Los que promueven la eutanasia hablan del “derecho a morir”. En realidad todos nos vamos a morir, de manera que no hace falta inventar un “derecho” para ello, la naturaleza, queramos o no, se encargará de que nos muramos.

 

Si lo que se quiere decir con “derecho a morir” es que todo ser humano tiene el derecho a morir en paz y dignidad, cuando la muerte natural le llegue, entonces no hay nada que objetar. Pero lamentablemente eso no es lo que los partidarios de este crimen quieren decir con el falso “derecho” a morir. Lo que ellos quieren decir es que la persona tiene el “derecho” a que le apliquen la eutanasia, el suicidio asistido o a suicidarse, incluso cuando ella lo estime conveniente.

 

Estos activistas llegan también a decir la barbaridad de que el acto de matarse a uno mismo o de procurar la ayuda de otros para lograrlo es un “acto final de autodeterminación”, “liberación” o “muerte misericordiosa”. Todos estos términos son frases bonitas pero engañosas, que intentan esconder la terrible realidad que se pretende promover: la muerte.

 

Pero quizás lo que más quieren ocultar los partidarios de estos crímenes es el egoísmo de los saludables hacia los enfermos. Cuando una sociedad crea una mentalidad propicia a la eutanasia,  en realidad les está diciendo a los ancianos, a los enfermos terminales y a los familiares de los pacientes comatosos: “Miren, no les vamos a ayudar, no vamos a estar con ustedes para aliviarles el dolor o para ayudarles a llevar sus cargas, sino que vamos a ‘ayudarles’ a que se quiten del medio o vamos a hacerlo con su consentimiento o incluso sin él.”

 

No existe el “derecho” a quitarse la vida ni a pedir que otros nos la quiten, ni tampoco, por supuesto a quitársela a otro, aunque nos lo pida. Las súplicas de un enfermo o anciano de que lo matemos no son tanto una petición de muerte, sino un grito de desesperación de una persona en una situación vulnerable ante el dolor. ¿Vamos a abandonar a esa persona en esa situación o vamos a ayudarla a salir de ella para que recupere sus cabales y reciba el amor, la solidaridad y la paz que necesita antes de morir de forma natural? Es una hipocresía inconcebible decir que el enfermo terminal tiene el “derecho” a decidir su destino (la muerte), cuando en realidad su situación mental (a veces causada por los que lo rodean con una mentalidad en pro de la eutanasia) es lo que lo ha llevado a ese momento de desesperación y cuando es él y no nosotros el que está pidiendo eso.

 

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