En el corazón del mensaje del Evangelio está el amor de Dios por los pecadores. San Juan escribe en su Evangelio “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su único Hijo, para que todo aquel que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Juan 3,16). Jesucristo, el Dios encarnado, es la manifestación del amor de Dios. Jesús nos recuerda que Dios nos ama con un corazón que es tanto humano como divino. El Papa León XIII nos dice “Hay dentro de ese Sagrado Corazón el símbolo y la imagen manifiesta del amor infinito de Jesucristo, que nos mueve a amar a cambio.”

Las personas que luchan con sentimientos de atracción hacia personas del mismo sexo han sido mal informadas por la misma sociedad de que la Iglesia los rechaza. Debido a esta confusión, muchos de ellos guardan un gran resentimiento contra la Iglesia. Sin embargo, Jesús y su Iglesia nunca rechazan a un pecador arrepentido. Nadie que en el nombre de Cristo invoque misericordia, se arrepienta de sus pecados y recurra al Sacramento de la Confesión se perderá. Las puertas de la Iglesia están siempre abiertas para el pecador arrepentido.

El Corazón de Jesús se mueve sobre todo por aquellos que sufren de alguna manera – ya sea mental, física o espiritualmente. Sin duda, los que se esfuerzan por llevar una vida casta, pero al mismo tiempo luchan con el problema de la atracción hacia el mismo sexo, cargan con una cruz difícil y merecen nuestra compasión; sin embargo, esta solidaridad estaría equivocada si ella condujera a absolver un comportamiento inmoral.

En el pasado, los homosexuales fueron siempre las víctimas del ridículo y por ello ocultaban sus tendencias por miedo a exponerse. El Fundador de HLI, el Padre Paul Marx, O.S.B. una vez escribió:

“Por mucho tiempo las comunidades cristianas de todo estrato social han respondido inapropiadamente al asunto de la homosexualidad. Demasiados cristianos han respondido expresando su cólera, cuando a través de la fuerza pacífica hubiera sido la manera más apropiada. Muchas personas de orientación homosexual se han retirado de las iglesias debido a que se han sentido rechazados y amonestados.”

El Padre Marx conocía la importancia de hablar claramente y con amor sobre este asunto. El amor no condena al pecador, sino que de una manera firme pero dulce lo conduce al arrepentimiento.

En nuestros tiempos, los defensores de las “uniones” entre personas del mismo sexo con voces potentes constantemente fomentan y celebran la atracción homosexual como “normal”, “aceptable” e incluso como “un don especial”. Además, algunos contemporáneos insisten en que las personas nacen con inclinaciones sexuales diferentes, por lo tanto, dicen ellos, la sociedad debe aceptar y alegrarse de las diferencias.

Tales actitudes no son verdaderamente ventajosas para quienes sufren atracción hacia el mismo sexo, porque con esto se niegan ciertos hechos de la naturaleza humana y los Mandamientos de la Ley de Dios, que se nos han dado “para que tengamos vida, y para que la tengamos en abundancia” (Juan 10:10).

La verdad es que la atracción hacia el mismo sexo no es parte de la naturaleza humana.  Jesús se refirió a este plan cuando se presentó un argumento con los Fariseos a cerca de la naturaleza del matrimonio diciéndoles: “Acaso no han leído que desde el comienzo el Creador ‘los hizo hombre y mujer’ y dijo, ‘Por esta razón el hombre dejara a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne’” (Mateo 19, 4-5).

Basándose en la Sagrada Escritura, que presenta los actos homosexuales como actos de depravación grave, la Sagrada Tradición ha declarado siempre que los “actos homosexuales son intrínsecamente desordenados.”  Son actos contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de un afecto verdadero ni de una complementariedad sexual.  Bajo ninguna circunstancia deberán ser aprobados (Catecismo de la Iglesia Católica, no. 2357).

Basado en teorías que vienen de una ideología de “género” radical, muchos en la sociedad contemporánea niegan los orígenes biológicos de la diferenciación sexual entre el hombre y la mujer. Por el contrario, piensan que existen identidades de género a lo largo de un espectro.  Las generaciones futuras verán sin lugar a dudas esta afirmación como una perversión de una cultura decadente. El Papa Francisco ha criticado enérgicamente dichas teorías argumentando que ellas no son “reconocidas como parte del orden de la creación.”

Un enfoque verdaderamente pastoral ayuda a las personas que tienen sentimientos homosexuales a reconocer su identidad sexual de acuerdo al cuerpo que Dios nos dio – hombre o mujer – y que fue determinada por nuestro ADN en el momento de la fecundación. La Iglesia nos enseña en el Catecismo, no. 2333:

“Corresponde a cada uno, hombre y mujer, reconocer y aceptar su identidad sexual. La diferencia y la complementariedad físicas, morales y espirituales, están orientadas a los bienes del matrimonio y al desarrollo de la vida familiar. La armonía de la pareja humana y de la sociedad depende en parte de la manera en que son vividas entre los sexos la complementariedad, la necesidad y el apoyo mutuos.”

No hay ninguna prueba científica de que la homosexualidad está biológicamente determinada. Quienes sufren de atracción homosexual no deseada llevan una cruz pesada, pero no es enteramente diferente a muchas otras atracciones pecaminosas por las cuales somos tentados debido a nuestra naturaleza humana caída.

La Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano en su Carta a los Obispos sobre el Cuidado Pastoral de las Personas Homosexuales, no. 17,  expresamente les pide que “apoyen, con los medios a su disposición, el desarrollo de formas apropiadas sobre el cuidado pastoral a las personas homosexuales. Esto incluiría la asistencia sicológica, sociológica y de las ciencias médicas, en total acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia.”

La Iglesia debe ayudar a las personas homosexuales a través de ambos medios, tanto naturales como sobrenaturales. Vemos este enfoque a través de la vida del Santo Padre Pío. El Señor le concedió extraordinarios poderes curativos, pero él también construyó un hospital moderno con equipos médicos de tecnología avanzada, tal y como la Iglesia lo ha hecho durante siglos.

El remedio sobrenatural a cualquier pecado se encuentra en la oración y los sacramentos, especialmente los sacramentos de la Penitencia y la Eucaristía. No podríamos resistir al pecado por nuestras propias fuerzas, pero con la gracia de Dios podemos vivir una vida santa y llena de gracia.

También debemos vivificar la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, que exhorta a todos los pecadores a recibir el amor personal que Dios tiene hacia cada uno de ellos. La persona que verdaderamente se enamora de Jesucristo nunca deseará ofenderle cometiendo un pecado grave.  La Madre Teresa dijo en una ocasión: “Los pecados contra la castidad y la caridad hieren directamente el Corazón de Jesús.”

Un grupo de apoyo significativo para aquellos que sufren de atracción homosexual pero desean vivir castamente es el Apostolado de Courage (“Valor”), fundado en 1980 por el Padre John Harvey con la ayuda del Padre Benedict Groeschel y el Cardenal Terence Cooke [1]. Este apostolado tiene 100 asociaciones en todo el mundo y ayuda a miles de hombres y mujeres a vivir castamente y a encontrar la paz a través del compañerismo, la oración y los sacramentos.

Santo Tomás de Aquino enseñó que la gracia perfecciona la naturaleza. Los medios naturales de asistir a personas que tienen sentimientos homosexuales a llevar vidas castas, incluye animarlos a aprovechar enfoques terapéuticamente válidos para curar o disminuir estos sentimientos.

La psicología tradicional y la cosmovisión judeo-cristiana perciben la especie humana como parte de un orden natural universal heterosexual, donde algunas personas tienen que luchar con la atracción hacia el mismo sexo. Pero esta atracción no es intrínseca a su identidad sexual verdadera. De hecho, muchos de esos hombres y mujeres acatarán el llamado de “volver a casa”, es decir, a su verdadera naturaleza: masculina o femenina.

Para algunos que sufren la atracción homosexual, es posible, a través de la terapia reparativa para sanar esta atracción, desarrollar y actualizar su potencial heterosexual [2]. Un elemento fundamental en esta terapia es descubrir y sanar los traumas del pasado que llevaron a estas personas a sufrir desórdenes de orientación sexual. El Dr. Joseph Nicolosi da razones de peso para demostrar la importancia de este elemento terapéutico: “Dicho trauma puede ser explícito, como el abuso sexual o emocional, o implícito, como los mensajes negativos de los padres con relación a sí mismos o a su verdadero género. Explorando, aislando y resolviendo estas heridas emocionales de la niñez, frecuentemente resultan en la disminución de los impulsos homosexuales no deseados. De este modo, el enfoque del tratamiento es identificar y resolver esas experiencias traumáticas.” También debemos tener en cuenta que existe una “considerable evidencia que apoya la comprensión de que por lo menos algunas formas de orientación homosexual pueden haberse originado en el desasosiego que se sufrió durante la formación de la identidad de su sexo. La realización correcta de esas necesidades puede reducir, y en algunos casos eliminar, la tendencia homosexual” [3].

No es nuestra intención avalar un tipo particular de terapia reparadora o asegurar que este tipo de tratamientos “funciona” para todo el mundo. Pero la evidencia existente sugiere que ciertos métodos pueden llegar a ser eficaces, para algunas personas que realmente desean reorientar sus deseos homosexuales hacia la heterosexualidad. Por ello, animamos a los que luchan con la atracción homosexual a buscar expertos que respeten las dimensiones espirituales y corporales de la persona humana, según la doctrina de la Iglesia.

Un hecho perturbador es que algunos  políticos católicos, como el Gobernador Chris Christie, del Estado de Nueva Jersey, discrepen públicamente con la Iglesia sobre la homosexualidad, limitando la libertad de expresión y las opciones que están disponibles para todos los que luchan con la atracción homosexual al prohibir este tipo de terapia [4]. También el Presidente Barack Obama lamentablemente respalda la prohibición de este tipo de terapia para la juventud [5].

Es irónico que la mayoría de los que apoyan el falso derecho a elegir matar al no nacido no piensen que la gente debería tener la libertad de elegir ciertas terapias psicológicas. Debemos oponernos fuertemente a cualquier esfuerzo de prohibir tales terapias. También esperamos y rogamos que la ciencia siga avanzando, para así aumentar las posibilidades de curación de las personas afectadas por este trastorno.

Mientras que la terapia debe estar disponible para tratar de curar o disminuir los efectos de la atracción homosexual, también debemos destacar que independientemente de si tal terapia es exitosa para cualquier persona en particular, todos estamos llamados a ser castos. Para la persona que tiene sentimientos homosexuales, ello significa tener dominio sobre esos deseos y vivir una vida casta.

Esta podría ser una cruz bastante difícil de llevar, pero creemos firmemente que cuando ofrecemos nuestros sufrimientos – unidos a los sufrimientos de Cristo en la cruz – nuestros sufrimientos, como miembros del cuerpo místico de Cristo, pueden ayudarnos a expiar nuestros propios pecados y los pecados de otros. San Pablo escribió: “Ahora me alegro por los padecimientos que soporto por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia” (Colosenses 1, 24).  Por qué unos cargan con cruces más pesadas que otros es un misterio, pero como decía la Gran Carmelita Santa María Magdalena de Pazzi: “Serán consolados de acuerdo con la grandeza de su dolor y aflicción, mientras mayores sean los sufrimientos, mayor será la recompensa.” Cristo promete consolación para aquellos que cargan cruces pesadas, cuando dice: “Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso” (Mateo 11:28).

Es, en definitiva, en el Sagrado Corazón de Jesús que encontramos el consuelo y el amor que buscamos. El Corazón de Jesús arde de amor por todos y cada uno de nosotros. La devoción al Sagrado Corazón de Jesús puede tomar muchas formas, como tener y honrar una imagen del Sagrado Corazón en el hogar, recitar la Letanía del Sagrado Corazón de Jesús o hacer un Acto de Consagración al Sagrado Corazón [6]. Particularmente, recomendamos la devoción de los Primeros Viernes de mes. En 1674, Jesús se le apareció a Santa Margarita Alacoque y le dio esta extraordinaria promesa junto con otras:

“Yo te prometo, en la excesiva misericordia de Mi Corazón, que Su amor omnipotente concederá a todos aquellos que comulguen nueve Primeros Viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final: No morirán en desgracia mía, ni sin recibir sus Sacramentos, y mi Corazón divino será su refugio en aquél último momento.”

Nuestro Señor prometió dar a los sacerdotes el poder de tocar los corazones más endurecidos.  Los sacerdotes que trabajen con aquellas personas que sufren de atracción homosexual necesitan tener una gran devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Esta devoción nos asistirá a hablar la verdad con amor a los pecadores que se sienten muy alejados de Dios y de su Iglesia, y nos apoyará pacientemente a atraerlos de nuevo a los brazos del Buen Pastor, quien es “manso y humilde de corazón” (Mateo 11, 29).

Notas:

[1]. http://couragerc.org/courage/about/.

[2].http://josephnicolosi.com/what-is-reparative-therapy-exa/;https://ryan-beck-kuz3.squarespace.com/translations-spanish.

[3]. Ibíd.

[4]. http://www.Lifesitenews.com/news/chris/_Christie-signs-ban-on-reparative-therapy-liberty-counsel-promises-to.

[5].https://www/lifesitenews.com/news/Obama-backs-ban-on-treatment-for-youth-with-unwanted-gay-attractions.

[6]. http://www.catholicexchange.com/falling-love-knowing-sacred-heart-jesus.

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