El uso de anticonceptivos es ya virtualmente universal entre mujeres en edad reproductiva [1]. El 89% de las mujeres sexualmente activas en edad reproductiva y que pueden quedar embarazadas, usan métodos anticonceptivos, y el 98% los han usado alguna vez en su vida [2]. Entre las adolescentes sexualmente activas que no quieren quedar embarazadas, todas, excepto el 7%, están usando métodos anticonceptivos [3].

Con el uso típico, los anticonceptivos frecuentemente fallan en impedir el embarazo. Durante los doce primeros meses del uso de anticonceptivos, el 16,4% de las adolescentes quedan embarazadas. Si la adolescente está cohabitando con su novio, el índice de fallo de los anticonceptivos se eleva al 47%. Entre las parejas que cohabitan y tienen bajos ingresos, el índice de fallo es del 48% para las píldoras anticonceptivas y del 71% para los condones [4]. El 48% de las mujeres que tenían la intención de no quedar embarazadas lo estuvieron [5], y el 54% de las mujeres que acuden al aborto estaban usando métodos anticonceptivos en el momento que quedaron embarazadas [6]. El experto en anticoncepción James Trussell de la Universidad de Princeton dice: “La píldora es un método anticuado porque no funciona suficientemente bien. Es muy difícil para las mujeres tomar una píldora cada día” 7. El embarazo es tan probable incluso con un ligero retraso, que las líneas de actuación del gobierno avisan a las mujeres de usar métodos anticonceptivos de emergencia si han tenido relaciones sexuales no protegidas” [8]. (Nota de VHI: Obsérvese en esta cita, cómo el autor citado utiliza un lenguaje muy negativo respecto de la procreación al usar los términos “emergencia” y “relaciones sexuales no protegidas” en relación al embarazo. Por supuesto, este lenguaje utilizado es responsabilidad del autor y no de los que lo citan. Por lo demás, el uso de la mal llamada “anticoncepción de emergencia” por cualquier motivo es siempre gravemente inmoral.)

¿Por qué los anticonceptivos funcionan peor de lo que se nos dice? La efectividad de los anticonceptivos es frecuentemente estimada mediante una base por uso que induce a error, o como índices de fallo sobre doce meses de uso entre todas las mujeres en edad reproductiva. Esto desestima grandemente el fallo entre adolescentes y no tiene en cuenta el riesgo acumulado de actividad sexual más frecuente. Numerosos estudios que examinaron el comportamiento sexual y la transmisión de enfermedades venéreas, han demostrado el riesgo del comportamiento compensatorio. Por ejemplo, existe una gran disposición a involucrarse en comportamiento potencialmente arriesgado cuando uno cree que el riesgo ha sido reducido mediante la tecnología [9]. El acceso cada vez mayor a los métodos anticonceptivos da a los adolescentes una falsa sensación de seguridad, lo que lleva a una iniciación a una edad más joven en la actividad sexual y a tener más compañeros sexuales, lo que va en contra de cualquier intento de reducción de los embarazos no deseados.

Los estudios demuestran que el mayor acceso a la anticoncepción no reduce el número de embarazos ni de abortos. David Paton, autor de cuatro estudios en esta área, no ha encontrado “ninguna evidencia” de que “la facilidad que produce la planificación familiar [anticonceptivos], reduzca el número de embarazos adolescentes o los índices de aborto” [10]. Él presenta la experiencia del Reino Unido: “Está claro que proveer más clínicas de planificación familiar, lejos de tener el efecto de reducir los índices de concepción, ha llevado de hecho a un incremento. La disponibilidad de la píldora del día después parece haber llevado a un comportamiento más arriesgado. Parece ser que si la gente tiene acceso a consejos de planificación familiar, piensan automáticamente que tienen un menor riesgo de embarazo [11]. K. Edgardh encontró que a pesar de la consejería a favor de los anticonceptivos, los condones y los anticonceptivos orales de bajo costo, hicieron que los índices de abortos de las adolescentes suecas subieran desde el 17 por mil al 22,5 por mil entre 1995 y 2001 [12]. Peter Arcidiacono encontró que entre las adolescentes “el acceso más fácil a la anticoncepción puede incrementar a largo plazo los índices de anticoncepción, incluso aunque los haga decaer a corto plazo. Por otra parte las políticas que hacen más difícil recurrir a la anticoncepción y así llevar a un menor índice de actividad sexual, hacen bajar los índices de embarazo a largo plazo” [13].

Los métodos anticonceptivos “de emergencia” (AE) no reducen el número de embarazos ni de abortos. 23 estudios publicados entre 1998 y 2006 y analizados por el Dr. James Trussell, de la Universidad de Princeton, midieron el efecto del mayor acceso a la AE, y el índice de embarazos y abortos. Ni uno sólo de los 23 estudios encontró una reducción en el número de embarazos ni de abortos, subsiguiente al mayor acceso a los AE [14]. Para más información véase “Hoja de conclusiones: Los anticonceptivos de emergencia fallan en la reducción del embarazo no deseado y el aborto” en www.usccb.org/prolife/issues/abortion/factsheetec21607.shtml (en inglés).

Una menor actividad sexual entre los adolescentes reduce el número de embarazos en las adolescentes de abortos. Un análisis de la reducción en el número de embarazos no maritales entre adolescentes desde 1991 a 1995 concluye: “la reducción entre el número de personas entre 15 y 19 años de edad que mantienen relaciones sexuales, es la causa de la reducción del 67% en el índice de embarazos” [15]. El Centro para el Control de las Enfermedades de Estados Unidos encontró (CDC, por sus siglas en inglés), que entre 1991 y el 2001, el “53% de la disminución en los índices de embarazos puede ser atribuido a la disminución de la actividad sexual” [16]. El éxito de Uganda en el combate contra la epidemia del SIDA, encierra lecciones para la reducción del número de embarazos fuera del matrimonio y de abortos entre adolescentes y jóvenes. Según 150 expertos en este campo, “cuando uno se dirige a la gente joven, en especial a aquellos que no han comenzado su actividad sexual, la primera prioridad debería ser estimular la abstinencia y el retraso de dicha actividad [hasta el matrimonio], enfatizando así que el evitar el riesgo es el mejor método de prevenir el SIDA y otras enfermedades de transmisión sexual, así como los embarazos. Después del inicio de la actividad sexual, el retorno a la abstinencia o ser mutuamente fiel con un compañero [esposo o esposa] no infectado, son los métodos más efectivos de evitar la infección” [17].

Notas:

[1]. Centers for Disease Control and Prevention, Advance Data no. 350, Dec. 10, 2004: “Use of Contraception and Use of Family Planning Services in the United States: 1982-2002”; www.cdc.gov/nchs/data/ad/ad350.pdf .

[2]. Guttmacher Institute, “Abortion in Women’s Lives”, www.guttmacher.org/pubs/2006/05/04/AiWL.pdf at 6-7.

[3]. Id., “Facts on Contraceptive Use,” January 2008; www.guttmacher.orp/pubs/fb contr use.html.

[4]. H. Fu el al., “Contraceptive Failure Rates: New Estimates from the 1995 National Survey of Family Growth,” Family Planning Perspectives 31 (1999): 56-63 at 61.

[5]. “Abortion in Women’s Lives”, nota 2 supra, en 7.

[6]. Guttmacher Institute, “Facts on Induced Abortion in the United States,” julio del 2008, www.guttmacher.org/pubs/fb_induced_abortion.html

[7] .D. Rose, “The Pill `has had its day as an effective contraceptive’,” The Times (UK), junio 26, 2008; www.timesonline.co.uk/tol/news/uk/health/artic1e4215441.ece?articleid=4215441.

[8] National Guideline Clearinghouse, “The use of contraception outside the terms of the product license” (2005), Recomendación No. 18; www.guideline.gov/summary/summary.aspx?ss=15&doc_id=7488&nbr=4433 .

[9]. J. Richens el al., “Condoms and Seat Belts: the Parallels and the Lessons,” The Lancet, 355 (2000): 400-403; M. Cassell el al., “Risk compensation: the Achilles’ heel of innovations in HIV prevention?”, British Medical Journal 332 (2006): 605-607; vea el resumen en www.bmj.com/cgi/pdf_extract/332/7541/605?ct .

[10]. D. Paton, “The Economics of Family Planning and Underage Conceptions,” J. of Health Economics, 21.2 (Match 2002): 207-225; vea el resumen en www.sciencedirect.coco/science/articleB6V8K-4537PJR-3/2/7b0ac0ed4b84065fae3119e1663e50bc . Este estudio investigó 16 regiones de Inglaterra durante un período de 14 años y también se enfocó en los efectos del fallo Gillick, el cual del 1984 al 1985, exigió el consentimiento paterno para que las menores de 16 años pudieran obtener anticonceptivos en Inglaterra (pero no en Escocia). Como se esperaba, se redujeron grandemente las visitas a las clínicas entre las jovencitas inglesas menores de 16 años. Muchos esperaban ver un aumento de los embarazos y los abortos en este grupo, comparado con las jóvenes inglesas de más edad en Inglaterra y las de menos de 16 en Escocia. En lugar de esto, el estudio no encontró ningún aumento en embarazos o abortos en ese grupo, ni ningún descenso de los embarazos de menores o los abortos debido a un mayor acceso a la anticoncepción.

[11]. Citado en K. Ahmed, “Abortions rise in under-age sex crisis,” The Observer (UK), 17 marzo del 2002; www.guardian.co.uk/uk/2002/mar/17/medicalscience.socialsciences.

[12]. K. Edgardh el al., “Adolescent Sexual Health in Sweden,” Sexually Transmitted Infections 78 (2002): 352-6; disponible en http://sti.bmjjournals.com/cgi/content/full/78/5/3 52  .

[13].  P. Arcidiacono el al., “Habit Persistence and Teen Sex: Could Increased Access to Contraception Have Unintended Consequences for Teen Pregnancies?” Working Paper, Duke University Department of Economics (Oct. 3, 2005): 1-38 at 31; www.econ.duke.edu/-psarcidi/teensex.pdf.

[14]. E. Raymond el al., “Population Effect of Increased Access to Emergency Contraceptive Pills: A Systematic Review,” Obstetrics & Gynecology 109.1 (enero del 2007): 181-8.

[15].  J Mohn el al., “An analysis of the causes of the decline in non-marital birth and pregnancy rates for teens from 1991-1995,” Adolescent and Family Health 3.1 (Primavera del 2003): 339-47 at xx.

[16]. J. Santelli el al., “Can Changes in Sexual Behaviors Among High School Students Explain the Decline in Teen Pregnancy Rates in the 1990s?”, Journal of Adolescent Health 35 (2004): 80-90 at 80.

[17]. D. Halperin el al., “The time has come for common ground on preventing sexual transmission of HIV,” The Lancet 364.9449 (noviembre 27 del 2004): 1913-1915 at 1913. (Las frases entre corchetes [ ] son nuestras, no del original, las añadimos para enfatizar la verdad de que las relaciones sexuales deben ser reservadas exclusivamente para el matrimonio. De nuevo, los autores de este informe se limitan a citar lo que otros han dicho, lo cual no refleja para nada su propia postura al respecto.)

Este documento fue traducido del original “Greater Access to Contraception Does Not Reduce Abortions” y está siendo publicado con autorización de los autores: Secretariat of Pro-Life Activities – Secretariado de Actividades Provida, Conferencia de Obispos Católicos de EEUU, 3211 Fourth Street N.E. Washington DC 20017-1194, Tel: 202-541-3070 Fax: 202-541-3054. Email: prolife@usccb.org. Portal: www.usscb.org/prolife.

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