La adicción a la pornografía y sus consecuencias

 

Padre Shenan J. Boquet

Presidente

Human Life International

 

Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 19 de diciembre de 2022 en: Pornography Addiction and Its Consequences | Human Life International (hli.org)

 

Y fue publicado en español en el Boletín Electrónico “Espíritu y Vida” de Vida Humana Internacional el 21 de diciembre de 2022.

Vol. 6.

No. 54.

 

La pornografía debe ser denunciada por ser un ataque permanente a la dignidad de hombres y mujeres. No se trata solamente de proteger a los niños – una tarea urgente de las autoridades y de todos nosotros – sino también porque la pornografía es una amenaza a la salud pública – Papa Francisco.

 

A principios de 2020, durante los primeros confinamientos por causa del COVID, a un grupo de compañías pornográficas se les ocurrió la diabólica idea de aprovechar esta oportunidad para lograr que cientos de millones de personas que sufrían soledad y aburrimiento se dedicaran a mirar sus venenosas mercancías. Les ofrecieron suscripciones “gratis” a sus plataformas, con la sugerencia de que al hacerlo le estaban haciendo un generoso favor al mundo.

 

Por supuesto, los pornógrafos sabían muy bien que lo que estaban haciendo era implantando el mismo tipo de plan del vendedor de drogas de lograr que los incautos probasen sus “productos” y así se convirtiesen en adictos. Les estaban ofreciendo a personas vulnerables una primera prueba “gratis” de un “producto” altamente adictivo. Y sabían, al igual que el vendedor de drogas, que si bien algunas personas probarían la primera carnada para luego nunca regresar, otros se volverían adictos tan rápidamente que pronto pagarían por otro “producto” y luego por otro y luego por otro, y así sucesivamente.

 

Aparentemente, el malévolo plan de las compañías pornográficas funcionó a la perfección. Según nuevos datos aportados por el Addiction Treatment Group (UKAT) del Reino Unido, el número de personas que buscó ayuda para vencer su adicción a la pornografía en ese país aumentó casi un 250% en 2021 – más de 36,000 personas en comparación con 10,500 en 2020. El aumento fue tan enorme que UKAT dice que no puede mantenerse al día con la demanda de ayuda.

 

La pornografía es un pavoroso mal

 

Lamentablemente, la pandemia y los confinamientos fueron la tormenta perfecta que explotaron en todo tipo de adicciones. Los seres humanos son, como dijo Aristóteles, “animales políticos”. Es decir, somos unos seres que fundamentalmente necesitan vivir en comunidad. O como nos enseña el Catecismo de la Iglesia Católica en el no. 1879:

 

La persona humana necesita vivir en sociedad. La sociedad no es para ella una añadidura extrínseca [a su ser], sino un requisito de su naturaleza. A través de su relación con otros, el servicio mutuo y el diálogo con sus hermanos, el hombre desarrolla su potencial; y de esa manera responde a su vocación.

 

Cuando tantas personas se encuentran solas en una situación global muy estresante, algunas buscan un escape. Durante los últimos dos años, las muertes a causa de sobredosis de opiáceos han aumentado considerablemente en muchas partes del mundo. También estamos siendo testigos de las graves consecuencias para la salud de la adicción al alcohol y de otras dependencias físicas, como la comida chatarra. Sin embargo, como demuestra esta nueva encuesta, también estamos siendo testigos de una epidemia de muerte espiritual.

 

La Iglesia Católica es muy clara en su enseñanza de que la pornografía es un grave mal intrínseco. La pornografía es tan deshumanizante que daña a cada persona que se involucra en ella – productores, participantes y consumidores por igual. Aún diez segundos de uso deliberado de la pornografía es demasiado e inevitablemente causa un gran daño espiritual.

 

El Catecismo, en el no. 2354 nos enseña que la pornografía,

 

Ofende la castidad porque pervierte el acto conyugal, el mutuo e íntimo auto donarse de los esposos. Causa un grave daño a la dignidad de sus participantes (actores, vendedores y el público en general), ya que cada uno de ellos se convierte en objeto de placeres degradantes y de ganancias ilícitas para otros. Se trata de una grave ofensa. Las autoridades civiles deben impedir la producción y distribución de materiales pornográficos.

 

El mundo moderno considera que esta enseñanza está irremediablemente “pasada de moda”, y que es arbitraria, anti-sexualidad y otras sandeces por el estilo. Pero en realidad, esta enseñanza de la Iglesia se basa en una comprensión profunda de la dignidad de la persona humana, y en una profunda convicción en la bondad del cuerpo humano y la sexualidad.

 

Como dijo el Papa San Juan Pablo II en su Exhortación Apostólica Familiaris consortio, no. 11:

 

La sexualidad, por medio de la cual el hombre y la mujer se entregan mutuamente por medio de actos que son propios y exclusivos de los esposos, no es de ninguna manera algo puramente biológico, sino que concierne a lo más íntimo del ser de la persona humana como tal.

 

Por medio de la unión conyugal, los esposos renuevan sus promesas conyugales y se expresan mutuamente una forma de amor que es tan profunda que la Iglesia ha enseñado que es una imagen del amor que Cristo siente por su Iglesia (ver Efesios 5:21-33).

 

Al arrancar la sexualidad de este contexto de amor conyugal y al considerarla como si fuese solamente una función biológica de los seres humanos, una fuente de “placer” sin sentido, la pornografía degrada profundamente la sexualidad humana. La unión sexual fue diseñada por Dios para ser un medio de expresión del amor de sacrificio hacia el cónyuge. En el no. 2362, el Catecismo nos enseña que

 

La realización verdaderamente humana de estos actos fomenta la auto donación que dichos actos significan y enriquece a los esposos con el gozo y la gratitud.

 

Contrariamente a esta realidad, la pornografía enseña a sus consumidores a usar a las otras personas como si fuesen simples objetos de placer.

 

Los Obispos Católicos de EEUU observaron en su Carta Pastoral Crea en mí un corazón puro que

 

El uso de la pornografía es un grave pecado contra la castidad. Sin importar cuál sea la relación entre las personas, el mirarse mutuamente con lujuria – como si fuesen solamente objetos sexuales para el placer, el control y el uso – constituye un grave pecado. Se trata de una visión desordenada de la persona humana, porque está dirigida hacia su uso, como si fuera una cosa, en vez de una persona digna de amor. Por ello la pornografía nunca está justificada, aún dentro del matrimonio.

 

Debemos responsabilizar a las compañías pornográficas

 

La pornografía es una plaga en nuestra civilización. Cuando el mundo entero se estaba ajustando a la llegada de un nuevo virus que estaba matando a muchas personas e interrumpiendo la vida a la cual estábamos acostumbrados, a las compañías pornográficas se les permitió anunciar sus productos en las redes sociales y en otros medios. Cuando en realidad, más que cualquier otra cosa, lo que necesitábamos era dedicarnos a la oración y al ayuno, así como a la renovación de la vida familiar.

 

Hace unos pocos años, el Obispo Paul S. Loverde, de la Diócesis de Arlington, publicó una carta pastoral acerca del problema de la pornografía. En esa carta, Mons. Loverde describió la industria pornográfica como “una afronta a nuestra civilización y un negocio criminal contra los indefensos y los descontentos a quienes convierte en el blanco de sus ataques”.

 

El obispo añadió que es perfectamente legítimo exigir a los legisladores pedirles cuentas a las compañías pornográficas y limitar significativamente su capacidad de difusión:

 

Los ciudadanos deben unirse y exigir la aprobación de leyes que limiten el mostrar el cuerpo humano y la intimidad humana. Donde quiera que la pornografía haya invadido los principales medios de difusión… los ciudadanos deben exigir que los funcionarios públicos, cuyo deber es regular tales medios, actuar de manera inmediata y eficaz.

 

Hace unos pocos años, el Reino Unido logró aprobar leyes protectoras de los menores de edad que hubiesen impedido que éstos tuviesen acceso a la pornografía en línea. El plan exigió a los sitios web pornográficos verificar la edad de los usuarios, por medio de métodos difícilmente obviables. Lamentablemente, el plan fue abandonado en 2019, luego de ser criticado por violar la privacidad. Uno se pregunta a cuántos niños y adolescentes se les hubiera protegido su inocencia de la inmundicia de la pornografía y de la adicción a ésta, si esas medidas se hubiesen mantenido durante la pandemia.

 

Pero la buena noticia parece ser que todavía en el Reino Unido se están realizando esfuerzos por restaurar el proceso de verificación de la edad. Existe la esperanza de que otras jurisdicciones – incluyendo las de EEUU – tomen nota y actúen.

 

Muy a menudo, sin embargo, aún los que dicen ser “conservadores” se oponen a los esfuerzos para por lo menos limitar [debería ser prohibir totalmente] la pornografía con el erróneo pretexto de la “libertad de expresión” o los derechos “de la primera enmienda”. En realidad, desde luego, el producir y promover contenidos grotescamente obscenos no es cuestión de “libertad de expresión”, como las generaciones anteriores lo entendieron correctamente.

 

Como dijo el Obispo Loverde:

 

Proteger a una industria criminal y multimillonaria que destruye las vidas de tanto los que se prestan para ser mostrados como los que consumen pornografía, utilizando para justificarla la excusa de proteger la libertad de expresión, no constituye ningún servicio, sino una complicidad con el mal.

 

La industria pornográfica es fundamentalmente un negocio de depredadores, que trata los cuerpos y las personas de sus actores, y los deseos de sus usuarios como simples “recursos” para llenarse de dinero. Como tal, no tiene el derecho de operar.

 

El Obispo Loverde continuó diciendo:

 

La continua tolerancia de este insidioso y tóxico veneno que se esconde bajo el disfraz de la libertad de expresión y la libertad de conciencia está contribuyendo a la degradación de nuestra cultura y a la victimización de nuestros niños.

 

Efectivamente, ya es hora de que surja un verdadero movimiento en contra de la pornografía que exija a los legisladores retirar este veneno de nuestra sociedad.

 

Ayudemos a los adictos a salir de este abismo

 

La pornografía es un gravísimo mal. Pero sus usuarios a menudo son víctimas de una extraordinariamente poderosa industria que sabe exactamente cómo utilizar la psicología humana para convertirlos en adictos. Los consumidores de pornografía deben reconocer su propia responsabilidad moral como el primer paso para restaurar su sanidad mental respecto de la sexualidad humana. Pero también es verdad que gran parte de la culpa de la explosión de adicción a la pornografía la tienen los pornógrafos y los legisladores que dejan que éstos operen con total impunidad.

 

Los estudios han descubierto que la pornografía es tan adictiva como ciertas drogas duras, como la cocaína. De manera similar a la cocaína, el consumo de pornografía abarrota el cerebro con el neuroquímico llamado dopamina, el cual causa sentimientos de bienestar. Hoy en día, el promedio de edad de estar expuesto a la pornografía es de 11 años. En muchos casos, los primeros que se topan con material pornográfico simplemente no tienen la madurez emocional y psicológica para saber cómo rechazar algo que ha sido diseñado laboriosamente por adultos depredadores para secuestrarles el cerebro.

 

Los productores de contenido pornográfico, los que mercadean pornografía y los programadores de estos conglomerados multimillonarios tienen acceso a los datos provenientes de los cientos de millones de visitantes a sus sitios web. Han logrado adiestrarse con maestría en el “arte” de crear contenidos y de mercadearlos a los usuarios de tal manera que los que son vulnerables se sienten atraídos por un material cada vez más obsceno y degradante. La pornografía, especialmente la pornografía infantil, es un mal ante el cual la indignación está perfectamente justificada.

 

Para muchos consumidores de pornografía, el reconocer que están siendo tratados como ratas de laboratorio y manipulados por compañías pornográficas que deliberadamente monetizan sus apetitos y sus miserias, puede ser el comienzo del camino hacia su recuperación. Las compañías pornográficas están usando las tecnologías más sofisticadas para secuestrar y pervertir los deseos más fundamentales de las personas. Pero cada uno de nosotros es un hijo de Dios poseedor de una voluntad libre. Con la ayuda de la gracia de Dios todo adicto a la pornografía tiene la capacidad de rechazar las manipuladoras fuerzas que están intentando destruir su mente y su corazón.

 

Como han señalado correctamente muchos psicólogos, para muchos adictos a la pornografía, la raíz del problema a menudo no es un deseo de obtener placer sexual. Ciertamente ello es parte del problema. Pero a menudo el deseo descontrolado por ver contenidos sexuales es una manifestación de algo más profundo que no ha sido debidamente procesado: tedio, falta de sentido, depresión, ansiedad, miedo al futuro, sentirse inadecuado y, en última instancia, una falta de plenitud espiritual que solo puede ser satisfecha orientando el corazón y el alma hacia el único Bien que puede llenar nuestros anhelos: Dios Nuestro Señor.

 

Respondiendo a un nuevo estudio, el Director de UKAT, Simon Stephens, expresó:

 

Lo primero que digo a los pacientes es que este problema [la adicción a la pornografía] no siempre se trata principalmente de la sexualidad humana. Sino que se trata de aprender a cómo manejar las emociones de tal manera que sean menos destructivas. La disponibilidad de este material [pornográfico] hace que los usuarios desarrollen un estímulo que crea la dopamina en el cerebro, uno de los efectos de ello es suprimir las emociones.

 

Para muchos adictos a la pornografía, como en el caso de otros adictos, la recuperación comienza con el reconocimiento de que tienen un problema. Para muchos de ellos, esto puede y debe significar el buscar ayuda profesional. Un psicólogo o un consejero debidamente capacitado en asuntos de adicción puede mostrarle al adicto cómo comenzar a lidiar con los problemas psicológicos subyacentes, incluyendo el trauma de haber sido expuesto a la pornografía cuando era pequeño. El proceso de restauración también debe incluir el desarrollar un sistema de rendición de cuentas que haga posible que tenga lugar la sanación de esta adicción.

 

Para todo adicto a la pornografía, es absolutamente crucial darse cuenta de que el abandonar la pornografía exige una continua conversión del corazón. Ello incluye un sincero arrepentimiento, el entregarle la adicción a Dios y en un renovado esfuerzo por buscar en una correcta relación con Dios lo que se ha estado buscando ilícitamente en una relación desordenada como lo es la pornografía. También exige el reconocer que el uso de la pornografía está muy mal, en parte porque no se corresponde con la gran dignidad que posee el adicto como hijo o hija de Dios, creado a Su imagen y semejanza.

 

El gran activista anti-pornografía, Matt Fradd, escribió el prefacio de la más reciente edición de la carta pastoral del Obispo Loverde. “La ubicuidad de la pornografía en nuestra cultura es un gran mal y un enorme desafío, pero también es, potencialmente, una gran oportunidad. La Escritura nos promete que ‘donde abundó el pecado sobreabundó la gracia’ (Romanos 5:20)”. Y añadió:

 

De manera que aquí enfrentamos no solo una lucha, sino también una oportunidad para obtener una enorme efusión de la gracia de Dios. Piense en ello. Cada persona, cada cristiano tiene la capacidad de elegir a Cristo y rechazar, día tras día, este singular y anónimo pecado de la pornografía. De manera que no permitamos que nuestro corazón se turbe, sino que se llene de gratitud a causa de la insondable misericordia de Dios, de la poderosa ayuda que obtenemos a través de los sacramentos de la Iglesia, de maestros tan sabios como el Obispo Loverde y por esta oportunidad, casi sin precedentes, de crecer en la práctica de la virtud por medio del esfuerzo por caminar por el sendero de la pureza del corazón.

 

La misericordia de Dios es infinitamente más grande que nuestros pecados. Si usted o un familiar suyo está atrapado en la pornografía, es crucial que busque ayuda ahora mismo. Abra su corazón a un familiar o amigo de confianza. Desarrolle un plan de restauración que incluya un sistema de rendir cuentas que a su vez asegure que usted no vaya a caer de nuevo en viejos patrones de conducta sin que nadie lo sepa. Y rece todos los días pidiendo la gracia de la castidad. Dios escuchará sus oraciones y sanará su corazón.

 

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