La mentalidad detrás de los mal llamados abortos “terapéuticos”

 

Padre Shenan J. Boquet

Presidente

Human Life International

 

Publicado originalmente en inglés el 1 de marzo de 2021 en: https://www.hli.org/2021/03/the-mindset-behind-therapeutic-abortions/

 

 

Es cierto que en muchas ocasiones la opción del aborto tiene para la madre un carácter dramático y doloroso, en cuanto que la decisión de deshacerse del fruto de la concepción no se toma por razones puramente egoístas o de conveniencia, sino porque se quisieran preservar algunos bienes importantes, como la propia salud o un nivel de vida digno para los demás miembros de la familia. A veces se temen para el que ha de nacer tales condiciones de existencia que hacen pensar que para él lo mejor sería no nacer. Sin embargo, estas y otras razones semejantes, aun siendo graves y dramáticas, jamás pueden justificar la eliminación deliberada de un ser humano inocente.

─ Papa San Juan Pablo II, Evangelium Vitae, n. 58. Énfasis en el original.

 

¿Es la vida humana intrínsecamente sagrada o solo es valiosa cuando cumple con ciertos criterios? Mucho depende de cómo respondamos a esta pregunta. La respuesta judeocristiana es que los seres humanos han sido creados a imagen y semejanza de Dios y que, como consecuencia, toda persona humana, independientemente de sus características, posee el mismo valor en su ser que cualquier otra.

 

Sin embargo, hay otro punto de vista. Este fue el punto de vista defendido explícitamente por los eugenistas a principios del siglo XX. Y es la visión implícitamente presente en innumerables actos de genocidio, asesinato y esclavitud a lo largo de la historia. Según este punto de vista, ciertos seres humanos poseen menos valor que otros, en función de la medida en que exhiben diversos rasgos o habilidades y, por lo tanto, pueden ser explotados o eliminados por aquellos con más valor o poder.

 

Ya sea que se haya dado cuenta o no, esta última opinión es la expresada en los últimos días por un representante de EEUU durante un debate del Comité de Energía y Comercio de la Cámara de Representantes sobre la Enmienda Hyde. La Enmienda Hyde es una enmienda de larga data adjunta a la legislación fiscal que evita que los dólares de los contribuyentes se utilicen para financiar abortos. Sin embargo, el representante Raúl Ruiz de California argumentó durante el debate que la financiación es necesaria en los casos de los mal llamados abortos “terapéuticos”, incluidos los casos en los que el bebé por nacer padece diversas afecciones de salud [1].

 

“La interrupción de un embarazo está médicamente indicada, es decir, médicamente defendible o sugerida, cuando hay anencefalia, un trastorno del desarrollo en la formación del tubo neural que puede resultar en una falla en el desarrollo del cerebro, el cráneo y el cuero cabelludo “, dijo el Representante Ruiz. Continuó enumerando una variedad de otras “anomalías” o circunstancias, incluida la hidrocefalia, el síndrome de Potter y la “reducción selectiva”, que podrían justificar estas “interrupciones terapéuticas”.

 

Contratar a un “sicario”

 

A menudo escribo sobre el lenguaje engañoso que utilizan los activistas proaborto para ocultar el mal que están cometiendo. “Aborto terapéutico” es un término orwelliano que crearon para sugerir que el aborto no es diferente de cualquier otra forma de “atención médica”. El término es orwelliano porque no hay nada “terapéutico” en el homicidio directo de otro ser humano.

 

Es cierto que hay casos, el embarazo ectópico es el más citado, en los que los médicos deben tomar decisiones muy difíciles. Al priorizar por igual la vida del bebé por nacer y la de su madre, los médicos a veces pueden realizar lícitamente tratamientos que, de forma no intencionada e indirecta, conducen a la muerte del bebé no nacido. Sin embargo, esto no solo es extremadamente raro, sino que tampoco es un caso de aborto.

 

En un comunicado al respecto, la Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano aclaró: “Es necesario distinguir bien entre dos hechos diferentes: por una parte, una intervención que directamente provoca la muerte del feto, llamada en ocasiones de manera inapropiada aborto “terapéutico”, que nunca puede ser lícito, pues constituye el asesinato de un ser humano inocente, por otra parte, una intervención no abortiva en sí misma que puede tener, como consecuencia colateral, la muerte del hijo” [2].

 

En los casos citados por el representante Ruiz, no hay resultado terapéutico. Incluso si el niño en el útero sufre de una condición que puede causarle la muerte antes o después del nacimiento, no existe ningún beneficio médico cuando se mata deliberadamente al niño. Matar no cura ninguna enfermedad, simplemente erradica al que tiene la enfermedad.

 

El Papa Francisco ha comparado repetidamente el acto de abortar a un niño en estos casos con contratar a un “sicario”. “¿Es legítimo quitar una vida humana para resolver un problema?” preguntó el Santo Padre a los asistentes al Vaticano en 2019. “¿Está permitido contratar a un sicario para resolver un problema?”

 

“La vida humana es sagrada e inviolable y se debe desalentar con fuerza el uso del diagnóstico prenatal con fines selectivos”, agregó.

 

La horrible lógica del aborto “terapéutico”

 

La mentalidad expresada por Ruiz me horroriza, en parte porque no está claro dónde termina. El representante Ruiz no mencionó el síndrome de Down, pero ahora vivimos en un mundo donde una abrumadora mayoría de niños diagnosticados con esta condición son abortados. Esto, a pesar de que la mayoría de las personas con síndrome de Down viven vidas muy felices [3].

 

Sin embargo, a medida que avanza la tecnología, los científicos podrán detectar más y más “problemas” potenciales del bebé en desarrollo, incluso algunos que no equivalen a enfermedades o discapacidades reales (por ejemplo, la mera susceptibilidad a ciertas enfermedades, o menos del coeficiente intelectual deseado o la fuerza física). Lo que comienza con una justificación “terapéutica”, termina inevitablemente en una eugenesia absoluta.

 

Los seres humanos no son animales. Negar su personalidad es caminar por el mismo camino que nos llevó a la esclavitud, el Holocausto y otros innumerables crímenes. Pensarías que a estas alturas ya habríamos aprendido la lección. Y, sin embargo, ciertos pensadores “ilustrados” continúan defendiendo abiertamente la visión utilitarista del ser humano mencionada al principio de esta columna. El más famoso, quizás, es el filósofo Peter Singer, profesor de la Universidad de Princeton.

 

En un pasaje de su libro Rethinking Life and Death (“Repensar la vida y la muerte”, traducción libre), Singer expresó:

 

Una vez que se haya eliminado el galimatías religioso que rodea al término “humano” podemos seguir viendo que los miembros normales de nuestra especie poseen mayores capacidades de racionalidad, autoconciencia, comunicación, etc., que los miembros de cualquier otra especie; pero no consideraremos sacrosanta la vida de todos y cada uno de los miembros de nuestra especie, por muy limitada que sea su capacidad para la vida inteligente o incluso consciente.

 

Y añadió:

 

Si comparamos a un ser humano recién nacido gravemente defectuoso con un animal no humano, un perro o un cerdo, por ejemplo, a menudo encontraremos que el ser no humano tiene una capacidad superior, tanto real como potencial, de racionalidad, autoconciencia, comunicación y cualquier otra cosa que pudiera considerarse plausiblemente como moralmente significativo… Algunos animales que no son seres humanos se parecen más a los seres humanos normales que algunos miembros de nuestra propia especie más gravemente dañados… No podemos, con razón, proteger más la vida de un ser humano que la de un animal que no es un ser humano, si el ser humano ocupa claramente un lugar más bajo en cualquier escala posible de características relevantes que el animal.

 

Singer no rehúye las implicaciones de esta visión inhumana. No solo defiende el aborto de niños en el útero que padecen condiciones severas, sino que incluso ha defendido el infanticidio y, naturalmente, la eutanasia y el suicidio asistido.

 

Dado que el niño en el útero “no ha desarrollado la capacidad de sentir dolor o sentir nada” y no tiene “ningún grado de conciencia”, entonces no tiene “estatus moral”, escribe. Con fría franqueza, agrega, “ni siquiera alcanza el nivel del mamífero de laboratorio estándar. Es más, como una existencia vegetativa, una lechuga, si quieres”.

 

Reclamemos la santidad de la vida

Es casi increíble que alguien en los niveles más altos de la academia pueda hablar de manera tan cruel y malvada sobre la vida humana.

 

Y, sin embargo, podemos darle “crédito” a Singer por esto: es sumamente lógico. Comienza con una cierta premisa, que la vida humana no es intrínsecamente sagrada, y la sigue hasta su horrible conclusión: que la vida humana que no exhibe ciertos rasgos es menos valiosa que la de los animales, o incluso las plantas, y es descartable.

 

Singer se ha equivocado tanto, porque uno de sus primeros principios, la negación del valor intrínseco y el carácter sagrado de toda vida humana es catastróficamente incorrecto. En consecuencia, todo lo que se derive de ese primer principio también es incorrecto.

 

El problema es que a menudo es muy difícil discutir o hacer que la gente cambie sus primeros principios. En lugar de discutir sobre el principio en sí, a menudo la mejor forma de responder es mostrarles las consecuencias negativas de su principio equivocado. Otra forma es mostrarles las mejores consecuencias del principio opuesto.

 

Si el primer principio erróneo de Singer (es decir, que la vida humana no es sagrada) conduce, como creo, al Gulag, el primer principio cristiano es el único que conduce a una sociedad verdaderamente humana y a una vida plena y significativa.

 

Aquí, pienso en el altruismo y el heroísmo de tantos padres que, frente a un diagnóstico difícil sobre su hijo por nacer, abrazan la vida de su hijo y cualquier desafío que pueda surgir con sus discapacidades. Los médicos partidarios del aborto recomiendan (e incluso impulsan) el aborto, bajo la convicción de que esto “ayudará” a los padres. Por alguna razón, nunca parecen siquiera considerar las formas en que aceptar los desafíos de tener un hijo con discapacidades podría enriquecer y humanizar la vida de los padres.

 

Pero eso es lo que los padres informan constantemente. Hay tantas historias de padres, tanto a favor de la vida como a favor del aborto, que han elegido dar la bienvenida a su hijo, independientemente de sus discapacidades, y que han encontrado la experiencia profundamente significativa y terapéutica. Esto es cierto incluso en los casos en que el niño muere de forma natural en el útero o pocos minutos, también de manera natural, después del nacimiento.

 

Solo lea estas palabras de una joven madre que decidió tener a su hija (a quien llamó Lily) diagnosticada en el útero con anencefalia y quien murió poco después de nacer, comparando su amor por Lily con el que siente por su sano hijo Ted:

 

Ella vale cada segundo de nuestra tristeza y dolor. Ella vale cada lágrima. Vale la pena cada contracción y cada minuto del proceso de dar a luz. Vale la pena cada noche a solas y con el corazón roto porque no la tengo en mis brazos. De hecho, su valor es la razón por la que lloramos. Amo a Ted con cada gramo de mí ser y mi amor por Lily es el mismo. Me duele el corazón todo el día cuando pienso que no puedo quedarme con ella. Cuando pienso en Ted creciendo sin su hermana, me duele mucho el corazón.

 

Hay muerte y sufrimiento en esta vida. Pero no encontramos la felicidad y el sentido de la vida huyendo de ellos. Más bien, abrazándolos y elevándolos al encontrar el significado trascendente presente en ellos, los seres humanos viven vidas dignas de nuestra naturaleza como seres racionales e inmortales. Quienes, como el diputado Ruiz, defienden o promueven el aborto en casos de discapacidad creen que están ayudando, eliminando el sufrimiento; pero en realidad, están robando a los padres de esos niños (y a la sociedad misma) la oportunidad de amar a sus hijos y profundizar sus propias vidas.

 

También le están robando al niño la oportunidad de vivir su propia vida al máximo, por breve que sea. Si bien es cierto que algunos de los niños diagnosticados con enfermedades graves morirán en el útero como predijeron los médicos, hay muchos casos en los que el diagnóstico de los médicos resulta ser erróneo. En los casos más asombrosos, los niños han nacido perfectamente sanos, sin rastro de la enfermedad que se decía que tenían. En otros casos, los niños viven días, meses o años más de lo que se suponía.

 

Se supone que legisladores como el representante Ruiz y los trabajadores de la salud deben defender la vida y los derechos humanos. Debemos rezar para que resistan la “lógica” diabólica de la “cultura” de la muerte, tan perfectamente encarnada en la “ética” utilitaria de Peter Singer, y en su lugar usen su posición y poder para defender el carácter sagrado e intrínseco de toda vida humana desde la concepción hasta la muerte natural.

 

Vida Humana Internacional agradece a Jose Antonio Zunino la traducción de este artículo.

 

Notas

[1]. https://www.youtube.com/watch?v=yxh_AcloRm4&feature=emb_imp_woyt&ab_channel=rita4life.

[2]. Aclaración sobre el aborto procurado (vatican.va)

[3]. Iceland Eliminates Down Syndrome? Or People with Down Syndrome? (hli.org)

 

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