Joseph Meaney

Director de Coordinación Internacional

Human Life International

Vive en Francia

 

Los que proponen la medicina socializada en EEUU a menudo señalan a Europa como el continente que tiene el “sistema ideal” y uno en el que las instituciones de la Iglesia y los gobiernos han sido capaces de colaborar en cuanto a proporcionar una atención de la salud de elevada calidad para todos. Pero una mirada detrás de los bastidores nos revela una historia muy diferente. Esa aparente “gran colaboración” a menudo se traduce en el abandono, por parte de las instituciones católicas, de la doctrina moral de la Iglesia y en la adopción, sin resistencia alguna, de prácticas antivida que la ley exige.

 

El 75% de los belgas son católicos bautizados, pero es un secreto a voces que durante décadas la doctrina moral católica y la vida sacramental no son tomadas en serio por la inmensa mayoría de los belgas. Al igual que en otros países, esta tendencia ganó fuerza luego del rechazo público a la Encíclica Humanae vitae, publicada en 1968, que reafirmó la doctrina católica en contra de la anticoncepción.

 

Pocas naciones han llegado tan lejos en el rechazo de su herencia católica como Bélgica. Ejemplo de ello fue la legalización de la eutanasia en ese país en el 2002. La oposición a este crimen fue liderada por un número de grupos e individuos católicos cuyo principal argumento fue que el cuidado paliativo, y en particular el control científico del dolor, era la alternativa moral a las inyecciones letales a los pacientes sufrientes. De hecho, el mismo día en que fue aprobada una ley a favor del cuidado paliativo, también fue aprobada la eutanasia. También es importante observar que la ley que permite este crimen proporciona una cláusula favorable al derecho a la objeción de conciencia, para que nadie se vea obligado a actuar en contra de su conciencia matando a los pacientes [1].

 

En el 2006, fue publicado un artículo titulado “Frecuencia y contenido de políticas de ética acerca de la eutanasia en instituciones de salud católicas en Bélgica (Flandes)”. En ese artículo encontramos que los católicos fueron instrumentales en la aprobación de la mencionada ley [2]. (Flandes es una región de Bélgica de habla holandesa.) El principal autor del artículo está afiliado al Centro para la Ética Biomédica y el Derecho de la Universidad Católica de Lovaina.

 

Más aún, el comité de ética de Caritas Flandes, una institución caritativa que está oficialmente bajo los obispos católicos, proporcionó una aprobación por escrito a este estudio-encuesta de prácticas a favor de la eutanasia en instituciones católicas de salud [3].

 

Las respuestas por parte de estas instituciones católicas belgas que aparecen en el estudio-encuesta eran muy significativas. Según los autores del mismo, solo un hospital católico y seis hogares católicos para ancianos informaron tener políticas que prohibían completamente la eutanasia [4]. Estas siete instituciones constituyen solamente el 3% de todos los hospitales y el 13% de todos los hogares para ancianos, respectivamente.

 

El estudio-encuesta que se llevó a cabo a los directores generales de estas instalaciones oficialmente católicas informó que el 7% de los hospitales y el 13% de los hogares para ancianos se negaron a permitir la matanza de “pacientes moribundos pero mentalmente capaces”, ya que el hacerlo iría en contra de los “valores cristianos de la institución” [5]. Ello significa que el 93% de estos hospitales permitían la eutanasia de pacientes moribundos pero mentalmente capaces y lo mismo hacía el 87% de los hogares para ancianos de Flandes. Por supuesto, la eutanasia está mal en todos los casos, pero es significativo, que en estas instituciones católicas se matara a gente enferma pero con pleno dominio de sus facultades mentales.

 

Para que nadie llegue a pensar que estos hallazgos no reflejan la situación general, este estudio-encuesta fue uno de los principales realizados en todas las 298 instituciones católicas de la salud que representan el 56% y el 33%, respectivamente, de todos los hospitales y hogares para ancianos en Flandes. Además, la tasa de respuestas al cuestionario fue muy elevada, 81% en el caso de los hospitales y 62% en el caso de los hogares para ancianos [6].

 

Las instituciones católicas de salud de las regiones de habla holandesa de Bélgica han adoptado, en general, la actitud de que el cuidado paliativo debe ser promovido activamente para reducir el número de peticiones de eutanasia, pero al mismo tiempo que esta proposición del cuidado paliativo no debe ser “usada como una barrera impenetrable para la práctica de la eutanasia” [7].

 

Es cierto que estas instituciones están mucho menos dispuestas a matar por medio de la eutanasia a pacientes moribundos que han perdido sus facultades mentales y a pacientes no moribundos, sin embargo, sus políticas de ética en general permiten la eutanasia aún en estos pacientes en “situaciones excepcionales” [8].

 

El artículo en cuestión resume correctamente la situación de Bélgica: “Las declaraciones del Magisterio de la Iglesia Católica sobre la eutanasia, en general, ya no son aceptadas en las instituciones católicas de salud, como el fundamento legítimo para la formulación de sus propias políticas de ética” [9]. Los autores hasta llegan a proporcionar una referencia al pie de página a la Declaración sobre la eutanasia de 1980 de la Congregación para la Doctrina de la Fe, para enfatizar que en Bélgica se conoce la clara postura de la Iglesia Católica contra la eutanasia pero que la misma es rechazada.

 

El que la mayoría, si no todas, de estas instituciones se llamen “católicas” constituye una falsa publicidad. De hecho, los “valores cristianos” que aceptan la mayoría de estos hospitales y hogares para ancianos se basan y están en conformidad con algo muy distinto al Magisterio de la Iglesia. Se les debería exigir que elijan entre llamarse católicos y practicar la eutanasia y, probablemente, un montón de otras prácticas moralmente ofensivas. El hecho de que todavía no se les ha pedido que lo hagan parece indicar que la etiqueta de “católico” puede ser interpretada de tal manera que sirve para apoyar posturas y prácticas moralmente contradictorias. No se debe permitir que continúe esta situación.

 

¿Podría ocurrir algo parecido en instituciones católicas en EEUU u otros países, como los del mundo hispano, si en ellos se claudica ante normas proaborto como la recientemente emitida por el gobierno de Barack Obama?

 

Notas:

[1]. El 93% de los hospitales católicos de Flandes respetaba la objeción de conciencia, pero el 88% de ellos estipulaba que el objetor remitiera el paciente a otro médico dentro de la institución católica, en vez de otra institución. Ibíd., 175.

[2]. Gastmans C. et al. “Prevalence and content f written ethics policies on euthanasia in Catholic healthcare institutions in Belgium (Flanders)”. Health Policy 76 (2006), 169-178.

[3]. Ibíd., 172.

[4]. Ibíd., 173.

[5]. Ibíd., 173.

[6]. Ibíd., 169.

[7]. Ibíd., 176.

[8]. Ibíd., 174.

[9]. Ibíd., 176.

 

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