“Hijo de hombre, yo te he puesto como centinela de la casa de Israel. Oirás de mi boca la palabra y les advertirás de mi parte. Cuando yo diga al malvado: ‘Vas a morir’, si tú no le adviertes, si no hablas para advertir al malvado que abandone su mala conducta, a fin de que viva, él, el malvado, morirá por su culpa, pero de su sangre yo te pediré cuentas a ti” (Ezequiel 3:17-18).

Estas penetrantes palabras de Dios Omnipotente deberían motivar a todo pastor de almas a reflexionar profundamente. Debido a que recientemente ha habido varias ofensas graves expresadas en público por parte de católicos prominentes, se necesita mucha claridad pastoral.

Ejerciendo su responsabilidad como pastor de la Arquidiócesis de Filadelfia, EEUU, el Arzobispo Charles Chaput recientemente emitió una carta pastoral para la implementación de la exhortación papal Amoris Laetitia. La carta de Mons. Chaput es una guía para los párrocos, así como para los directores arquidiocesanos y parroquiales encargados de la pastoral matrimonial.

“Los ministros de la Iglesia, impulsados por la misericordia, deben ser sensibles en su ministerio pastoral respecto de estas situaciones [irregulares] – un ministerio que debe ser paciente pero al mismo tiempo fiel y con plena confianza en la verdad salvífica del Evangelio y del poder transformador de la gracia de Dios, confiando en las palabras de Jesucristo, quien ha prometido ‘conoceréis la verdad y la verdad os hará libres’ (Juan 8:32). Los párrocos deben esforzarse por evitar, por un lado, un subjetivismo que evita la verdad, y, por el otro, un rigorismo que carece de misericordia.”

El arzobispo lanza un desafío y recuerda a los que son responsables de guiar al pueblo de Dios de su deber moral de acercarse, de manera firme y al mismo tiempo amable, a los que se encuentran en situaciones pecaminosas e irregulares. Haciéndose eco de la invitación del Papa Francisco, el Arzobispo Chaput hace un llamado a la Iglesia en Filadelfia – aunque su mensaje ha sido escuchado más allá de su arquidiócesis – a renovar e intensificar su celo misionero al proclamar el Evangelio; no solamente al proclamar la misericordia de Dios, sino también al proclamar con persuasión la doctrina de la Iglesia respecto de la naturaleza de la familia y de los Sacramentos del Santo Matrimonio y de la Eucaristía instituidos por Dios. Los párrocos y los demás ministros deben fortalecer a las familias y acercarse a los matrimonios que han fracasado, así como a los que se sienten separados de la vida de la Iglesia o que no están viviendo en plena armonía con su doctrina.

Por medio de sus directrices pastorales, el arzobispo aclara la auténtica enseñanza de la Iglesia respecto del matrimonio y la moral. Hay muchos “revolucionarios” que han querido usar Amoris Laetitia para proclamar un “nuevo” mensaje acerca del matrimonio, la Comunión, la cohabitación y los “estilos de vida” que son de suyo inmorales. Respecto de todo ello, el arzobispo reafirma la doctrina de la Iglesia, corrige los falsos mensajes y plantea directrices pastorales a los párrocos para llevar las almas a Cristo:

“Las declaraciones del Santo Padre se fundan en la clásica comprensión católica, clave para la teología moral, de la relación entre la verdad objetiva acerca del bien y del mal – por ejemplo, la verdad acerca del matrimonio revelada por el mismo Jesús – y cómo la persona capta y aplica esa verdad a las situaciones particulares por medio de su juicio de conciencia. La doctrina católica aclara que la conciencia subjetiva de la persona nunca puede estar en contra de la moral objetiva, como si la conciencia y la verdad fuesen dos principios que compiten entre sí en torno a la toma de decisiones éticas.”

Lamentablemente el cardenal que el Santo Padre escogió para presentar su exhortación Amoris Laetitia, una vez publicada, ha dado una interpretación diferente acerca de la relación entre la verdad objetiva y la conciencia. Ello ha sido una de las muchas fuentes de confusión. En las partes donde el documento no es tan claro, muchos han dicho que han hablado con el Papa y que, según ellos, la intención del Santo Padre ha sido dejar que las distintas diócesis interpreten las consideraciones prácticas de Amoris Laetitia de manera individual, aún si dicha interpretación contradice la de la diócesis adyacente. Ese problema no ha sido corregido todavía, de manera que ésa es la interpretación que prevalece en algunos círculos eclesiásticos.

Pero el Arzobispo Chaput se ha apartado de esos debates contenciosos. En vez de ello, ha dado directrices bien enfocadas. Amoris Laetitia no nos exime de conformar nuestra vida a la doctrina de Cristo y a los preceptos de la Iglesia, sino que nos pide presentar de manera más persuasiva la belleza de la invitación de Jesús a arrepentirnos y creer en el Evangelio.

Lejos de entrar en componendas con una cultura que poco a poco se ha hecho cada vez más secularista, debemos exponer la doctrina de la Iglesia como el remedio, como el bálsamo de sanación que debe ser derramado generosamente sobre las heridas de los que sufren, o están confundidos y perdidos. Todo ello exige de nosotros que aconsejemos a esas personas con honestidad y paciencia, para que puedan resolver su situación, nunca causando extravíos ni ofreciendo verdades a medias.

La necesidad de la claridad que caracteriza a la carta pastoral del Arzobispo Chaput fue confirmada recientemente cuando el Vicepresidente Joseph Biden, quien profesa ser un católico de la Diócesis de Wilmington, Estado de Delaware, EEUU, públicamente ofició la “unión” civil entre dos hombres en su residencia en el Observatorio Naval de EEUU. Biden rechaza a sabiendas la doctrina de la Iglesia acerca de la sagrada institución del matrimonio y, en vez de ello, apoya algo que es escandalosamente ofensivo a Dios y a los fieles. Uno se pregunta si debemos sorprendernos de que muchos católicos no entiendan la naturaleza del matrimonio, cuando un escándalo público tan insolente como ése tiene lugar sin ser corregido.

También debemos tener en cuenta las declaraciones y acciones públicas del Senador Tim Kaine, candidato a la vicepresidencia, quien también profesa ser católico y, sin embargo, tiene un expediente perfecto en el Senado de EEUU en cuanto a apoyar el aborto y a Planned Parenthood, la organización más abortista de EEUU, sorprendida el año pasado en un escándalo de tráfico de órganos de bebés abortados en sus instalaciones. Kaine también ha copatrocinado el Women’s Health Protection Act (“Acta para la Protección de la Salud de las Mujeres”, traducción), el título engañoso de un proyecto de ley que pone en peligro leyes provida que todavía existen a través de toda la nación. Recientemente Kaine recibió una ovación por parte de los feligreses de su parroquia de Saint Elizabeth en la Diócesis de Richmond, Estado de Virginia, y también la felicitación de sacerdotes por haber sido nombrado como candidato a la vicepresidencia por el partido Demócrata.

Podemos darnos cuenta de por qué las directrices pastorales del Arzobispo Chaput se necesitan con tanta urgencia. Cuando muchos obispos y líderes católicos – tanto en EEUU como en otros países – se preguntan por qué el índice de católicos que abandonan la Iglesia sigue aumentando, sólo tienen que ver los casos de católicos prominentes que se burlan de la doctrina de la Iglesia y causan escándalo, así como a la falta de claridad y corrección por parte de la Iglesia, y se preguntan si la Iglesia de verdad cree en lo que dice creer.

También escuchamos la cantaleta de “sigue tu conciencia” por parte de muchos propulsores de una componenda en la doctrina de la Iglesia acerca del matrimonio, la Comunión, la anticoncepción, el aborto, el divorcio, la cohabitación y las “uniones” entre personas del mismo sexo, sin explicar lo que la Iglesia enseña acerca de la naturaleza de la conciencia. En vez de ello, estos propulsores consideran que la conciencia es independiente de su responsabilidad y obligación de adherirse a la verdad objetiva y de dejarse guiar siempre por ella. Enseñan el error de que la conciencia es su propio “maestro”, en vez de ser un “discípulo” que siempre debe estar buscando la verdad y aprendiendo de ella.

“La conciencia es un juicio de la razón por el que la persona humana reconoce la cualidad moral de un acto concreto que piensa hacer, está haciendo o ha hecho. En todo lo que dice y hace, el hombre está obligado a seguir fielmente lo que sabe que es justo y recto” (Catecismo de la Iglesia Católica, no. 1778).

“Una conciencia bien formada es recta y veraz. Formula sus juicios según la razón, conforme al bien verdadero querido por la sabiduría del Creador. Cada cual debe poner los medios para formar su conciencia” (Ibíd., no. 1798).

La primera y esencial manera de formar la conciencia es aprendiendo y poniendo en práctica la doctrina auténtica del Magisterio de la Iglesia Católica, el cual está compuesto por el Papa y los obispos que están en comunión con él, y no las opiniones teológicas o seculares, que puedan surgir dentro o fuera de la Iglesia. La doctrina auténtica del Magisterio es aquella que siempre está en continuidad y armonía con la Palabra de Dios, ya sea en la Biblia o en la Sagrada Tradición. Esta última surgió de la predicación y enseñanza oral de Cristo y los Apóstoles, y continúa viviente en la Iglesia a través de su historia por medio de la sucesión apostólica en los obispos, especialmente los obispos de Roma, los papas (véase, Ibíd., no 85).

Sin embargo, hay algunos dentro de la Iglesia que intentan “revisar” el plan de Dios para el matrimonio y la familia, y presentan la doctrina de Jesús como si fuese muy difícil o no lo suficientemente “pastoral”. Sin embargo, me lleno de mucho ánimo y, me atrevo a añadir, encuentro refrescante el hecho de ver a un arzobispo ir más allá de la confusión e invitar a los que están bajo su atención pastoral a una vida auténtica en Cristo.

Sabiendo que la tarea que tiene delante es difícil y llena de muchos desafíos, el Arzobispo Chaput propone esta reflexión a los párrocos y a aquellos que los asisten:

“La gracia de Jesucristo es mucho más que un piadoso cliché; es una verdadera y poderosa semilla de transformación para el corazón fiel. Las vidas de muchos santos dan testimonio de que la gracia puede transformar a empedernidos pecadores y, por medio de su poder y renovación interior, transformarlos en personas santas. Los párrocos y todos los que laboran al servicio de la Iglesia deben promover sin descanso la esperanza en este misterio salvífico.”

Oremos para que otros líderes de la Iglesia presten atención a estas poderosas palabras, las cuales no sólo convencen a la mente y al corazón de su pecado, sino que también nos ofrecen esperanza a todos.

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