Las malas consecuencias para la vida humana de rechazar a Dios
Padre Shenan J. Boquet
Presidente de Vida Humana Internacional.
Publicado originalmente en inglés el 1 de abril del 2025 en: https://www.hli.org/2025/03/the-consequences-of-rejecting-god/.
Vida Humana Internacional agradece a José A. Zunino la traducción de este artículo.
Cuando se nos pregunta nuestra postura sobre algún tema polémico, la gente cobarde se hace la pregunta: ¿es seguro para mí? La gente que busca su conveniencia se pregunta: ¿es político? La gente vanidosa se pregunta: ¿es popular? Pero la gente con conciencia se pregunta: ¿qué es lo correcto? Y llega un momento en que uno debe adoptar una postura que no es ni segura, ni política, ni popular, pero debe hacerlo porque la conciencia nos dice que es la correcta.
– Martin Luther King, Jr. –
Aviso: Como siempre hacemos al abordar el tema del aborto y otros males, aclaramos que no estamos condenando a nadie que haya caído en estos graves pecados. Invitamos a estas personas a la conversión y al Sacramento de la Confesión, absolutamente necesario para obtener la infinita misericordia de Dios, Quien nunca ha dejado de amarlos. La Iglesia Católica también cuenta con ministerios de reconciliación y sanación post aborto. Comuníquese con nosotros al (305) 260-0525.
No existe mayor derecho civil que el derecho a la vida. Sin embargo, decenas de millones de niños no nacidos no disfrutan de este derecho humano, el más básico y fundamental. El aborto es un genocidio moderno que condena a muerte a toda una categoría de seres humanos: los niños por nacer. Se trata de una violación extraordinariamente grotesca de todo lo bueno y sagrado. Sin embargo, esto no impidió que la gobernadora de Oregón, Tina Kotek, defensora del aborto, firmara recientemente una proclamación que declaraba el 10 de marzo como el “Día de Agradecimiento a los Proveedores de Aborto”. La gobernadora no solo reafirmó el compromiso de su gobierno de mantener el acceso ilimitado a los mal llamados “servicios” de aborto en Oregón, sino que también repitió la cantaleta proaborto:
Aquí en Oregón, entendemos que el aborto es parte de la atención médica, y los proveedores son valorados y pueden continuar brindando atención sin interferencias ni intimidación. A nuestros proveedores y a las pacientes que viven en Oregón o que se han visto obligadas a regresar a nuestro estado para recibir atención, sepan que continúo apoyándoles.
Pero la ciencia demuestra la verdad
La ciencia es clara. En el momento de la fecundación (es decir, la concepción), inicia la vida de un nuevo ser humano, único, irrepetible, vivo y completo. El embarazo no es una enfermedad. El aborto no es atención médica, sino todo lo contrario: es el fin de la atención médica.
Todo profesional de la salud sabe que, al atender a una mujer embarazada, atiende a dos personas distintas, cuyos intereses deben ser atendidos: la madre y el hijo. El bebé no nacido es un organismo vivo genéticamente distinto que siempre debe ser respetado. El único propósito del aborto es terminar con la vida de ese bebé. Es una grave injusticia legal contra la vida humana naciente que priva a los bebés que no han nacido todavía de su derecho a la vida.
El aborto siempre es fatal para al menos una de las partes involucradas: el hijo, quien no recibe ningún beneficio, solo la muerte. Por definición, “todo procedimiento cuyo único efecto inmediato sea la interrupción del embarazo antes de la viabilidad es un aborto, que, en su contexto moral, incluye el intervalo entre la concepción y la implantación del embrión” (Directivas Éticas y Religiosas para los Servicios Católicos de Salud, Nro. 45). La doctrina católica ha rechazado sistemáticamente la idea de que un embrión carece de estatus moral. Una vez realizada la fecundación, la vida humana está presente y debe ser respetada “de modo absoluto” (Instrucción sobre el respeto a la vida humana en su origen y sobre la dignidad de la procreación).
El macabro turismo del aborto en Oregón
En el Estado de Oregón, el aborto es legal hasta el momento del parto, sin límite de gestación, sin períodos de espera obligatorios ni requisitos de notificación a los padres para niñas a partir de los 15 años. La proclamación y los comentarios del gobernador Kotek demuestran que Oregón ha redoblado sus esfuerzos para proporcionar y promover el acceso legal al aborto, y la popularidad del estado como destino turístico para el aborto ha crecido constantemente desde la decisión de 2022 del Tribunal Supremo de EEU Dobbs vs. Jackson.
En 2022, por ejemplo, se realizaron 1,036 abortos en mujeres que viajaron a Oregón para abortar. Esta cifra aumentó un 60% en 2023, con 1,661 abortos realizados en residentes de otros estados. Según el informe preliminar de 2024 de la Autoridad de Salud de Oregón, se realizaron 8,977 abortos, de los cuales 1,669 se realizaron en mujeres de fuera del estado, lo que representa casi una quinta parte de los abortos. Las estadísticas también indican que una proporción cada vez mayor de abortos se debe a abortos químicos (es decir, Mifepristona o la píldora abortiva).
No solo se está haciendo realidad el deseo de la gobernadora Kotek de un mayor acceso al aborto, sino que los datos también muestran que el “turismo del aborto” está en constante aumento. Para el lobby proaborto, Planned Parenthood y otros proveedores de abortos, estas son buenas noticias.
Si bien este lobby, bien financiado, defiende su opinión de que un niño no nacido no es más que una molestia fácilmente descartable, los provida deben ser más enérgicos en la resensibilización de la sociedad sobre la humanidad del niño no nacido y su derecho fundamental a la vida. Debemos contrarrestar la fuerte presión social para normalizar el aborto, sin disculparnos por proteger a los débiles, los no deseados y los indefensos de este daño devastador. Este es el mayor problema de derechos humanos. Requiere el aguijón de las conciencias que se han vuelto insensibles y espiritualmente ciegas.
Desafiemos la mentalidad cultural a favor del aborto
Para facilitar esta transformación cultural se requiere un cambio de mentalidad y de corazón. Por eso, el movimiento provida debe trabajar para despertar a la sociedad y resensibilizarla ante la dignidad inmutable de cada persona, ya sea por nacer o ya nacida, independientemente de su raza, tamaño, sexo, condición médica o desarrollo. En una sociedad así de sana, en lugar de promover y facilitar el aborto, todos los niveles de influencia: social, legal, económico, político, médico, etc., buscarían soluciones creativas que respeten la dignidad humana y conduzcan a mejores resultados tanto para la madre como para el niño.
Hay algo contradictorio en una sociedad, como vemos con la proclamación del gobernador Kotek, que afirma acoger y proteger a los vulnerables, pero muestra una indiferencia cruel ante el destino de seres humanos inocentes antes del momento del nacimiento. El arzobispo Alexander K. Sample de Portland describe esto en su Enseñanza Pastoral sobre la Santidad de la Vida como “una especie de ceguera espiritual tan profunda que lo que debería ser evidente, la maravilla y el valor de una vida humana, queda completamente oscurecido”.
Hay algo grave y siniestro en una cultura que celebra la maldad del aborto. Como advierte el arzobispo Alexander K. Sample de Portland (la capital de ese estado): “La idea de que quienes se ganan la vida acabando con vidas inocentes no nacidas deban ser honrados públicamente agradecidos y aplaudidos, no es solo una confusión moral. Es algo más profundo. [Demuestra] lo lejos que puede estar la cultura de la realidad”, dijo el arzobispo.
La verdadera libertad ante la dignidad humana
Un político proaborto como la gobernadora Kotek cree que las mujeres deberían tener la “libertad de elegir” el aborto si así lo desean. Dicen que no deberíamos inhibir su “libertad” limitando o prohibiendo el aborto. La raíz de esta mentalidad es una comprensión distorsionada de la naturaleza de la libertad. Según esta noción errónea, la libertad es simplemente el “derecho” a hacer lo que se quiera, independientemente de si es lo correcto o no. Como dice el arzobispo Sample:
El lenguaje de los “derechos y la libertad” en estas conversaciones suena noble. Pero si dejamos de lado la demagogia, ¿qué queda? Un mundo donde los fuertes deciden el destino de los débiles. Donde quienes ostentan el poder tienen derecho a eliminar a quienes no lo tienen. Donde el valor del ser humano es condicional: se basa en la capacidad de tener autonomía y voluntad. Un regreso al impulso más antiguo y oscuro de la humanidad, a saber, que la razón la tienen los más fuertes.
En los Evangelios, Cristo habla del Buen Pastor como quien guía a sus ovejas a través de la puerta. Que se les diga que pasen por una puerta puede parecer restrictivo. ¡Las ovejas serían más libres si simplemente fueran a donde quisieran! Sin embargo, Cristo añade: “Yo soy la puerta; el que entre por mí se salvará” (Juan 10,9).
En otras palabras, cruzar la puerta no es restrictivo, ¡es el único camino hacia la vida y la libertad! El guitarrista no se queja de tener que seguir las notas de una partitura. Las notas lo liberan para crear música hermosa. De igual manera, debemos acoger la guía de la Iglesia y de pastores como el arzobispo Sample, quienes nos exhortan a seguir las leyes de Dios. No nos atan; nos muestran el camino a la vida.
Vivamos nuestra vida en la verdad
Al luchar por la Cultura de la Vida, es importante que recordemos constantemente a los demás que no nos interesa decirles qué hacer ni “controlar” sus vidas (como a menudo nos acusan los activistas proaborto). Al contrario, ansiamos ayudarlos a vivir vidas verdaderamente libres, a “salir de la mentira y a entrar en la luz”, dice el Arzobispo Sample. “Elijan ver la realidad como realmente es. Abracen el misterio, la belleza, la maravilla de la existencia misma”, dijo. “Porque la vida, cada vida, es un don. Y un mundo que olvida eso es un mundo que ha perdido su alma”.
Al concluir su pastoral, el arzobispo Sample argumenta que el aborto es un asunto espiritual, porque no se trata de política, derecho ni ética, sino de cómo percibimos la realidad misma. La realidad de que un niño no nacido es un ser vivo es una verdad indeleble. “Y por eso, por mucho que se celebre el aborto, algo parece extraño”, dice el arzobispo. A continuación, expone una profunda verdad que a menudo se pasa por alto:
La necesidad de presentar el aborto como un bien social, como una necesidad moral, revela la culpa subyacente. Si el aborto no fuera nada, nadie necesitaría justificarlo. Nadie necesitaría celebrarlo. El hecho de que deba ser ritualizado como progreso es en sí mismo una confesión de su oscuridad.
Gracias a Dios por buenos pastores como el arzobispo Sample, que saben que estarían traicionando su deber si permanecieran en silencio mientras las almas encomendadas a su cuidado se esclavizan al pecado y al error.
Bondad natural de la vida humana
El niño en el vientre materno es un don precioso. El rol de la madre es acogerlo, nutrirlo y protegerlo. El rol del padre es apoyar y proteger a la mujer que gesta a su hijo. Y es responsabilidad de todos nosotros crear las condiciones sociales y políticas necesarias para garantizar que cada niño, nacido o no nacido, sea amado y protegido.
Sin embargo, no podemos acabar con males como el aborto u otros males intrínsecos que violan la dignidad humana con un gesto de la mano. El mal nunca cesará hasta que cada cristiano y hombre y mujer de buena voluntad considere la responsabilidad personal de hacer todo lo razonablemente posible para proteger la vida.
Dado que la oscuridad del mal, como el aborto, está tan arraigada en nuestra cultura, no podemos esperar que un simple cambio de leyes o una correcta estrategia de relaciones públicas implementada por las grandes organizaciones provida debiliten el dominio de esa oscuridad. Lo que necesitamos sobre todo es una conversión del corazón, a escala social. Y a menos que personas como el arzobispo Sample desafíen la mentalidad maligna que configura la sociedad moderna, y personas como usted y yo sigamos defendiendo la dignidad humana, nada logrará erradicar este mal profundamente arraigado que plaga nuestras sociedades y culturas.
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