Brian Clowes, PhD
Director de Educación e Investigación

Human Life International (HLI)

Muchas personas provida están familiarizadas con Uganda debido a que el Presidente Yoweri Musenevi lanzó una exitosa campaña contra la elevada tasa de SIDA del país. El mandatario se dio cuenta de que la mejor manera de reducir la incidencia de esta mortal enfermedad es con un programa cuyo objetivo es modificar la conducta, animando a la gente a tener “relaciones interpersonales que se fundan en el amor y la confianza, en vez de la desconfianza institucionalizada, que es de lo que se trata el condón” [1].

El programa del presidente se llama ABC, que significa, según estas siglas en inglés: abstenerse de relaciones sexuales antes del matrimonio, (be faithful) ser fiel una vez casado y usar condones únicamente cuando sea absolutamente necesario. (Por favor, obsérvese que, siguiendo la verdad de Jesucristo que enseña la Iglesia Católica, HLI no acepta el uso del condón en ningún caso.) La clave del programa es que desalienta el uso del condón por todos los medios posibles.

En 1992, la tasa de infección con el VIH-SIDA era de un insólito 30% y la expectativa de vida era de solamente 44 años. Pero una vez que el programa ABC se difundió por todo el país, la tasa de infección con el VIH-SIDA bajó un 80% en sólo 10 años a solamente 6% en 2002, y la tasa de expectativa de vida subió 8 años.

Al comienzo del nuevo milenio, ciertas corrientes influyentes comenzaron a socavar el programa ABC. Organizaciones no gubernamentales (ONG) extranjeras comenzaron una intensa campaña de descrédito contra el exitoso proyecto, debido a que, según su ideología pan-sexualista, este no podía tener éxito. De hecho, el programa era demasiado exitoso para el gusto de los controladores de la población y constituía una verdadera amenaza al dogma de “condones primero, condones al final, condones siempre”.

La principal organización antivida que está activa en Uganda es Marie Stopes International (MSI). MSI recibe el apoyo de grupos a favor del control demográfico que están activos en Uganda, como AVERT, CEDPA, el Centro de Derechos Reproductivos, DFiD, Family Health International, Human Rights Watch, IPAS, IPPF, PATH, Pathfinder International, el Consejo de Población, el Population Reference Bureau, Population Services International, USAID y por lo menos 9 organismos de la ONU.

Martin Sempa, el cerebro detrás del éxito del ABC en Uganda, dice que los controladores de la población padecen de una patología que consiste en el odio hacia la abstinencia y la maternidad. Sin embargo, el problema es mucho más profundo que eso. Lo que motiva a estas ONG, que gozan  de un amplio financiamiento, es un odio racista hacia la abstinencia y la maternidad en África. Estas ONG creen que los africanos debe sacudirse sus normas culturales “pasadas de moda” y “atrasadas”, y unirse al mundo “desarrollado” en su búsqueda sin riendas del sexo sin límites y riqueza material. En ningún lugar es esto más evidente que en Uganda, donde una metodología que ha demostrado ser salvadora de vidas está siendo descartada en favor de una ideología de esclavitud al condón.

A principios de 2000, bajo la presión extranjera, Uganda introdujo programas de “educación” sexual hedonista en sus escuelas. Los currículos nos son familiares. Enfatizan el mal llamado “derecho humano fundamental a tener sexo”, sin importar la frecuencia o el tipo de relación, y la necesidad de comportarse “responsablemente” usando condones. Además de ello, los medios de difusión se volvieron más orientados hacia el liberalismo sexual, mostrando películas y fotos pornográficas o indecentes, respectivamente, en la televisión en horario estelar y en los periódicos.

Lo peor de todo es que ahora fluyen hacia Uganda miles de millones de dólares desde Occidente para corromper a los ugandeses: $330 millones para el control demográfico solamente en 2013 y $3.3 mil millones desde 1990 o el equivalente a $85 por persona, que es entre las cifras más elevadas del mundo [2]. El gobierno parece estar agotado luego de varios años de presión y coerción foráneas y gradualmente se está rindiendo en cuanto a sus esfuerzos por desalentar el uso del condón. De manera que ahora solo la Iglesia Católica es la que se opone vigorosamente al uso de condones.

El resultado de este “imperialismo anticonceptivo” es tan predecible como deprimente. Los ugandeses han comenzado a considerar que sus costumbres tradicionales están “pasadas de moda”, que es, desde luego, exactamente lo que el Occidente quiere. La tasa de infección con el VIH-SIDA en adultos en las zonas urbanas se ha duplicado de un bajo 6% en 2002 a un 12% en la actualidad y continúa subiendo aceleradamente. Ello significa que alrededor de 190,000 ugandeses más, solamente en las ciudades, tienen ahora el VIH debido a la injerencia del cartel internacional de los controladores de la población. Hay que tener en cuenta que solamente aproximadamente el 15.6% de los ugandeses vive en zonas rurales [3].

Por favor, ore por Uganda y por la misión que HLI, junto con la Iglesia Católica local, realiza en el país africano. Pidamos también a Dios que América Latina no se deje llevar por la nefasta influencia de las ONG extranjeras mencionadas en este artículo, la mayoría de las cuales actúan, desde hace bastante tiempo, en los países hispanos.

Notas:

[1]. “Condom Row Erupts at AIDS Talks.” The Moscow Times, 13 de Julio de 2004.

[2]. Si desea obtener (en inglés) una hoja en Excel que muestra los gastos anuales en el control demográfico en todas las naciones del mundo de 1991 a 2013, envíe un mensaje electrónico (en inglés) a Brian Clowes a bclowes@hli.org y pida la hoja en Excel F-18-B. Según la United Nations Population Information Network, la población en Uganda en 2014 es de 38.7 millones.

[3]. United Nations, Department of Economic and Social Affairs. World Urbanization Prospects, the 2011 Revision.

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