Padre Peter West

Vicepresidente para las Misiones

Human Life International

 

El caso de Nadya Suleman que dio a luz a ocho hijos luego de haber dado a luz previamente a otros seis por medio de la fecundación in vitro (FIV), ha hecho que surjan muchas preguntas en torno a todo el proceso de esta técnica. Algunos se preguntan si todos esos bebés debían haber sido transferidos a la madre, otros se preguntan si algunos de esos bebés debían haber sido “reducidos selectivamente” – un eufemismo para encubrir la violencia del aborto. Pero pocos se preguntan si, primero que todo, la FIV es moral. Este caso nos proporciona una oportunidad educativa, para que los fieles católicos puedan enseñar a otros acerca del carácter sagrado de la vida humana desde su mismo comienzo y del maravilloso plan de Dios para el matrimonio, la sexualidad y la vida familiar.

 

La razón primaria por la cual la Iglesia Católica se ha opuesto a la FIV desde el comienzo es que el niño tiene el derecho a venir a este mundo como resultado de un acto de amor entre su papá y su mamá, y no como resultado de un proceso de laboratorio. Miles de embriones han sido congelados y privados del cuidado de su madre. Muchos no sobreviven el estado de congelación y el proceso de descongelación. Otros son descartados o sometidos a ulteriores abusos y experimentaciones. A menudo se transfieren a la madre más embriones que los que se pretende llevar a término por medio del parto, y por ello son “reducidos selectivamente” – un eufemismo para encubrir su matanza. Pero estas razones son secundarias ante el hecho de que un niño ha venido a este mundo, no como resultado de un acto de amor, sino a través de terceros en un proceso de laboratorio.

 

Hasta el año 1930, todas las iglesias cristianas estaban unidas en la oposición a la anticoncepción. La difusión a gran escala del uso de la anticoncepción produjo una concepción utilitarista del cuerpo, aumentando así la promiscuidad y a muchos más, no menos, abortos, y ahora la eutanasia.

 

Dios es el autor de la sexualidad. La sexualidad es algo hermoso y bueno cuando respetamos el plan de Dios para ella. Dios quiso que la sexualidad fuese la expresión de la autodonación total del amor abierto a la transmisión de la vida en el contexto del matrimonio entre un hombre y una mujer, que se han comprometido el uno al otro para toda la vida.

 

La anticoncepción y la esterilización son inmorales porque la dimensión procreadora (dadora de vida) del acto conyugal es deliberadamente separada de la dimensión unitiva (dadora de amor) del acto conyugal, de tal manera que los actos por medio de los cuales Dios puede elegir transmitir la vida son hechos deliberadamente infecundos. La FIV disocia la dimensión dadora de amor de la dimensión dadora de vida.

 

La FIV es la otra cara de la anticoncepción. La anticoncepción es tener relaciones sexuales sin bebés; la FIV es tener bebés sin relaciones sexuales. Si bien es cierto que la Iglesia ha sido acusada a menudo de ser anti-sexo, en realidad enseña que los actos por medio de los cuales un nuevo ser humano viene al mundo son un reflejo del amor Trinitario. A lo que la Iglesia se opone es la degradación de la sexualidad. Carlos Marx dijo que tener relaciones sexuales no es más significativo que tomarse un vaso de vino – la mera satisfacción de un apetito corporal. La Iglesia ve las relaciones sexuales dentro del matrimonio como un acto de amor por medio del cual Dios, si Él así lo decide, puede traer al mundo una nueva vida humana  creada a Su imagen y semejanza.

 

Sin embargo, cualquiera que sea la forma en que un niño ha venido al mundo, su vida debe ser respetada y protegida. El Papa Juan Pablo II se pregunta en su Encíclica El Evangelio de la Vida: “¿Acaso se puede ser un ser humano sin al mismo tiempo ser una persona humana?” La ciencia nos muestra que desde el momento de la fertilización ha comenzado una nueva vida humana. No se trata de un ser humano en potencia, sino de un ser humano con un gran potencial. A medida que crecemos hacia la adultez, no hay cambios en nuestra naturaleza como seres humanos ni en nuestro valor como personas. La vida del ser humano debe ser respetada en cada fase de su desarrollo y existencia.

 

Para los matrimonios que están sufriendo de problemas de infertilidad, hay esperanza. El Dr. Thomas W. Hilgers es un ginecólogo provida. El Dr. Hilgers es Director del Instituto Papa Pablo VI. Este eminente médico ha desarrollado un sistema que se llama NaProTecnología, para ayudar a los matrimonios a administrar su fertilidad por medio del respeto a la ley moral de Dios. La NaProTecnología funciona con, y no en contra de, la naturaleza.

 

El Dr. Hilgers ha tenido mucho éxito al ayudar a muchos matrimonios a tener hijos. Incluso, hay un matrimonio que conozco personalmente que ahora tiene una hermosa bebé después de cinco años de infertilidad. El Dr. Hilgers dice que hay demasiados médicos hoy en día que pasan por alto los problemas subyacentes que causan la infertilidad e inmediatamente recomiendan la FIV.

 

Detrás de cada “no” hay un gran “sí” a la dignidad de la persona humana, al respeto a la vida humana inocente y a la santidad del matrimonio, y la reverencia hacia los actos dadores de amor por medio de los cuales vienen al mundo nuevos seres humanos.

 

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