• La primera estrategia consiste en que los “educadores” sexuales no se cansan de repetir el falso mantra de que la “educación” sexual es “necesaria” para “impedir” que aumenten los embarazos e infecciones de transmisión sexual (ITS) en adolescentes y jóvenes.

 

  • Sin embargo, en los últimos años la promoción de la “educación” sexual se ha vuelto más descarada. Como veremos en los próximas artículos de este tema, el énfasis ya no es en la “prevención”, sino en “el derecho al goce sexual”. Es decir, los adolescentes y los jóvenes tienen “derechos sexuales y reproductivos”. Se sigue insistiendo en la “salud sexual” o en la “salud reproductiva”, pero siempre en el contexto del “derecho a disfrutar de una vida sexual placentera y sin problemas”. Los únicos problemas son los embarazos y las ITS, y para resolverlos están los condones, las pastillas y los abortos. No existe el problema moral, porque los valores principales de la sexualidad ya no son el amor conyugal y la procreación, sino el placer sexual separado del amor conyugal y de la procreación, por medio, precisamente, de los condones, las pastillas y los abortos.

 

  • Precisamente porque se ha dado la transición del énfasis de la “prevención” al “goce sexual”, es que la “educación” sexual ya no se limita al aula, ni siquiera a la escuela. Ahora ha trascendido a las instituciones de salud. En los próximos artículo daremos ejemplos de cómo los ministerios de salud, al igual que las escuelas, adoctrinan, corrompen y pervierten a los menores de edad por medio de la “educación” sexual. Se ha dado un cambio de paradigma. Ya no se trata solamente del ámbito educativo, sino del más amplio ámbito de la salud. El argumento antivida es el siguiente. El cuidado de la salud es un derecho humano fundamental. La anticoncepción y el aborto, según esta ideología, son medios de atención de la salud, así como la transmisión de información acerca de estos medios. La conclusión es que informar o “educar” favorablemente acerca de los mismos, es decir, la “educación” sexual, también es parte de la atención y, por lo tanto, un “derecho humano fundamental”.

 

  • La abstinencia sexual se menciona, pero débilmente y sólo de labios para fuera. Se mezcla junto con un montón de opciones aberrantes: desde las relaciones heterosexuales con anticonceptivos hasta las relaciones sexuales de todo tipo. En el peor de los casos, la virginidad y la castidad son objeto de risa o escarnio.

 

  • La autoridad paterna es objeto de rechazo. Las más de las veces ese rechazo es muy sutil, pero a veces se expresa en franca hostilidad. A los padres se les “invita” a seminarios o foros, pero siempre de manera limitada. Por ejemplo, si hay un congreso con conferencias simultáneas, los padres son invitados a una de ellas solamente. El Estado y los “expertos” son los que poseen el conocimiento sexual “adecuado y completo”, sobre todo para adolescentes y jóvenes. Los padres de familia, al igual que los ministros religiosos, tienden a ser “anticuados”, “ignorantes” o “pasados de moda”.

 

  • Los adolescentes y los jóvenes (y, a veces, hasta los niños también) son considerados por los “educadores” sexuales como si fuesen adultos completamente autónomos. Es decir, son seres que deben tomar sus decisiones con total independencia de los principios morales (los “educadores” sexuales son relativistas), de sus padres y de sus valores religiosos. Podrá haber mucho “diálogo” y “compartir” (siempre bajo la “guía” – léase: manipulación – de los “educadores” sexuales), pero en última instancia a los estudiantes se les anima a convencerse de que sólo ellos tiene el “derecho a decidir por sí mimos” cuáles son “sus propios valores”.

 

  • Por ser profundamente relativista, la “educación” sexual contemporánea se suscribe a la diabólica ideología de “género”. Este tema lo abordamos con más detalle en el tema de la “cultura” de la muerte”, bajo el subtema de “estrategias de la ‘cultura’ de la muerte. Por ahora basta con señalar que esta ideología cobija a cuanta aberración sexual hay bajo el sol: homosexualismo, lesbianismo, bisexualismo, pedofilia y transexualismo, entre otras. Y todo ello se enseña a niños, adolescentes y jóvenes como “diversidad sexual”.

 

Todas estas estrategias las iremos percibiendo conforme avancemos en la descripción de la “educación” sexual hedonista en los próximos artículos.

 

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