La legalización del aborto y la amplia disponibilidad de la anticoncepción han afectado profundamente la formación de la familia. Se pensaba que la legalización del aborto iba a disminuir la tasa de niños en hogares monoparentales. Pero ha ocurrido lo contrario, ha aumentado. Muchos científicos sociales han llegado a la conclusión de que este aumento se debe a la alteración de las normas sociales debido a la legalización y disponibilidad del aborto. Las relaciones sexuales y los embarazos antes o fuera del matrimonio y las familias monoparentales ya no son vistos como algo negativo. La disponibilidad la del aborto y la anticoncepción han creado la expectativa de que las mujeres tengan relaciones sexuales antes o fuera del matrimonio, y de que los hombres no asuman la responsabilidad por los hijos. De hecho, las leyes proaborto excluyen al hombre de la decisión de abortar y, por consiguiente, de la responsabilidad familiar .

El efecto negativo, emocional y espiritual, que el aborto ha tenido en la mujer ha repercutido en su entorno socio-familiar, en particular, en su esposo o novio y en los hijos de ambos. Esta disfuncionalidad interpersonal que ha causado el aborto, ha contribuido al aumento de separaciones, divorcios o abandono del compañero sexual. Ello a su vez ha contribuido con la feminización de la pobreza: el sector más grande de la población en EEUU (75%) que vive en la pobreza está constituido por mujeres solas y sus hijos. También ha contribuido a esta feminización de la pobreza el aumento de la tasa de depresiones y adicciones en las mujeres que han abortado. Estos mismos factores han influido en el aumento de la tasa de maltrato infantil intrafamiliar [6].

Aún en el caso de que se cuestione esta relación de causa y efecto, nadie podrá afirmar que la legalización del aborto haya tenido ningún impacto positivo en el bienestar de la familia.

Fuente: Angela Lanfranchi, Ian Gentles y Elizabeth Ring-Cassidy, Complications. Abortion’s Impact on Women. The deVeber Institute for Bioethics and Social Research: Ontario, Canadá, 2013. págs. 269-270.