Rompamos la burbuja del pensamiento grupal transgénero
Padre Shenan J. Boquet
Presidente
Vida Humana Internacional
Publicado originalmente en inglés el 20 de noviembre de 2023 en: https://www.hli.org/2023/11/breaking-transgender-groupthink/.
Y en vidahumana.org en Temas/Cultura de la muerte/Homosexualidad e ideología de género/Daños y refutaciones de esta ideología.
Vida Humana Internacional agradece a José A. Zunino la traducción de este artículo.
Hay algo en el movimiento transgénero que a muchas personas les ha parecido fundamentalmente sectario.
Esto es lo que Wikipedia tiene que decir sobre las sectas: “Se dice que los factores específicos en el comportamiento de las sectas incluyen el control mental manipulador y autoritario sobre los miembros, la organización comunal y totalitaria, el proselitismo agresivo, los programas sistemáticos de adoctrinamiento y la perpetuación en comunidades de clase media”.
No hace falta mirar más allá de los sitios de redes sociales como TikTok para encontrar evidencia de un “proselitismo agresivo” y un “programa sistemático de adoctrinamiento”. Allí, los “influencers” transgénero publican video tras video, a menudo dirigidos a adolescentes y niños, pintando en los tonos más rosados cosas como someterse a mastectomías dobles o llenarse de enormes dosis de hormonas sintéticas sin otra razón que la de “sentirse” como un niño.
En lugar de explicar con seriedad a sus espectadores los terribles daños de estas drásticas intervenciones médicas, que conllevan efectos secundarios permanentes que alteran la vida (incluida la infertilidad permanente), estos entusiastas transgénero le dicen a su joven audiencia que estas cosas son perfectamente normales, completamente positivas y a menudo moralmente valientes y esencialmente dignas de elogio.
Expertos y figuras públicas se manifiestan
Otra de las características fundamentales de una secta es que no puede resistir el cuestionamiento, ya que ello correría el riesgo de exponer la vacuidad de sus afirmaciones. Y por eso, las sectas reprimen rigurosamente cualquier atisbo de duda, purgando vigorosamente de sus filas a cualquiera que persista en cuestionar a pesar de las advertencias.
Consideremos el caso de la autora de Harry Potter, JK Rowling. A pesar de ser una feminista de izquierda que ha afirmado repetidamente su apoyo al transgenerismo, Rowling se ha convertido en uno de los principales objetivos de los activistas transgénero. ¿Por qué? Porque cree que el sexo biológico es real, le preocupa la práctica de poner rápidamente a los jóvenes con disforia de género en el camino hacia intervenciones médicas irreversibles y piensa que debemos proteger los espacios y los deportes exclusivos para mujeres.
Nota del Editor: No recomendamos las novelas sobre Harry Potter, pero eso es irrelevante respecto de la verdad de algunas de las afirmaciones de Rowling acerca del transgenerismo.
Para muchos izquierdistas sociales, Rowling es ahora una persona non grata que debe ser rechazada por la sociedad educada. Irónicamente, muchos abogan por boicotear sus libros, argumentando que los niños no deberían tener contacto con Rowling, para que sus mentes no sean envenenadas con ideas “anti-trans” al asociar su popularidad como escritora con su oposición a ciertos peligros del transgenerismo.
Como lo expresó la propia JK Rowling en su cuenta de X:
La idea de que mujeres como yo, que hemos sido empáticas con las personas trans durante décadas, y que sentimos parentesco con ellas porque son vulnerables de la misma manera que las mujeres a la violencia masculina, “odian” a las personas trans porque piensan que el sexo es real es una tontería.
Sin embargo, la negativa de Rowling a dar marcha atrás parece ser un indicador de una nueva tendencia: personas con influencia y experiencia que están decidiendo ignorar las amenazas y el ruido de los activistas LGBT y romper la burbuja del pensamiento grupal sectario al hablar abiertamente acerca de verdades obvias, independientemente de las consecuencias.
Una de las personas que ha demostrado tal valentía es la Dra. Riittakerttu Kaltiala, de 58 años, que se desempeña como jefe del departamento de psiquiatría adolescente del Hospital Universitario de Tampere en Finlandia.
En un artículo reciente, la Dra. Kaltiala relata su propia experiencia como alguien que ha participado en unas 500 evaluaciones de adolescentes que sufren confusión de identidad sexual y que buscan intervenciones médicas transgénero.
Como explica la Dra. Kaltiala, la práctica de someter a pacientes jóvenes a una “terapia” hormonal o a cirugías que mutilan el cuerpo comenzó en gran medida después de la publicación de un artículo en 2011. Los autores de ese artículo defendieron lo que se conoció como el protocolo de “terapia holandesa”.
Según este protocolo, a los pacientes más jóvenes, generalmente niños que durante mucho tiempo habían mostrado signos de confusión de identidad sexual, se les aplicaron procedimientos para ayudarlos a “presentarse” como mujeres con anterioridad, con el objetivo de que sus mal llamadas “transiciones de género” pudieran ser más convincentes que si recibieran tales procedimientos más adelante en la vida.
Cuando se introdujeron estos procedimientos en su clínica, a la Dra. Kaltiala se le encomendó la tarea de evaluar a sus pacientes y hacer recomendaciones de tratamiento. Sin embargo, lo que le hizo dudar fue que pocos de sus pacientes se parecían al cuadro pintado en el artículo sobre el “Protocolo holandés” de 2011. En lugar de varones adolescentes con una larga historia de confusión de identidad sexual y que por lo demás tenían un alto funcionamiento psicológico, descubrió que muchos de sus pacientes eran niñas que, aunque afirmaban ser varones transgénero, claramente padecían una variedad de enfermedades mentales y trastornos graves subyacentes.
La Dra. Kaltiala escribió:
Algunos procedían de familias con múltiples problemas psicosociales. La mayoría de ellos tuvieron una primera infancia desafiante, marcada por dificultades de desarrollo, como rabietas extremas y aislamiento social. Muchos tuvieron problemas académicos. Era común que hubieran sido acosados, pero generalmente no en relación con su identidad de género. En la adolescencia se sentían solos y retraídos. Algunos ya no estaban en la escuela y pasaban todo el tiempo solos en su habitación. Tenían depresión y ansiedad, algunos tenían trastornos alimentarios, muchos se autolesionaban y algunos habían experimentado episodios psicóticos. Muchos de ellos estaban en el espectro del autismo.
Lo que también la sorprendió es que pocas de las niñas tenían antecedentes de confusión de identidad de género. En cambio, su disforia de género se había desarrollado rápidamente, a menudo después de que alguna figura de autoridad o activista LGBT les hubiera sugerido (o, muy a menudo, a sus madres) que sus problemas personales estaban relacionados con su identidad de género. A menudo, esto se producía después de que las niñas habían visto algo sobre el transgenerismo en línea.
La Dra. Kaltiala comenzó a tener serios recelos sobre la presión que ejercían sobre ella sus superiores y los activistas transgénero para obligar rápidamente a estos pacientes a seguir el protocolo holandés. “Nos dijeron que interviniéramos en cuerpos sanos y funcionales simplemente basándose en los sentimientos cambiantes de un joven sobre el género”, escribió.
Y añadió: “La adolescencia es un período complejo en el que los jóvenes están consolidando su personalidad, explorando sentimientos sexuales e independizándose de sus padres. El logro de la identidad es el resultado de un desarrollo adolescente exitoso, no su punto de partida”.
Lo que molestó a la Dr. Kaltiala fueron las grandiosas promesas que a menudo se les hacían a estos adolescentes supuestamente “transgénero” acerca de cómo la transición de su género aliviaría de alguna manera todos sus problemas psicológicos o sociales. “Por supuesto”, afirma irónicamente, “…no existe ningún mecanismo por el cual altas dosis de hormonas resuelvan el autismo o cualquier otra condición de salud mental subyacente”.
Un patrón generalizado
Inicialmente, la Dra. Kaltiala pensó que tal vez había algo inusual en la población finlandesa que estaba tratando.
Sin embargo, al conversar con expertos de otros hospitales, empezó a darse cuenta de que lo que estaba viendo estaba ocurriendo en todo el mundo desarrollado. Un gran número de adolescentes de repente decidieron que eran “transgénero”. Y gracias a la politización del tema, los expertos en salud fueron presionados rápidamente para que encaminaran a estos adolescentes hacia intervenciones médicas drásticas e irreversibles con poca detección y casi ningún esfuerzo para resolver primero otros problemas psicológicos subyacentes.
Peor aún, los “tratamientos” que la Dra. Kaltiala y sus colegas estaban dispensando claramente no mejoraban las vidas de sus pacientes. “Los jóvenes que atendíamos no estaban prosperando. En cambio, sus vidas se estaban deteriorando. Se estaban retirando de todas las actividades sociales. No estaban haciendo amigos. No iban a la escuela. Seguimos estableciendo contactos con colegas de diferentes países que dijeron que estaban viendo las mismas cosas”.
En ese momento, la Dra. Kaltiala comenzó a dar la alarma. En 2015 publicó un artículo en el que exponía el hecho de que muchos pacientes “transgénero” sufrían muchos trastornos mentales diversos. Sin embargo, estaba consternada de que el impulso no hiciera más que aumentar, particularmente en Estados Unidos, donde se disparó el número de centros del mal llamado “tratamiento” para personas transgénero.
Peor aún, su clínica, y otras como la suya, de repente comenzaron a experimentar el fenómeno de grupos de niñas de la misma escuela o ciudad que de repente afirmaban ser “transgénero”. Lo que era obvio, cuenta, es que estas niñas se comunicaban entre sí y con activistas transgénero sobre cómo obtener “tratamiento”. En otras palabras, debido a que ser transgénero se había vuelto “de moda”, y debido a que a estas niñas se les había dicho que las intervenciones transgénero mejorarían sus vidas, estaban encontrando maneras de engañar al sistema para obtener los procedimientos que deseaban.
Un cambio radical
Sin embargo, incluso cuando aparecían las mal llamadas “clínicas” estadounidenses para personas transgénero por todo el país y sometían a un gran número de niños y adolescentes a intervenciones médicas que alteraban sus vidas, algo estaba cambiando en la propia Finlandia de la Dr. Kaltiala, así como en los países europeos vecinos.
En 2016, las clínicas pediátricas de género de Finlandia comenzaron a tratar de manera proactiva otros trastornos psicológicos de sus pacientes, en lugar de obligarlos inmediatamente a realizar transiciones de género. Luego, en 2020, el organismo médico nacional de Finlandia publicó los resultados de un estudio sobre la transición de género en los adolescentes. Descubrieron, como escribe la Dra. Kaltiala, que “los estudios que promocionaban el éxito del modelo de ‘afirmación de género’ eran sesgados y poco confiables; en algunos casos, de manera sistemática”.
Ese informe del gobierno advirtió que los procedimientos para personas transgénero son “experimentales”, que se debe advertir severamente a los adolescentes sobre los graves efectos de esos procedimientos para toda la vida, y que muchos adolescentes simplemente carecían de la capacidad de dar su consentimiento a intervenciones tan significativas que alteran sus vidas.
Desde entonces, el Reino Unido y Suecia han seguido el ejemplo, dando dramáticos giros radicales sobre el tema. En lugar de acelerar a los niños a través de “transiciones de género”, los servicios de salud en estos países están encontrando formas de tratar los trastornos psicológicos subyacentes.
Mientras tanto, cada vez más adolescentes que fueron sometidos a drásticas intervenciones médicas se están dando cuenta de que sus cuerpos han sido mutilados permanentemente y que les han robado sus posibilidades de vivir una vida normal y saludable como miembros de su sexo. Sus historias, cuenta la Dra. Kaltiala, suelen ser devastadoras. Muchos de ellos cuentan que mintieron o engañaron a los terapeutas durante el proceso de transición para obtener el resultado deseado.
Rompamos la burbuja del pensamiento grupal
Como advierte la Dra. Kaltiala en las últimas líneas de su artículo: “La medicina, desafortunadamente, no es inmune al peligroso pensamiento de grupo que daña al paciente”. Y concluye: “La transición de género se ha salido de control. Cuando los profesionales de la medicina empiezan a decir que tienen una respuesta que se aplica en todas partes, o que tienen una cura para todos los dolores de la vida, eso debería ser una advertencia para todos nosotros de que algo ha salido muy mal”.
En otras palabras, cuando la medicina deja de estar guiada por la ciencia y por normas éticas fundamentales y, en cambio, está guiada por la ideología, entonces se ha convertido en una secta. Y la forma de destruir una secta es romper con el “pensamiento de grupo” que prohíbe a quienes tienen preocupaciones hablar, no sea que el castigo social colectivo que enfrentan los aplaste.
Son los profesionales de la medicina, como la Dr. Kaltiala, quienes están empezando a darle la vuelta a este barco que peligra naufragar. Los activistas transgénero son ruidosos y a menudo despiadados a la hora de exigir castigo para sus “herejes”. Sin embargo, al final, los proveedores de salud con conciencia sólo pueden ver cómo se destruyen tantas vidas antes de darse cuenta de que sólo hay un curso de acción correcto: defender a sus pacientes diciendo la verdad, sin importar las consecuencias.
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