Algunas personas que se consideran “católicas”, como las “Católicas por el Derecho a Decidir” y ciertos políticos “católicos” o “cristianos” proaborto, afirman ésta y otras falsedades parecidas [1]. Es verdad que la Biblia no tiene un pasaje que diga textualmente “No abortarás directamente”. Pero concluir por esa razón que la Palabra de Dios permite el aborto es totalmente absurdo y grotesco. La Biblia no contiene explícitamente muchos otros preceptos que, sin embargo, cualquier persona decente se da cuenta que son verdad. Por ejemplo, la Biblia no dice nada en contra de una guerra nuclear ni de la fecundación in vitro, por la sencilla razón de que no existían en esa época. Sin embargo, siguiendo los principios bíblicos, podemos y debemos concluir que esas cosas están mal. En el caso del aborto, la Biblia nos enseña explícitamente tres cosas:

  • Que existe una persona humana en el seno de una mujer embarazada.
  • Que matar directamente, sobre todo al inocente, es un pecado gravísimo.
  • Que es un grave deber defender al inocente de la muerte, sin dar excusas.

En cuanto a la primera verdad, tenemos muchos pasajes. Por falta de espacio, citamos solamente dos: “Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía, y antes que nacieses te tenía consagrado” (Jeremías 1:5). “Y mis huesos no se te ocultaban, cuando era yo hecho en lo secreto, tejido en las honduras de la tierra” (Salmo 139:15) [2].

En cuanto a la segunda verdad, tenemos, por supuesto, el quinto mandamiento “No matarás” (Éxodo 20:13; Deuteronomio 5:17). Este mandamiento, que en realidad prohíbe el homicidio voluntario o asesinato, se hace más explícito aun cuando la Biblia dice: “No quites la vida del inocente y justo” (Éxodo 23:7). La prohibición absoluta de matar directamente al inocente se funda precisamente en que el ser humano ha sido creado a imagen de Dios: “Y yo os prometo reclamar vuestra propia sangre…Quien vertiere sangre de hombre, por otro hombre será su sangre vertida, porque a imagen de Dios hizo Él al hombre” (Génesis 9:5-6).

En cuanto a la tercera verdad, tenemos el siguiente pasaje, que en realidad es emblemático de toda la Biblia: “Libra a los que son llevados a la muerte, y a los conducidos al suplicio ¡si los pudieras retener! Si dices: ‘Mira que no lo sabíamos’, ¿acaso el que pesa los corazones no comprende?, ¿el que vigilia tu alma, no lo sabe? Él da a cada hombre según sus obras” (Proverbios 24:11-12).

Ahora bien, el aborto es la destrucción de la vida de un ser humano, como quiera que ésta se realice, desde el momento de la concepción hasta el momento antes del nacimiento. Por consiguiente, los principios bíblicos apenas enunciados nos llevan a la conclusión de que este tipo de homicidio voluntario también constituye un grave mal moral, que debe ser prohibido absolutamente.

Notas:

[1]. Véase el subtema “Católicos disidentes” bajo el tema “Cultura de la muerte”.

[2]. Véanse también: Job 10:18-12; Salmo 22:10-11; Lucas 1:41-44; Gálatas 1:15.

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