Con este fundamento la Encíclica Humanae vitae reitera la enseñanza de 2000 años de la Iglesia Católica condenando la anticoncepción, es decir, el aborto y todo tipo de método que le destruya al acto conyugal su capacidad procreadora:

 

“Hay que excluir igualmente, como el Magisterio de la Iglesia ha declarado muchas veces, la esterilización directa, perpetua o temporal, tanto del hombre como de la mujer; queda además excluida toda acción que, o en previsión del acto conyugal, o en su realización, o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga, como fin o como medio, hacer imposible la procreación”.

 

Obsérvese cómo esta prohibición incluye el rechazo de todo tipo de anticonceptivos, ya sean de barrera (como los preservativos, etc.), o los químicos (como las píldoras anticonceptivas, los inyectables, como la Depo-Provera) y los mecánicos (como los dispositivos intrauterinos). Obsérvese también cómo esta prohibición incluye también el rechazo de todo uso antinatural del acto conyugal (coito interrumpido, sodomía, etc).

 

Al destruirle al acto conyugal su capacidad procreadora, la anticoncepción separa este aspecto procreador del aspecto unitivo, y es por tanto un acto malo en sí mismo (intrínsecamente malo). Es decir, es un acto malo independientemente de la intención (por muy buena que sea) y de las circunstancias. Ello se debe a que el significado unitivo y el significado procreador son intrínsecos al acto conyugal, es decir, pertenecen a la naturaleza misma del acto conyugal. Cuando se violan valores intrínsecos, se cometen actos intrísecamente malos. Cuando estos valores son muy importantes (como lo son la unión conyugal y la procreación), el acto malo cometido es intrínsecamente grave.

 

Esto quiere decir que si los esposos practican la anticoncepción sabiendo plenamente que es algo grave y con plena intención de hacerlo, cometen un pecado mortal y no pueden recibir la Comunión ni alcanzar la salvación sin confesarse antes. Dios es siempre infinitamente compasivo y misericordioso, pero su compasión y misericordia actúan en aquellos que humildemente reconocen su pecado, se arrepienten y recurren al Sacramento de la Confesión o Reconciliación.

 

______________________________________