El falso y anti-científico término de “pre-embrión” y el también falso argumento que lo acompaña, probablemente han hecho más daño al respeto debido a la vida humana en sus primerísimas etapas, así como a la ciencia misma de la embriología humana, que todas las demás objeciones que hemos presentado. Desde que este término fue inventado, a finales de los años 70, ha servido de base falsamente considerada “científica”, para justificar toda la gama que existe de experimentos destructores de embriones humanos, así como de las técnicas de reproducción asistida que implican la muerte de estos pequeños seres humanos, como la fecundación in vitro [1].

 

El argumento del “pre-embrión” dice que aunque el “producto” de la fertilización es genéticamente humano, no es todavía “un individuo en desarrollo” y, por lo tanto, no es un embrión, sino un “pre-embrión”. En otras palabras, para lograr el estatuto de ser humano es necesario lograr primero “la individualidad de desarrollo” [2]. Resumiendo, los que proponen este argumento están diciendo que el embrión hasta el día 14 (desde la fertilización) no es un ser humano individual.

 

El argumento consiste en decir que como las células del embrión antes del día 14 son totipotentes – es decir, cada una de ellas por separado se podría convertir en un individuo – entonces no tenemos todavía un ser humano individual en esta etapa, porque, incluso, puede ocurrir la gemelación [3]. Hay que aclarar que la importancia que este argumento le da al día 14, radica en el hecho de que poco antes de ese día (el día 12) es que se forma la estría primitiva [4]. La estría primitiva es una banda de color oscuro que marca el futuro áxis longitudinal del embrión [5].

 

Este argumento es simplemente un disparate desde el punto de vista de la embriología humana. La gemelación puede ocurrir después del día 14, como es el caso de los gemelos siameses [6].

 

En realidad, ¿qué importa que las células del embrión humano en esa etapa sean totipotentes? Ya hemos señalado que éstas se comunican entre sí. Si el “mensaje” enviado desde la fertilización es que la gemelación va a ocurrir, ¿acaso no debemos respetar más aún a los dos seres humanos que hay presentes en esas células? ¿Y qué hay de los otros casos (que son la inmensa mayoría), en los que no se da la gemelación, no son acaso seres humanos individuales?

 

Francamente, todo este argumento del dichoso “pre-embrión” no es otra cosa que un mito sin fundamento científico alguno. Volvamos a citar a O’Rahilly, quien es miembro de la directiva internacional de la Norma Embryologica, la entidad que determina los términos científicos correctos a ser usados en los textos de embriología humana de todo el mundo: “El mal definido e inexacto término de ‘pre-embrión’ … Ese término no es usado en este libro” [7]. El emimente científico Jerome Lejeune también descarta este término diciendo: “No hay ninguna necesidad de una sub-clase que se llame ‘pre-embrión’. Antes del embrión lo que hay es un espermatozoide y un ovocito, eso es todo” [8]. El “pre-embrión” simplemente no existe, excepto en la mente de aquellos que lo han inventado.

 

Notas: (para obtener todos los detalles de las fuentes que aparecen a continuación, por favor, consulte las notas de los artículos anteriores en esta misma sub-sección.)

[1]. Cf. Irving.

[2]. Cf. Clifford Grobstein, “The early development of human embryos”, Journal of Medicine and Philosophy 1985:10:213-236; Richard McCormick, “Who or what is the preembryo?”, Kennedy Insitute of Ethics Journal 1991:1:1-15. Fuentes citadas en Irving.

[3]. Cf. McCormick, p. 4. Fuente citada en Irving.

[4]. Cf. Lejeune, p. 53.

[5].  Cf. Taber’s, p. 1485.

[6]. Cf. O’Rahilly y Müller, p. 32; Karen Dawson, “Segmentation and moral status”, en Peter Singer et al., Embryo Experimentation (Cambridge: Cambridge University Press, 1990), p. 58; Moore y Persaud, p. 133. Fuentes citadas en Irving. Hay que tener en cuenta que la segunda fuente (Dawson) de estas tres es de tendencia antivida y, sin embargo, en ella se reconoce que el argumento de la gemelación es falso.

[7]. O’Rahilly y Müller, p. 55. Fuente citada en Irving.

[8]. Lejeune, p. 38.

 

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