su propia voluntad, sino que es parte constitutiva del sujeto humano, un don a recibir, respetado y cuidado como algo intrínseco a la persona”, escribió el Comité de Doctrina de los obispos de Estados Unidos en esa nota. “A medida que se expande el rango de lo que podemos hacer, debemos preguntarnos qué debemos o no debemos hacer. Un criterio indispensable para tomar tales determinaciones es el orden fundamental del mundo creado. Nuestro uso de la tecnología debe respetar ese orden”.

 

Los obispos fueron claros en esa nota que los procedimientos de “transición” de género no cumplen con ese criterio. “Los servicios de salud católicos no deben realizar intervenciones, ya sean quirúrgicas o químicas, que tengan como objetivo transformar las características sexuales de un cuerpo humano en las del sexo opuesto o participar en el desarrollo de tales procedimientos”, señalaron claramente.

 

 

Oponerse a la locura trans es amor

 

Los activistas LGBT se dedican a lloriquear y a afirmar rutinariamente que los fármacos y los procedimientos transgénero están “basados en la evidencia” y son perfectamente “seguros”, y que, si los niños no los reciben, seguramente se deprimirán tan catastróficamente que se suicidarán.

 

Sin embargo, es alentador que cada vez más personas, incluidas las que se consideran “liberales”, se den cuenta del hecho de que la afirmación de que los fármacos que interfieren con algunas de las funciones biológicas más profundas del cuerpo humano son “seguras” es completamente absurda. Luego, por supuesto, está la locura diabólica de extirpar partes sanas del cuerpo que desempeñan un papel clave en una vida normal y saludable, todo porque un adolescente púber se siente incómodo en su cuerpo cuando aún está en un proceso de maduración.

 

Lo que se ha vuelto cada vez más obvio es que la oposición concertada, vocal y vigorosa a la ideología transgénero es absolutamente necesaria para proteger a un número incalculable de niños de daños de por vida.

 

En mi opinión, hay algo singularmente diabólico en la falsa consistencia de la línea LGBT de que los niños transgénero seguramente se suicidarán si no reciben bloqueadores de la pubertad o cirugías. Cualquiera que sepa lo más básico sobre la prevención del suicidio se da cuenta de que hablar sobre el suicidio en presencia de personas vulnerables puede producir ideas suicidas y potencialmente llevarlas a suicidarse. Tengo pocas dudas de que la práctica generalizada de insistir en que los adolescentes que sufren de disforia de género seguramente se suicidarán si no acceden a estos mal llamados y peligrosos “tratamientos”, de hecho, están empujando a los jóvenes a considerar el dar ese drástico e irreversible paso de acabar con sus vidas.

 

Lo que los obispos de Estados Unidos y la enseñanza católica en general enfatizan es la importancia crítica de buscar opciones de tratamiento que tomen en serio el sufrimiento de quienes experimentan disforia de género, respetando la integridad de la persona humana y la naturaleza inherente de la realidad. Como escribieron los obispos en su nota doctrinal, los hospitales católicos “deben emplear todos los recursos apropiados para mitigar el sufrimiento de quienes luchan contra la incongruencia de género, pero los medios utilizados deben respetar el orden fundamental del cuerpo humano. Solo mediante el uso de medios moralmente apropiados [como la terapia psicológica], los proveedores de atención médica muestran pleno respeto por la dignidad de cada persona humana”.

 

Lo que se ha vuelto obvio en este punto es que para los activistas LGBT radicales, los llamados niños “trans” son simplemente peones en su esfuerzo por cambiar la sociedad para que se ajuste a su perversa visión. Las mejores investigaciones han demostrado consistentemente que la gran mayoría de los niños que sufren de disforia de género superarán su disforia si se les deja en paz. Es debido a esta investigación que el médico e investigador de renombre mundial Kenneth Zucker ha apostado su carrera al hablar en apoyo de un enfoque de “esperar y ver” para el transgénero.

 

Claramente, en este tema, el mundo nuevamente necesita la sabiduría acumulada, profundamente pensada y divinamente inspirada de la Iglesia Católica. Gracias a Dios que los obispos de los Estados Unidos están hablando sobre este tema crítico. Ore para que los católicos y las personas de buena voluntad se unan para que todos juntos nos opongamos a estas fuerzas que se aprovechan de nuestros niños.

 

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