Reclutamiento. La supervivencia del movimiento provida depende de la voluntad y la sabiduría en reclutar nuevos defensores de la vida. Si ello no se realiza, en pocos años terminará este movimiento. El Señor es el que llama a las personas a desempeñar o a colaborar en un ministerio en la Iglesia y en el mundo. Por ello, debemos pedir “al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies” [1]. Y debemos cooperar con ese llamado (vocación) que Dios hace a las personas invitándolas a participar en las actividades provida. Pero debemos hacerlo sin presionarlas, dándole espacio al Espíritu Santo “que sopla donde quiere” [2].

 

A las demás personas que ayudan ocasionalmente debemos agradecerles su cooperación y alentarlas en esa ayuda. Nunca debemos despreciar sus limitaciones de tiempo en cuanto a la ayuda que nos ofrecen. Al contrario, debemos reconocer que no todos tienen el tiempo y la energía, para involucrarse más en el movimiento provida.

 

Seguridad. Este es otro punto de gran importancia. Tenemos que proteger nuestra información –la que no es para divulgación, como lo son ciertas estrategias provida. Si no, el movimiento antivida podrá causar mucho daño adelantándose a nuestros planes y desbaratándolos.

 

Para lograr esto tenemos que proteger nuestras computadoras con programas antivirus, tener buenos sistemas de seguridad en nuestras oficinas y centros, conocer a las personas nuevas que entran a nuestros grupos o que participan en nuestras reuniones, no fiarnos de todo el mundo, no conversarlo todo en público, etc.

 

Especialización. Nadie puede dominar a la perfección y en detalle todos los temas provida. Cada persona provida (más aún el líder) debe tener un conocimiento general de la temática provida y especializarse en uno o dos temas, y dejar la especialización de los otros temas a los demás según sus talentos, aptitudes y preparación. Por ejemplo, el que tenga conocimientos de medicina o farmacia se puede dedicar mejor a la dimensión médica del aborto, la anticoncepción, etc.

 

Flexibilidad. En la labor provida las cosas ocurren con mucha rapidez, sobretodo hoy en día, en un mundo tan globalizado y donde las comunicaciones son tan rápidas. Los sucesos, positivos o negativos, que ocurren en relación con la vida humana, se dan a conocer con mucha rapidez. Su impacto, por tanto, también se da muy rápido. Por lo tanto, el movimiento provida necesita adaptarse a las circunstancias cambiantes a la hora de ejecutar lo planeado o de reaccionar con rapidez ante, por ejemplo, un proyecto de ley abortista o una campaña de “educación” sexual inmoral, etc.

 

Por otro lado, el movimiento provida tiene también que ser capaz de planificar estrategias para adelantársele al movimiento antivida e incluso para intentar establecer la agenda y no simplemente estar reaccionando ante el mal y estar siempre “tapando agujeros”. Pero aún esa planificación a largo plazo debe ser flexible, según las circunstancias.

 

Hay otros principios operativos que también son importantes para el desempeño eficaz de la misión provida: la organización y la mentalidad de red.

 

Las organizaciones antivida, nacionales e internacionales, están muy bien organizadas entre sí, colaboran mutuamente y tienen objetivos y estrategias bien definidos a largo y a corto plazo. En la unión está la fuerza y la eficacia. Si los grupos provida no se organizan bien y no se unen en colaboración y ayuda mutua, entonces no van a poder derrotar a ese gigantesco Goliat por más que le lancen piedras, como sí lo logró David, a quien le bastó solo una para derribar al insolente filisteo.

 

Para la formación y ejecución de redes de intercomunicación provida ayudan mucho los medios electrónicos de comunicación, como los emails, el Skype y los grupos electrónicos (para envíos masivos de emails), las redes sociales (como Twitter, Facebook, Instagram y www.citizengo.org) etc., además de que son menos costosos que las llamadas telefónicas convencionales y las cartas por correo tradicional.

 

Vida Humana Internacional (VHI) ofrece sus dos redes actuales de evangelización provida: la Red de organizaciones afiliadas y colaboradores de VHI y la Red Latinoamericana de Sacerdotes y Seminaristas por la Vida de VHI (REDESSVIDA, http://www.redessvida.org).

 

Magaly Llaguno, OCDS, de feliz memoria, quien fuera directora ejecutiva de VHI, siempre tuvo una mentalidad de red y colaboración con todas las personas y organizaciones provida, nunca de competencia o rivalidad. De hecho, junto con otros líderes provida Magaly creó la red de organizaciones afiliadas y colaboradoras de VHI, que funciona hasta el día de hoy.

 

A través de esta red nos comunicamos para compartir estrategias, materiales educativos, etc. VHI envía a esta red sus boletines electrónicos, dossiers (conjunto de artículos sobre un mismo tema), alertas y otras informaciones importantes.

 

Para conocer a nuestras organizaciones afiliadas en los países del mundo hispano, visite, en el portal de VHI, http://www.vidahumana.org, el enlace “Afiliados”, http://vidahumana.org/organizaciones-afiliadas. Para conocer o pertenecer a la red de colaboradores, comuníquese con las oficinas de VHI en Miami: vhi@vidahumana.org, (305) 260-0525.

 

Finalmente, un principio operativo que también es importante es saber distinguir las labores que le corresponde a cada uno según su vocación o estado de vida. Según el Concilio Vaticano II, los laicos han sido llamados a hacer de sus familias iglesias domésticas y a transformar, con la levadura del Evangelio, las estructuras de pecado de nuestra sociedad en estructuras de bien. He ahí la vocación y la misión de los laicos: cristianizar las familias y la sociedad [3].

 

No es la tarea principal de los obispos y sacerdotes, como pastores de la Iglesia, trabajar directamente en las estructuras de este mundo, como están llamados los laicos [4]. Sin embargo, sí tienen el deber y la potestad de denunciar las injusticias, así como de anunciar y enseñar la Palabra de Dios, que incluye los principios y valores morales. También están llamados a formar, apoyar e inspirar a los laicos, así como a ofrecerles los medios de santificación – la Palabra de Dios y los sacramentos [5]. Los obispos, y los sacerdotes en unión con ellos y asistidos por los diáconos, tienen la potestad por encargo de Cristo, de enseñar, santificar y gobernar al pueblo                                                      de Dios [6].

Nosotros los laicos tenemos que ponerles al tanto a nuestros pastores sobre lo que está pasando en el mundo respecto a los ataques contra la vida y la familia y qué se puede hacer para defenderlas. Y ellos deben tomar en cuenta nuestra información y aporte, así como ofrecernos su consejo pastoral y espiritual y la enseñanza moral de la Iglesia sobre los temas de la vida, la familia, la sexualidad humana y los asuntos sociales. Laicos y ministros ordenados deben ayudarse mutuamente, cada uno desde su vocación, a transformar el mundo para Cristo y, en particular, a establecer la cultura de la vida [7].

 

Notas:

[1]. Mateo 9:38.

[2]. Juan 3:8.

[3]. Cf. Concilio Vaticano II, Constitución dogmática Lumen Gentium sobre la Iglesia, 21 de noviembre de 1964, números 31 y 35. En adelante, citaremos este documento por medio de la abreviatura LG, seguida del número correspondiente.

[4]. Cf. LG 31 y 35.

[5]. Cf. LG 37.

[6]. Cf. LG 24-29 y 37.

[7]. Cf. LG 37.

 

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