El cuidado profesional del movimiento de hospicios puede proporcionarse tanto en el hogar como en instalaciones especiales para los moribundos. El propósito de este servicio es aliviar el dolor psicológico de la soledad, así como el dolor físico que muchos moribundos experimentan hacia el final de sus vidas [1].

 

Los expertos en la atención a los moribundos del sistema de hospicios están de acuerdo en que lo que más temen los moribundos no es el dolor físico, sino el abandono – no sólo por parte de sus familiares y otras personas cercanas, sino también por parte de la sociedad en general. Los obispos católicos de Irlanda señalan que “aquellos que tienen experiencia en atender a los enfermos terminales y a los ancianos saben que estas personas no temen tanto a la muerte como al ser abandonados y dejados solos. Temen no ser amados más aún que el dolor. Se puede soportar todo, aún la muerte pierde su terror, ante la presencia de aquellos que nos aman” [2].

 

La atención de los hospicios puede ser una alternativa a la falsa “necesidad” de la eutanasia. En casa o en una instalación para este propósito, profesionales entrenados, en colaboración con los familiares, pueden darle la mejor atención a las necesidades físicas y emocionales del moribundo. De esta manera, tanto la familia como la sociedad se unen para asegurarse que los enfermos terminales enfrenten la muerte con verdadera paz y dignidad [3].

 

La Conferencia de Obispos Católicos del Canadá dijo lo siguiente: “Como católicos recomendamos encarecidamente que el debate actual le preste particular atención a la experiencia del cuidado paliativo que se lleva a cabo en instalaciones y hospicios. En estos lugares se ha llevado a cabo una labor extraordinaria en cuanto a la defensa de la dignidad de aquellas personas que enfrentan la muerte. El cuidado paliativo es una forma de atención médica que reconoce que la cura o el control a largo plazo de la enfermedad ya no es posible para ciertos enfermos. Es una forma de atención médica que se concentra en la calidad del cuidado más que en la cantidad de los años de vida del paciente. Este tipo de cuidado proporciona un tratamiento cuyo principal propósito es el nivel más elevado posible de atención al paciente” [4].

 

Cuando una sociedad se preocupa por sus moribundos y por sus ciudadanos con limitaciones físicas o mentales, todo el mundo se beneficia. El Documento de la Santa Sede para el Año Internacional de los Minusválidos de 1981 reconoció que “el respeto, la dedicación, el tiempo y los medios que se necesitan para el cuidado de las personas incapacitadas, aún de aquellas cuyas facultades mentales se encuentran gravemente afectadas, es el precio que una sociedad debe pagar generosamente para poder permanecer siendo verdaderamente humana.” Este documento nos enseña que si una sociedad comienza a tratar a sus miembros incapacitados o moribundos como animales en vez de seres humanos dignos de respeto, esa misma sociedad es la que sufre la peor indignidad [5].

 

Lamentablemente, hoy en día los enfermos terminales enfrentan grandes peligros en el propio movimiento de hospicios, el cual está siendo afectado por la mentalidad a favor de los crímenes de la eutanasia y del suicidio asistido. Un ejemplo de esto es el hecho de que la Asociación de Hospicios de EEUU (American Hospice Association) presentó un documento en el caso de Nancy Cruzan a favor de que se le dejara morir de hambre y sed [6]. Otro ejemplo es que, un estudio realizado en médicos de cabecera del Reino Unido, encontró que éstos habían cometido ilegalmente casi 30,000 suicidios asistidos, miles de ellos en hospicios a través del país [7]. Por supuesto, el suicidio asistido, sea legal o ilegal, siempre es un acto gravemente inmoral. Pero es inmensamente triste el constatar que estos médicos estuvieron dispuestos a ayudar a sus pacientes a morir, aún fuera de la ley y en el contexto de hospicios.

 

Cualquier persona que esté considerando la atención de un hospicio debe evaluar con mucho cuidado los programas disponibles antes de elegir uno, porque existen grandes diferencias entre los distintos proveedores de este tipo de cuidado. Esto asume una particular importancia a la hora de considerar el cuidado de hospicio en el hogar, ya que el moribundo recibirá la atención de una sola persona. En tales casos, la actitud que el trabajador de la salud tenga hacia el carácter sagrado de la vida humana es muy importante [8].

 

Notas:

[1]. Brian Clowes, The Facts of Life. Versión en CD. Human Life International: Front Royal, EEUU, 2014, capítulo 23, pág. 25.

[2]. Joint Pastoral Letter of the Bishops of Ireland.  “Human Life Is Sacred.”  1 de mayo de 1975.  Publicada en la edición inglesa del L’Osservatore Romano, 22 de mayo de 1975, y reimpreso en la obra de las Paulinas de EEUU, Yes to Life, págs. 146-165.

[3]. Clowes, 26.

[4]. Canadian Conference of Catholic Bishops position paper “To Live and Die in a Compassionate Community,” 26 de octubre de 1994.

[5]. Citado en Clowes, 26.

[6]. Clowes, 26.

[7]. Cahal Milmo. “Doctors ‘Helped 27,000 Patients to Die’.”  PA News, 15 de noviembre de 1998.

[8]. Clowes, 26.

 

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