Hay que aclarar que la Iglesia Católica no enseña que los matrimonios deben tener todos los hijos que físicamente puedan tener. Ser padres de familia no consiste únicamente en el acto biológico de traer hijos al mundo, sino también en educarlos. De manera que el concepto que la Iglesia tiene de la transmisión de la vida incluye al mismo tiempo la procreación y la educación de los hijos. De este concepto surge la paternidad responsable.

La Humanae vitae nos enseña aquí que la paternidad responsable “hay que considerarla bajo diversos aspectos legítimos y relacionados entre sí”. Veamos cuáles son esos aspectos, ya que el conjunto de ellos nos dará un entendimiento correcto de qué es la paternidad responsable.

El primer aspecto es el conocimiento y el respeto de la fertilidad humana, especialmente la de la mujer. La mayoría de las personas no conocen el maravilloso ciclo de fertilidad e infertilidad de la mujer, ni tampoco el maravilloso proceso de la gestación de un ser humano. Además, los que están a favor de los anticonceptivos lo pensaría dos veces si de verdad supieran el daño que éstos le hacen a la mujer y el efecto abortivo de los principales de ellos (Véase los subtemas “Funcionamiento de los anticonceptivos” y “Daños de los anticonceptivos”. De este conocimiento de la fertilidad humana surgen los métodos naturales para espaciar o buscar los nacimientos.

El segundo aspecto se refiere a la capacidad de los cónyuges de abstenerse de relaciones sexuales durante la etapa fértil del ciclo femenino si están tratando de espaciar los nacimientos. Los esposos deben comenzar por tener una actitud de generosa apertura a la vida, es decir, desear tener una familia numerosa. Ahora bien, cuando hay motivos serios pueden tomar la decisión de espaciar los nacimientos. La Iglesia nos da aquí cuatro grupos generales de graves motivos para que sirvan de criterio a los esposos, de manera que ellos mismos se formen un juicio recto ante Dios. Estos motivos son “las condiciones físicas, económicas, psicológicas y sociales” en que se encuentran los cónyuges y los hijos que ya tienen.

El sentido de los dos primeros tipos de motivos graves (físicos y económicos) no necesita mucha explicación. Las condiciones psicológicas se refieren a las capacidades psicológicas que los cónyuges tienen en ese momento dado de criar y de educar más hijos. Las condiciones sociales se refieren a la situación social donde ellos viven. Por ejemplo, si viven en un país que está en guerra, ellos pueden decidir esperar a una situación mejor para tener hijos.

Sin embargo, la recta intención no es suficiente. El método que se utilice para planificar la familia debe ser bueno también. Para que una acción sea buena hay que tener no sólo una buena intención, sino también un medio bueno. El fin no justifica los medios (véase Romanos 3:8). Sólo los métodos naturales son buenos medios para espaciar los nacimientos; mientras que la anticoncepción es gravemente mala. (Veremos por qué más adelante.)

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