Padre Shenan Boquet
Presidente
Human Life International (HLI)
22 de febrero de 2018
Ha comenzado la Cuaresma. Ello también significa que ha sido lanzada una nueva Campaña de 40 Días por la Vida. En este caso, ¡se trata de la campaña más grande la historia! Durante 40 días, los defensores de la vida de 354 comunidades en EEUU y en otros 24 países llevarán a cabo vigilias de oración frente a centros de abortos en sus localidades, ya sea que llueva, haga sol, nieve o caigan granizos. (Haz clic en el siguiente enlace para encontrar un grupo en la localidad más cercana de tu país que esté participando en esta campaña: https://40daysforlife.com/browse-campaigns/.)
HLI y VHI apoyan con entusiasmo la Campaña de 40 Días por la Vida. Uno de los motivos es que esta campaña proporciona una manera muy directa y poderosa para que cualquier persona provida que quiera hacer algo más por la vida se involucre más profundamente en esta lucha.
Comprometerse a rezar durante una hora a la semana frente a un centro abortivo no parece ser nada del otro mundo. Pero si hay algo que ha demostrado esta campaña es que este simple acto puede conducir a resultados increíbles – ¡comenzando con los 14 mil bebés y sus mamás que se han salvado del aborto gracias a esta campaña! Luego tenemos a los 170 empleados del negocio del aborto que se han convertido y dejado sus criminales empleos, y los 94 centros de abortos que se han cerrado luego de las constantes vigilias frente a ellos.
Pero yo creo que el buen fruto de esta campaña va mucho más allá de estas impresionantes cifras. Después de todo, esta campaña ha inspirado a decenas de miles de personas a salir de su comodidad y atreverse a mirar de frente la horrible realidad del aborto en su propio rostro. Nada hace que experimentemos personalmente esta brutal realidad que estar parados en la acera y ver cómo hombres y mujeres se dirigen hacia una instalación abortiva para que les maten a sus preciosos bebés. Esta experiencia parte el corazón de cualquiera. Pero es exactamente lo que muchos de nosotros necesitamos para sacudir nuestra indolencia y encender la llama provida en nuestro interior.
Creo que el aborto no va a terminar hasta que cada cristiano o persona de buena voluntad considere que tiene la responsabilidad personal de hacer lo que esté razonablemente a su alcance para defender la vida. Ello ocurre porque el aborto está tan profundamente arraigado en nuestra cultura, que no tenemos la esperanza de que ocurra un cambio súbito en las leyes o que tenga lugar la correcta “estrategia” de relaciones públicas llevada a cabo por grandes organizaciones provida para deshacer esta atadura. Lo que se necesita por encima de todo es la conversión del corazón a nivel de toda la sociedad. Y si los cristianos como tú y como yo no nos paramos allá afuera a rezar y a dar testimonio público del amor de auto-sacrificio del Evangelio, ello nunca ocurrirá. No nos podemos quitar esta responsabilidad y echársela a otros encima, tenemos que asumirla personalmente. Tenemos que involucrarnos.
Por medio del establecimiento de un sistema de vigilias de oración a nivel mundial frente a centros abortivos, que ha sido bien organizado y sincronizado; la Campaña de 40 Días por la Vida ha facilitado a muchas personas provida llevarla a cabo. Ello es la razón por la cual esta campaña continúa creciendo año tras año. Es imposible medir el efecto positivo en cadena que esta campaña ha tenido.
Otra razón por la cual me entusiasma la Campaña de 40 Días por la Vida es porque nos obliga a mantener claras nuestras prioridades. Especialmente en esta época de actividad frenética y de presuntas soluciones técnicas a problemas de todo tipo, es fácil sucumbir a la “herejía de las buenas obras”, que Dom Chautard en su obra El alma del apostolado describe como “la frenética actividad que ocupa el lugar de Dios, pasa por alto Su gracia y permite que la soberbia desaloje a Jesús de Su trono, y transfiera la vida sobrenatural, el poder de la oración y el plan de nuestra redención – por lo menos en la práctica – al ámbito de la pura teoría”. Esta es la herejía que prevalece, dice este autor, “en esta época de naturalismo, donde los hombres juzgan, sobre todo, por medio de las apariencias, y actúan como si el éxito fuese principalmente el resultado de una habilidosa organización”.
En otras palabras, aún aquellos de nosotros que estamos profunda y diariamente involucrados en la causa provida todavía corremos el riesgo de socavar nuestra propia labor al enfocar demasiado nuestras energías en las “soluciones” temporales al gravísimo problema del aborto. Durante todo este tiempo, olvidamos los remedios espirituales que son mucho más importantes, comenzando con nuestra propia conversión. La Campaña de 40 Días por la Vida, con su énfasis primario en la oración y el ayuno, es un poderoso corrector de esta tendencia.
Recordemos el pasaje de Mateo 17:19-21, que relata el caso de un hombre cuyo hijo estaba poseído por un demonio. Cuando este padre trajo al muchacho ante los discípulos de Jesús, éstos fueron incapaces de echar fuera al demonio. Luego de que Cristo curara exitosamente al chico, sus perplejos discípulos le preguntaron por qué ellos no tuvieron éxito. La respuesta de Jesús es dolorosamente directa: “Debido a vuestra falta de fe”. Y luego añadió: “Esta clase [de demonios] no puede ser arrojada sino es por medio de la oración y el ayuno”.
El más pernicioso de los demonios no puede ser echado fuera sin la oración y el ayuno. El espíritu del aborto es uno de esos demonios. El aborto se ha enseñoreado de nuestra cultura, y a pesar de los muchos y valientes esfuerzos de los últimos 45 años, todavía está con nosotros. El aborto nunca será exorcizado hasta que no hagamos uso de las armas más poderosas que tenemos a nuestra disposición. La Escritura no se anda con rodeos en cuanto a cuáles son estas armas: la oración y el ayuno, la oración y el ayuno, la oración y el ayuno.
¿Tendré que decirlo de nuevo? La oración y el ayuno.
El pueblo de Nínive se arrepintió por medio del ayuno y de colocarse encima saco y ceniza. Moisés ayunó durante 40 días en el Monte Sinaí, después de lo cual Dios le encargó los Diez Mandamientos. Cristo mismo comenzó su ministerio público con un ayuno de 40 días en el desierto. Luego de Su Ascensión al Cielo, los Apóstoles ayunaban habitualmente, como dicen los Hechos de los Apóstoles. “Aún ahora”, dice Dios en el Libro del Profeta Joel, “vuélvanse a Mí con todo el corazón, con ayuno, llanto y lamento” (Joel 2:12).
Podría seguir y seguir citando pasajes de la Biblia.
¿Por qué el ayuno es tan eficaz? ¿Será simplemente porque duele? Bueno, de cierta forma, sí. Pero no porque a Dios le agrade que suframos. El ayuno es tan poderoso porque, al negarnos a nosotros mismos el alimento y otras comodidades que dominan nuestros pensamientos a diario, nos despojamos de las cadenas de este mundo, y obtenemos la libertad y la claridad para re-orientar nuestra atención a lo trascendente, a Dios.
La mayoría de nosotros no tenemos la más mínima idea de lo mucho que nuestros corazones se han endurecido ante lo sobrenatural a causa de la miríada de ataduras que tenemos a las cosas de este mundo. Muchas de estas cosas en sí mismas “no son dañinas”, pero respecto de ellas hemos desarrollado inconscientemente apegos excesivos. El ayuno prepara el camino para la gracia al barrer los obstáculos que están de por medio. La oración, sin embargo, logra que esa gracia alcance su cumplimiento, que es permitir que Dios se derrame en nuestros corazones.
Cuando hemos barrido de esta manera los obstáculos a la gracia de Dios por medio del ayuno, y cuando nos hemos convertido en conductos más perfectos de esa gracia por medio de la oración, no hay cosa que impida a Dios hacer lo que Él quiera por medio nuestro: nos convertimos en Sus instrumentos en esta tierra.
Al enfatizar la oración y el ayuno, la Campaña de 40 Días por la Vida está ayudando a formar personas provida en esos instrumentos. Y esos instrumentos, en pie frente a esos centros abortivos, sufriendo el frío o el calor, la lluvia y el viento y los abusos de los transeúntes, son tuberías espirituales que derraman la amorosa y salvífica gracia de Dios en las comunidades alrededor del mundo. Así es como una significativa y duradera conversión tiene lugar.
Por lo tanto, ¿qué estás esperando? Visita 40DaysforLife.com y averigua dónde está tu grupo provida local. Luego inscríbete para pasar por lo menos una hora en oración en silencio frente a un centro de abortos, por lo menos una vez durante esta Cuaresma. También considera ayunar una vez a la semana durante esta Cuaresma pidiendo el fin del aborto. Y si no hay un grupo que esté participando en esta campaña en tu localidad, ¿por qué no consideras comenzar uno tú mismo? No descansemos hasta que las vigilias de la Campaña de 40 Días por la Vida frente a cada centro abortivo del mundo sea una realidad, y hasta que cada uno de esos centros se cierre para siempre.
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