Con base en el debate generado en nuestro país, sobre la conveniencia o no para los niños de ser adoptados por parejas de homosexuales, me he permitido reunir los conceptos de autorizados profesionales e investigadores internacionales, que tratan sobre este delicado e importante tema de orden ético-social.

“El fin de la adopción no es tanto dar un hijo a unos padres que no pueden tenerlo como dar unos padres idóneos a un niño que carece de ellos”, plantea el psicólogo español Luis Riesgo. Además argumenta: “Aprobar la adopción de niños por parejas homosexuales implicaría ir contra el séptimo principio de la Declaración Universal de los Derechos del Niño, que estipula que ‘El interés superior del niño debe ser el principio rector de quienes tienen la responsabilidad de su educación y orientación”.

La pediatra, miembro de la Asociación Española de Pediatría y de la “European Society for Pediatric Research” (Asociación Europea para la Investigación Pediátrica), Ana Martín Ancel, coincide con Riesgo al afirmar que “la adopción existe para acompañar a un niño que ha sido privado de su familia, y pretende darle un ámbito lo más adecuado posible para su desarrollo. Un niño es un regalo, no un derecho para la utilidad de nadie”.

Mónica Fontana, profesora de Orientación y Terapia Familiar en la Universidad San Pablo CEU de Madrid y especialista en psicología clínica y terapia familiar, abunda en la idea de la necesidad de un padre y una madre, ya que “es mejor para el niño adoptivo que su emplazamiento filial sea lo más parecido posible al de su familia biológica. En este sentido, la familia es indispensable para el desarrollo de cualquier ser humano. Esta relación que inicia con la familia será necesaria para el niño no sólo para su desarrollo, sino para llegar a ser él mismo”.

Fontana aplica este razonamiento al asunto que nos ocupa: “En el caso de las parejas homosexuales, hay un impedimento para poder satisfacer esta necesidad de todo ser humano. Si la relación entre dos mujeres o entre dos hombres es ‘natural’ –como se argumenta-, ¿por qué hay una imposibilidad biológica para procrear? A los dos años, un niño ignora conscientemente si es varón o mujer. Esta identidad se aprenderá de los que le rodean en su infancia. Por eso, el niño tiene derecho a ser formado en una familia para satisfacer uno de los conocimientos más importantes en la existencia de cualquier ser humano: ¿quién soy yo? Y, por tanto, ¿quién eres tú? Está comprobada la mayor promiscuidad de las uniones homosexuales, que se rompen cuatro veces más que las heterosexuales. Imaginemos de nuevo las consecuencias sobre los niños, tan necesitados de seguridad y estabilidad, de un segundo abandono”.

“Por último – añade la especialista – necesariamente surgirán en el niño problemas de socialización. Lo quieran o no, las uniones homosexuales serán siempre minoritarias y los niños adoptados por ellas, por mucho que se les diga, nunca podrán sentirse iguales a los demás. ¿Qué respuesta puede darse a un hijo que pregunta por qué sus amigos tienen un papá y una mamá? O bien, ¿qué es una mamá?”.

La Asociación Española de Pediatría también se ha manifestado reiteradamente sobre esta cuestión. Y ha sido contundente: “Un núcleo familiar con dos padres o dos madres es, desde el punto de vista pedagógico y pediátrico, claramente perjudicial para el armónico desarrollo de la personalidad y adaptación social del niño”.

En un artículo publicado en el diario ABC el 18 de octubre de 1994, el psicopedagogo Bernabé Tierno afirmaba que “a los homosexuales hay que aceptarlos…y tienen tanta dignidad como los demás [ver nota al final]. Pero deben darse cuenta de que este experimento [de adoptar niños] se sale mucho de la norma y es arriesgado. Es bastante fácil que esa criatura, educado por homosexuales o lesbianas, se sienta condicionado por el ambiente (el niño es una esponja hasta los siete u ocho años; lo aprende todo). Y por otro lado, distinto en un mundo en que predomina la heterosexualidad. Hay que pensar que decidirán por él unas personas que mediatizarán su vida”, enfatiza.

En análisis realizados después del año 2000, Tierno informa: “Se ha comprobado que la atracción sexual hacia personas del mismo sexo al llegar la adolescencia es del 60% más en los niños adoptados por padres homosexuales o lesbianas”.

El niño o la niña, tienen derecho a crecer en una familia con papá y mamá, en relación con la masculinidad y la femineidad de un padre y una madre, lo que les permitirá prepararse para lograr la madurez afectiva.

Nota de VHI: La aseveración de este psicopedagogo hay que interpretarla según la verdad de la ley natural, que el Magisterio de la Iglesia Católica enseña, a saber, que la inclinación homosexual no es gravemente inmoral en sí misma, pero que al inclinar a una conducta que sí lo es debe considerarse un desorden objetivo. Y también enseña que a las personas que sufren de inclinaciones homosexuales hay que acogerlas con amor cristiano y respeto, pero ello de ninguna manera implica la aceptación de una conducta intrínseca y gravemente desordenada.

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