Hay católicos que dicen que la Iglesia enseña que debemos siempre seguir nuestra conciencia y si la conciencia nos dice que en un caso concreto el aborto no es pecado, entonces no lo es. ¿Qué podemos responder a ello?

A la base de esta objeción hay un concepto equivocado de conciencia. Los que proponen esta falacia creen erróneamente que la conciencia es la que determina lo que está bien y lo que está mal. Pero eso es una aberración. Dios es Quien determina lo que está bien y lo que está mal por medio de su ley moral universal (la ley natural), de la cual es testigo la conciencia [1]. La conciencia no es la fuente de la moral, sino testigo de ella, a la cual debe ajustar sus juicios y decisiones.

De lo contrario, cada uno podría decidir y hacer lo que le diese su real gana, sin tener que darle cuentas a nadie, ni a Dios ni a los hombres. El resultado de todo ello es el abuso de los fuertes contra los débiles, que es precisamente lo que está ocurriendo ahora mismo en muchos países del mundo por medio del aborto.

Ahora bien, el Magisterio de la Iglesia está compuesto por el Papa y los obispos que están en comunión con él. Ese Magisterio es el único que tiene la interpretación auténtica de la Palabra de Dios, ya sea en la Biblia o en la Tradición, ya que Cristo mismo le ha  dado su autoridad para enseñar en su nombre, autoridad que viene transmitida desde San Pedro y los Apóstoles. Por tanto, todos los católicos deben formar su conciencia en éste y otros temas según la enseñanza del Magisterio, que es la voz de Dios mismo [2]. Es cierto que debemos seguir siempre nuestra conciencia, pero una conciencia formada en la verdad que nos transmite Dios por medio de Su Iglesia.

Notas:

[1]. Véase: Romanos 2:14-16; Catecismo, nos. 1776-1802.

[2]. Véase: Catecismo, nos. 85-87. Véase también Mateo 16:13-19; 18:18 y Lucas 10:16.

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